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lunes, 30 de junio de 2014

LAS DANZAS DE LA OCTAVA DEL CORPUS EN VALVERDE DE LOS ARROYOS


Valverde de los Arroyos se sitúa a los pies del Pico Ocejón, en un enclave digno de admirar por la belleza de sus paisajes y por lo característico de sus construcciones, a base de pizarra, que dan al lugar la merecida fama que tiene. Se halla este bello enclave en plena ruta de los Pueblos de la Arquitectura Negra, en la provincia de Guadalajara, y guarda tesoros que no dejan de sorprender a vecinos y foráneos.
Hablar de Valverde de los Arroyos es hablar de belleza paisajística, de aire puro, de remanso de tranquilidad… Hablar de Valverde es hablar de tradición, de ritos singulares que, perdidos en la noche de los tiempos, cada año, el domingo siguiente al de Corpus Christi, son perpetuados por ocho danzantes y un botarga, dando lugar a una de las más bellas manifestaciones festivas de la provincia de Guadalajara y, cómo no, de España.
Hablamos de la famosa fiesta de la Octava del Corpus o de los Danzantes, que se celebra en Valverde en honor al Santísimo Sacramento. La fiesta, de orígenes inciertos como muchas otras de similares características, pudo ser un ritual de acción de gracias por el florecimiento de las cosechas, o de llamada a la fertilidad, enmarcado probablemente en las celebraciones que tenían lugar en los días próximos al Solsticio de Verano. De ahí, el colorido de su atuendo y sus danzas rituales, clara llamada a la prosperidad de las tierras. Pero como toda fiesta de origen pagano, llegado un punto, se sacralizó con la inminente presencia de la religión cristiana, llegando como es el caso de esta de Valverde a intervenir el Papa. Y es que se tiene constancia documental de que Paulo V, allá por el siglo XVII, otorgó a los Danzantes de Valverde una Bula mediante la cual les permitía danzar ante el Santísimo con sus cabezas cubiertas con el tradicional gorro de flores. Y es que lo normal, en señal de respeto, es descubrirse tratándose de la presencia real de Cristo. Por tanto, como vemos, estas danzas ya siglos atrás tuvieron su importancia y consideración por parte de las altas esferas eclesiásticas, perdurando con el paso de los tiempos y llegando hasta nuestros días con todos los elementos que desde el principio las caracterizaron.
La Danza la componen ocho Danzantes y el Botarga correspondientemente ataviados y caracterizados. El hecho de ser danzante o botarga, viene marcado por el ciclo vital, pues se trata de una costumbre que pasa de padres a hijos, sin romper la línea sucesoria que se perpetúa de generación en generación. El traje de los danzantes se compone de camisa blanca y pantalón blanco adornado en sus partes inferiores con puntillas. Sobre el pantalón una falda que recibe el nombre de sayolín, de color rojo con pasamanerías y pequeños motivos en color blanco. Sobre la falda y anudado a la cintura llevan un vistoso mantón de manila de color negro ricamente bordado con motivos vegetales de colores. Llevan un pañuelo de colores anudado al cuello a modo de corbata, y sobre los hombros flores rojas cosidas. En la espalda y sobre la camisa, llevan una serie de cintas ricamente decoradas de varios colores. En los codos se anudan cintas de color rojo, y sobre su pecho cruzan una cinta ancha roja igualmente. Remata el atuendo el característico y vistoso gorro de flores, que imita una mitra episcopal que se decora profusamente con flores de varios colores y espejos con forma circular. Se sujetan con cintas que pasando por debajo de la barbilla se unen a ambos lados del gorro. Calzan zapatillas blancas con suela de esparto y cintas negras. Se sirven de castañuelas y palos para marcar el ritmo de las danzas.
El botarga es una figura muy extendida en gran parte las fiestas de la provincia de Guadalajara. Viene a representar un personaje grotesco que atemoriza a niños y mayores, y que arremete en algunas ocasiones con las féminas, siendo esto un claro símbolo de fertilidad. En la mayoría de las festividades donde hace acto de presencia, lleva máscara y se encarga de mantener el orden dentro del grupo. Suele portar una porra o cualquier otro elemento de tipo fustigador, símbolo de su autoridad. En el caso de la botarga de Valverde de los Arroyos, encontramos que prescinde de la careta y va a cara descubierta. En este pueblo realiza las funciones de alcalde de la danza, siendo el que inicia y va marcando el transcurso de la misma. Su vestimenta es muy llamativa, viste un traje de paño compuesto por chaqueta y pantalón cuarteados con piezas de colores alternos, fundamentalmente amarillo, verde, rojo y marrón, colores rituales muy ligados a la naturaleza, al fuego, a la tierra… lleva camisa blanca y tradicional pañuelo de colores anudado al cuello a modo de corbata como el resto de los danzantes. Sobre la cabeza lleva una gorra de los mismos colores que el traje, rematada en una borla. Lleva unos palos, similares a las baquetas que porta el gaitero, con las cuáles amenaza a los chiquillos y pone orden durante las celebraciones.
Van acompañados los danzantes por el gaitero, que vestido elegantemente con traje de chaqueta y corbata, porta el tambor y la flauta, con los que ameniza las distintas danzas.
El día grande de la fiesta es el domingo. A media mañana los danzantes y el botarga entran en la iglesia para asistir a la celebración de la Santa Misa. Se colocan a ambos lados del altar mayor presidiendo la celebración, con sus gorros puestos en todo momento. Mientras el botarga recorre la iglesia intentando mantener orden y respeto, saliendo de la misma si es necesario en el momento que quienes esperan afuera suban el tono o formen alboroto. Acabada la Misa, el sacerdote coloca en la custodia el Santísimo Sacramento y da paso a la procesión. Abre el cortejo la gran bandera de la parroquia, formada por un mástil de varios metros y por un gran paño de tono granate con remates dorados; sigue el estandarte de la Cofradía de los Hermanos del Señor, y tras éste el curioso ramo formado por un mástil y una estructura con forma redonda compuesta por varias ramas, de las que penden multitud de apetitosas roscas bañadas en clara de huevo, que después de la procesión serán subastadas. Tras el ramo sale el botarga y el sacerdote con la custodia bajo palio, que es escoltado por los ocho danzantes. Durante todo el transcurso de la procesión el gaitero ejecuta un repetitivo toque de tambor de ritmo continuo y rápido. Al llegar a la plaza tiene lugar la primera de las paradas ante un altar en el que el sacerdote hace la bendición con el Santísimo.
Terminada esta, la comitiva se dirige a las Eras donde tiene lugar uno de los momentos álgidos de la procesión, ya que en este lugar los danzantes llevan a cabo diversas danzas. El sacerdote deposita la custodia en un altar, y el botarga y los danzantes se colocan en el espacio habilitado para ejecutar sus danzas. El escenario no puede ser mejor, con el Ocejón al fondo como telón y con el verdor de la sierra como alfombra, tiene lugar la danza conocida con el nombre de “la Cruz”. El botarga inicia la danza y va recogiendo uno por uno a los danzantes que le siguen danzando al son del tambor y la flauta. De esta manera, y tras varios quiebros y cruces en la danza, se disponen en forma de cruz. Repiten la maniobra en varias ocasiones, acabando con un enérgico ¡Viva Jesús Sacramentado! que pronuncia el botarga ante la custodia.
De nuevo la procesión vuelve al templo y los danzantes se dirigen a la plaza donde tendrán lugar las otras danzas y la puja por las rosquillas del ramo. Primeramente ejecutan una danza de paloteo en la que se entrecruzan con gran destreza haciendo chocar sus palos, y que nos recuerda a una lucha guerrera, de donde normalmente toman origen estos paloteos. Tras esta danza tiene lugar la puja de las roscas que previamente se han quitado del ramo que las portaba para trasladarlas hasta la plaza. Son los danzantes los que se encargan de dirigir la puja, pagando la gente cantidades de dinero por hacerse con alguna de las roscas. Terminado este acto tiene lugar la danza del Cordón en la que los danzantes trenzan varias cintas de colores en torno a un palo que sostiene el botarga, demostrando nuevamente su gran destreza. Se trata de un trenzado peculiar, no el que estamos acostumbrados a ver en otras fiestas, sino más complicado, pues resulta un trenza doble que une las cintas trenzándolas de dos en dos.
Terminadas las danzas, y junto al pórtico de la iglesia tiene lugar “la loa”, una especie de auto sacramental que es también pieza fundamental de la fiesta de la Octava, y cuya representación corre a cargo de los jóvenes del pueblo. Las loas son también una tradición muy extendida en la provincia de Guadalajara, destacando la Loa de San Acacio en Utande y la Loa de la Virgen de la Hoz en Molina de Aragón. Cada año la loa de Valverde tiene una temática diferente, siempre con el fin de adoctrinar y de ofrecer una moraleja con fines catequéticos.
Por la tarde de nuevo los danzantes harán la muestra de sus danzas a petición del público, finalizando así con su antigua fiesta que cada año atrae a vecinos y visitantes hasta este precioso enclave de la sierra de Guadalajara.




El tambor que ameniza las danzas

Preparado para el paloteo

El ramo con las roscas precede la procesión

Danzas en las Eras

El Botarga encabeza la danza

Formando la Cruz

Danza de la Cruz

Los danzantes escoltan a la custodia

Paloteo en la plaza

Rifa de las roscas

Danza del cordón o de las cintas

Trenzando el palo

Fuente consultada: LÓPEZ DE LOS MOZOS, JOSÉ RAMÓN, Fiestas Tradicionales de Guadalajara. Aache. Guadalajara, 2000.

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.

1 comentario:

  1. Hola buenas tardes¡¡MI amigo Agustin el alcalde de Valdepinillos ya nos yebo a conocer el pueblo de Val verde y aun que viví cerca de el nunca llegue a conocerlo pero este verano pasado lo conocimos mi marido y yo y que damos en cantados : La verdad que los pueblos de la provincia de Guadalajara son muy bonitos y con costumbres muy originales ¡¡ el merito que tiene Val verde es que no a que dado sus costumbres enel olvido precioso reportare de la danza de la octava del corpus precioso y en hora buena a toda la directiva

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