Bienvenidos a OBJETIVO TRADICIÓN, un proyecto que se basa en el estudio y la divulgación del rico patrimonio cultural inmaterial que posee España. Te invitamos a conocerlo a través de los ritos, costumbres, fiestas, tradiciones, folklore... que traemos hasta este espacio. ¡Gracias por tu visita!

domingo, 29 de octubre de 2017

LOS ZAMARRONES DE LOS CARABEOS (CANTABRIA)


El municipio de Los Carabeos en la comarca cántabra de Campoo-Los Valles está formado por tres núcleos: Arroyal, San Andrés y Barruelo. Este rinconcito conserva entre su patrimonio una ancestral manifestación festiva que hunde sus raíces en siglos pasados y que se mantiene viva gracias al esfuerzo de sus vecinos.

Se trata de una mascarada de invierno –Los Zamarrones- que, debido al éxodo rural y las migraciones a las grandes ciudades, tuvo que cambiar su fecha de celebración, pasando a realizarse en el mes de agosto coincidiendo con las fiestas de verano.

Esta mascarada, según me comentaba un miembro de la organización con quien tuve el placer de conversar acerca de la tradición, se celebraba en los días de Carnaval, en concreto el Domingo Gordo y el Martes de Antruido. Por su fecha original podemos deducir que nos encontramos ante una manifestación relacionada con la llamada a la fertilidad de la tierra por su proximidad con el cambio de estación, el paso del invierno a la primavera. Prueba de ello son las monteras que estos personajes llevan sobre sus cabezas, cubiertas de coloridas flores de papel, y los campanos o cencerros que llevan a la cintura para propiciar ese despertar de la naturaleza y a la vez ahuyentar a los malos espíritus.

El llamativo atuendo que visten los Zamarrones se compone de varias piezas: calzones blancos, camisa y esclavina blancas -esta última adornada con lazos de colores-, corbata, botas, collera de campanos y la montera cubierta de flores de papel. Completan el conjunto la pértiga de madera para saltar y el vergajo de cuero como elemento fustigante que se empleaba para amenazar a quien no quisiera hacer entrega de la “perruca”. Al parecer antaño llevaban máscaras, en la actualidad se pintan bigotes.

Hace décadas los Zamarrones salían a las calles haciendo sonar sus cencerros y haciendo cuestación por todas las casas del pueblo. Con el dinero recaudado los mozos organizaban una comida. En la actualidad la fiesta se celebra un sábado del mes de agosto dentro de los actos de las fiestas de verano. Por la tarde los Zamarrones se preparan todos juntos en el mismo local y posteriormente se dividen en tres grupos y se dirigen a cada uno de los tres barrios que componen Los Carabeos: San Andrés, Barruelo y Arroyal. Anuncian la fiesta en cada uno de ellos con el inconfundible sonido de los campanos, y casa por casa visitan a los vecinos a los que siempre piden que les hagan entrega de un donativo pronunciando la tradicional fórmula: “una perruca, una perruca”. Cuando han recorrido todas las casas se concentran los tres grupos en la estación de tren de Los Carabeos, dando lugar a una preciosa estampa que hace volver la mirada a décadas pasadas. Allí en una improvisada reunión acuerdan el modo de actuar una vez hayan entrado en la plaza de Arroyal, y después bajan todos juntos hasta la entrada del pueblo donde esperan para finalmente adentrarse a la carrera en la plaza, donde persiguen a los mozos que corren para escapar de ellos.

En la plaza aguardan otros personajes disfrazados que también forman parte de la mascarada: el guardia civil, el cura, el ciego, las viejas… Allí prenden fuego a una hoguera compuesta por arbustos secos, al tiempo que los Zamarrones corren tras los mozos. Este año se ha recuperado la tradición del canto de las “coplas”, como se hacía antaño con motivo de la mascarada.

Sin duda una joyita de las tradiciones de Cantabria que, gracias al interés de los vecinos de Los Carabeos, se mantiene muy viva y con vistas a seguir haciéndolo en un futuro. Nosotros tuvimos la suerte de vivirla en primera persona.

Los Zamarrones esperan en la estación
Preciosas monteras de los Zamarrones
Tradiciones de ayer y de hoy
Los Zamarrones llegan a la estación de Los Carabeos
Montera, esclavina y campanos
Los Zamarrones se dirigen hacia la plaza de Arroyal
La hoguera en la plaza
"Una perruca, una perruca"
Los Zamarrones recorren los tres barrios de Los Carabeos


Fuente consultada: panel informativo del Ayuntamiento de Arroyal de los Carabeos (Valdeprado del Río).

*Todos los textos así como las imágenes, son propiedad del autor.

viernes, 1 de septiembre de 2017

LA ROMERÍA DE VALVANUZ EN SELAYA (CANTABRIA)



El Santuario de Valvanuz, en plenos valles pasiegos, se levanta sobre una preciosa pradera elegida según la tradición por la propia Virgen. Cuenta la leyenda que hace muchos siglos un pastor se vio sorprendido por la milagrosa aparición de la Virgen María en unos prados cercanos al pueblo de Selaya. Ella le indicó el lugar donde habría de edificarse la ermita y como prueba de ello hizo que brotara agua de una roca. El pastor dio cuenta del suceso y cumpliendo los deseos de la Madre de Dios los pasiegos la dedicaron en aquel lugar un templo junto a la fuente que jamás dejó de manar agua cristalina.

A pocos metros del santuario podemos contemplar la referida fuente, en plena naturaleza, en un lugar idílico rodeada de árboles y vegetación. Allí acuden los devotos para depositar velas y flores y por supuesto para beber del agua bendita que un día comenzó a manar por obra de la Santísima Virgen.

Desde el momento de la aparición la Virgen de Valvanuz ha gozado de gran devoción en Cantabria, especialmente en los pueblos que componen la preciosa comarca de los Valles Pasiegos de la que es patrona. A lo largo del año se dedican a la Virgen diferentes festividades y romerías, entre las que cabe destacar la romería del 15 de agosto, fiesta de la Asunción.

Hasta Valvanuz acuden ese día miles de personas llegadas de todos los puntos del valle y de otros lugares de Cantabria para venerar a la Virgen y para pasar una agradable jornada de romería. A lo largo de la mañana se suceden misas tras las que los devotos tienen la posibilidad de subir al camarín y besar el manto que lleva la sagrada imagen. En el atrio de la iglesia arden cientos de velas que se ofrecen a la Virgen para solicitarla salud, trabajo y otras peticiones.

En las inmediaciones del santuario se levantan puestos en los que se ofrecen productos y objetos de toda índole: churros, helados, dulces típicos de Cantabria, juguetes… Todo para el disfrute de los romeros que pasan alegremente esta jornada festiva en compañía de familiares y amigos.

Por la mañana tiene lugar la misa solemne en el interior del templo y ya por la tarde la esperada procesión en la que la Virgen recorre en su carro triunfal el entorno de la ermita. Sin duda alguna es el momento más vistoso y emotivo de toda la jornada, pues la Virgen va acompañada por varias decenas de personas ataviadas con trajes típicos y por los cantos y las músicas tradicionales de Cantabria. Supone todo un espectáculo de luz y color; las coloridas sayas, las cintas de las castañuelas y las panderetas, los pañuelos y mantones, resaltan sobre el precioso verdor del valle dando lugar a una estampa inigualable. Cuando el reloj marca las cinco la imagen de la Virgen sale puntual del santuario para comenzar la procesión. A la salida la espera el grupo de danzas que la dedica en todo momento sus preciosos cantos y bailes tradicionales acompañados por el sonido de las panderetas, castañuelas, gaitas, requintos y tambores. La vistosa danza de los picayos en la que las mujeres tocan la pandereta y los hombres bailan, recibe a la Virgen y la acompaña durante todo el recorrido. Destaca la vistosidad de las panderetas y castañuelas profusamente engalanadas con multitud de cintas de colores y escarapelas. A lo largo del trayecto la Virgen hace varias paradas y el grupo de danzas la dedica diferentes bailes tradicionales.

También la acompañan decenas de personas ataviadas con trajes típicos de otros puntos de la región, especialmente los pasiegos, entre los que destaca un elemento muy singular: el cuévano, una especie de cuna que antaño usaban las mujeres pasiegas para trasportar a sus pequeños mientras realizaban las faenas del campo. Otro traje que destaca por su vistosidad y elegancia es el de las amas de cría pasiegas, una de las tradiciones más singulares del valle. Las amas de cría jugaron un papel muy importante entre la nobleza y realeza españolas siglos atrás. Fueron mujeres que con gran valentía salieron de los valles pasiegos y partieron hacia grandes ciudades españolas donde residían la realeza y la alta aristocracia, para amamantar a los hijos de éstos.

El carro triunfal sobre el que va la imagen de la Virgen de Valvanuz va escoltado por los pasiegos que lucen también su traje de gala y que portan el tradicional “palancu”. Se trata de un largo palo realizado con madera de avellano que los hombres pasiegos empleaban para saltar y sortear terrenos abruptos, e incluso para defenderse de algún animal peligroso.

Cuando finaliza la procesión tiene lugar el concurso-exhibición de salto pasiego, un deporte tradicional de la zona en el que los hombres del valle demuestran su destreza y habilidad a la hora de saltar con el palancu. Acaba la jornada festiva con un baile en la campa para disfrute de todos los asistentes a esta romería que, sin duda, es una de las más bonitas y singulares de toda Cantabria y que desde aquí invitamos a conocer.

Preciosos y coloridos pañuelos de las mujeres
Las panderetas, grandes protagonistas en la romería
La Virgen va escoltada por los pasiegos
El sonido de las panderetas recibe a la Virgen
Las danzas de los picayos
El colorido de la romería
Traje tradicional de ama de cría



Fuente consultada: http://cofradiavalvanuz.webcindario.com/

*Todos los textos, así como las imágenes, son propiedad del autor.


miércoles, 23 de agosto de 2017

LA BOTARGA DE LAS CANDELAS DE RETIENDAS (GUADALAJARA)



Retiendas, pequeño pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara que no alcanza la centena de habitantes, cuenta con una tradición que cada año celebra en torno a la fiesta de Las Candelas el fin de semana más próximo al dos de febrero. Se trata de la Botarga de las Candelas, una de las fiestas más representativas de la provincia de Guadalajara, que destaca sobre el resto por el hecho de no haber dejado de celebrarse nunca, a pesar de las inclemencias del tiempo y de los avatares de la historia. Una Botarga similar a las que hemos visto anteriormente y a otras que aparecen en diferentes puntos de la referida provincia, pero que se convierte en especial y única por una serie de ritos que lleva aparejados. En mi visita a Retiendas pregunté al Botarga acerca de la manera de acceder a este cargo. Él mismo me explicó que cada año se presenta una familia del pueblo para desempeñar la función de Mayordomos, y que son éstos los que normalmente escogen a un miembro de la familia o amigo para que sea Botarga. Me aportaba también como dato curioso que al ser tan pequeño el pueblo, hay familias que les toca repetir al frente de la mayordomía más de un año, y por tanto también a la Botarga.

El traje que viste este personaje es similar al que encontramos en otras Botargas. Se compone de pantalón y chaqueta de tela de paño de color verde, rojo y amarillo que se alternan entre sí mediante diferentes cuadros y tiras cosidos. La chaqueta lleva bolsillos y botonadura de los mismos colores, y una capucha rematada con tres cuernos.  Lleva cosidas a las mangas de la chaqueta y al pantalón a la altura de las rodillas una especie de pequeñas escarapelas que alternan los colores anteriormente mencionados. Lleva un cinturón de cuero del que cuelgan varios cencerros de diferentes tamaños. Completan el atuendo la careta, cada año diferente, con que cubre su cara cuando baila ante la Virgen, la porra o cachiporra y las grandes castañuelas.

La fiesta de las Candelas comienza el sábado cuando por la tarde se enciende la gran hoguera en la plaza y hace su aparición la Botarga por primera vez. Desde ese momento se dedica a recorrer todo el pueblo y entrada la noche tiene lugar la procesión con la Virgen de las Candelas acompañada por la luz de las velas. Ya el domingo a primera hora sale la Botarga a recorrer las calles del pueblo para hacer cuestación y despertar a los vecinos en el día grande de las fiestas. Tiene licencia para entrar dentro de las casas y despertar y gastar bromas a quienes aún no se han levantado. Le reciben con gran ilusión y le obsequian con dulces de todo tipo –rosquillas, las típicas “caracolas”, roscas…- que también ofrecen al resto de vecinos y curiosos que la acompañan. Amenizan el recorrido los sones de las dulzainas y el tambor que interpretan jotas y otras piezas que alegran la mañana festiva.

A media mañana tiene lugar la procesión con la imagen de la Virgen de las Candelas, uno de los momentos más bonitos de la fiesta. La presencia de la Botarga se relaciona con el personaje que, según la tradición, acompañó a la Virgen al Templo a los cuarenta días de dar a luz a Jesús, evitando que las miradas curiosas se dirigieran a Ella. Primeramente tiene lugar la subasta de los brazos de las andas en la que los vecinos y devotos pagan cantidades de dinero por tener el privilegio de portar a la Virgen durante el trayecto. Una vez que ha terminado la puja, la Botarga, ya cubierta con la máscara, comienza a bailar delante de la imagen y se inicia la procesión que baja hasta el puente. La Botarga no para de bailar y de lanzar “vivas” a la Virgen; golpea las castañuelas con la cachiporra al tiempo que grita: ¡Viva la Virgen Santísima! ¡Viva la Virgen de las Candelas! Una persona camina junto a él para evitar que se choque con alguien o tropiece, pues durante toda la procesión caminará de espaldas y mirando siempre de frente a la Virgen. En el puente interrumpe su baile y se entona la Salve para posteriormente volver a desandar el camino en el que la Botarga cumple de nuevo el mismo ritual. A la llegada a la iglesia una vez más se subastan los brazos de las andas para introducir la sagrada imagen al interior. Queda colocada en un pequeño altar a los pies del templo, justo debajo del coro, esperando el momento del ofertorio, donde tiene lugar otro de los rituales más bonitos de la fiesta. La Virgen avanza por el pasillo del central hacia el altar y en el trayecto hace tres reverencias (las personas que portan las andas se arrodillan). La Botarga acompañada por los toques del tamborilero no para de bailar y dedicar vítores a la Virgen como hiciera en la procesión minutos antes. Cuando la imagen llega al altar mayor, el párroco la retira el Niño Jesús que lleva en brazos para después de la misa ofrecerlo a la veneración de los fieles. 

A la salida espera la Botarga para impregnar a todos los presentes con pelusas de junco que previamente se han recogido en los arroyos cercanos. Los niños se unen a sus bromas y chanzas y no paran de incordiarla, llegando incluso a ayudarla a esparcir la pelusa cuando los vecinos salen de misa. Finaliza la fiesta con la subasta de los productos típicos ofrecidos a la Virgen entre los que destacan las típicas “caracolas”-un exquisito dulce bañado con miel-, y las rosquillas bañadas con clara de huevo que se acompañan de una naranja. La tradición manda que la Botarga ha de robar el “pajarito”, una pequeña figura de mazapán –en algunas ocasiones sustituido por una rosquilla- con la que huye a los terreros por los que apareció la tarde del sábado. Una vez allí coloca el dulce robado sobre la cachiporra que previamente ha clavado en el suelo, intentando los niños y niñas tirarla a pedradas. Cuando esto ocurre, la Botarga se desliza por los citados terreros acabando de esta forma tan peculiar la fiesta.






Fuente consultada: LÓPEZ DE LOS MOZOS, JOSÉ RAMÓN, Fiestas Tradicionales de Guadalajara. Aache. Guadalajara, 2000.

*Todos los textos, así como las imágenes, son propiedad del autor.

LA BOTARGA Y LAS MUJIGANGAS DE MÁLAGA DEL FRESNO (GUADALAJARA)


En la mañana del último domingo del mes de enero, Málaga del Fresno, un pequeño pueblo de la Campiña del Henares, en la provincia de Guadalajara, celebra cada año la Botarga y las Mujigangas de la Virgen de la Paz. 


Una tradición cuyos orígenes, al igual que los del resto de botargas de la provincia, se pierden en la noche de los tiempos y por lo general se cree que podrían ser reminiscencia de ritos prerromanos y romanos. Otra de las interpretaciones que se da a la presencia de estas máscaras en las fiestas de Guadalajara, es la que habla de personajes que aparecen en época medieval para amenizar diferentes festejos distrayendo y gastando bromas a la gente; vendrían a hacer las veces de los bufones. En el caso de Málaga del Fresno, la Botarga va acompañada por otros dos personajes que reciben el apelativo de "Mujigangas". Es este hecho el que hace especial a esta máscara que, a diferencia de otras de la provincia, no actúa sola.

En mi visita a esta fiesta, tuve el placer y la suerte de conversar durante un rato con Luís Pedromingo, quien desde hace 14 años desempeña el papel de Botarga. Me contó que esta tradición fue recuperada tras perderse en la guerra y dejarse de celebrar durante varias décadas. Antaño se festejaban en Málaga del Fresno dos Botargas: la de casados y la infantil. Al igual que ocurrió en muchos otros lugares, con la llegada de la guerra estas tradiciones cayeron en el olvido e incluso se llegaron a prohibir, y durmieron el sueño de los justos hasta que el sentir popular de apego a las raíces y tradiciones despertó en muchos pueblos que vieron muy necesario el hecho de recuperar sus señas de identidad perdidas. En el caso de Málaga del Fresno se recuperó esta tradición hace ya algunas décadas gracias a la memoria de los más longevos del lugar que aún recordaban las vestimentas y los ritos que componían la fiesta. Me contaba Luis una anécdota curiosa referente al traje de la Botarga; durante la guerra una persona del pueblo lo guardó a salvo por miedo a que por sus colores pudiera traer consecuencias negativas. A la vuelta de muchos años el atuendo apareció en un desván y debido al paso del tiempo había perdido sus colores originales. Fue una de las piezas importantes que junto al gran trabajo de investigación realizado, permitieron recuperar tan antigua tradición.

El traje de la Botarga está realizado con tela de paño en color rojo, amarillo y verde, que se alterna en cuadros cosidos entre sí. Se compone de chaqueta, pantalón y capucha, que van decorados con diferentes flores recortadas en tela de colores y cosidas, así como de pequeños cascabeles. Lleva cruzadas por el pecho y la espalda dos correas de cuero de las que cuelgan campanillas. Me contaba Luís que antaño se empleaban con este mismo fin los collares de campanillas que se ponían a las mulas. Lo más característico es la careta, de color negro con motivos blancos, rojos y amarillos, provista de dientes y de aspecto demoníaco. Porta en sus manos una porra decorada con pequeñas campanitas y cascabeles, y un saco de arpillera en el que lleva los caramelos que reparte a pequeños y mayores. Por su parte las Mujigangas visten con ropas estrafalarias que confieren a estos personajes un aspecto harapiento y terrorífico. Llevan cosidas en sus chaquetas y pantalones tiras de telas de diferentes colores, y en sus cabezas portan enormes y diabólicas máscaras provistas de cuernos, pelo y grandes orejas. Llevan colgados a su cintura grandes cencerros que hacen sonar advirtiendo de su presencia. En sus manos, al igual que la Botarga, llevan la porra y el saco para repartir los caramelos.

A media mañana hacen su aparición recorriendo las calles del pueblo y repartiendo caramelos a niños y mayores, cumpliendo así con una bonita tradición que vive momentos de gran auge. Tienen además licencia para entrar en las casas y despertar a los menos madrugadores. Antiguamente la Botarga se ponía en la puerta de la iglesia antes de misa y hacía cuestación; con lo recaudado se organizaba posteriormente una comida. Antes de la misa los tres personajes enmascarados persiguen y asustan a los más pequeños con los que finalmente se reconcilian entregándoles un puñado de caramelos. A la iglesia tienen prohibida la entrada por lo que mientras que se celebra la misa en honor a la Virgen de la Paz aprovechan para perseguir a todo el que se encuentran por la calle y también para tomarse un respiro. Cuando la feligresía sale de la función religiosa, la Botarga y las Mujigangas retoman sus carreras y se pone broche a la fiesta con una comida popular a base de migas con huevos fritos a la que se invita a vecinos y visitantes de este acogedor pueblo campiñero.






*Todos los textos, así como las imágenes, son propiedad del autor.

sábado, 5 de agosto de 2017

"EL OFRECIMIENTO" A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN EN PULGAR (TOLEDO).


Pulgar, un bello pueblecito de los Montes de Toledo, celebra cada 4 de agosto la fiesta de su patrón, Santo Domingo de Guzmán. Una antigua celebración que ya en las Relaciones Topográficas de Felipe II (Viñas Mey, Carmelo; Paz, Ramón, Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II: Reino de Toledo. Madrid. 1951), en el siglo XVI, aparece citada, indicando el motivo por el cuál se eligió a Santo Domingo junto con otros Santos como protector del lugar: "52. Que se guardan los días de San Pantaleón y Santo Domingo y San Sebastián por voto por la pestilencia y langosta y cuquillo".

Una fiesta cargada de tradición y de leyenda, pues cuentan los mayores del lugar según se lo oyeron contar a sus padres y abuelos, que la devoción a Santo Domingo procedía de un pueblo cercano -Hontalba- que sufrió la lacra de la despoblación llegando a desaparecer. También se recoge este hecho en las citadas Relaciones: "56. Que a media legua de este lugar hacia el mediodía torcido a la mano derecha está un lugar despoblado que dicen que se llamaba Huente Albilla, el cual se despobló por enfermedad que era de una señora de Toledo y lo vendió a este lugar y a Cuerva".

Cuando esto ocurrió, Pulgar y otro pueblo cercano se disputaron la imagen. Los de Pulgar fueron raudos y se hicieron con el Santo al tiempo que en el otro pueblo repicaban las campanas pensando que la imagen ya era suya. De ahí el dicho popular que ha llegado hasta nuestros días: "Tocar, tocar, que Santo Domingo ya está en Pulgar".

Sto. Domingo a la salida de la iglesia
Cada cuatro de agosto al atardecer, los pulgareños sacan al Santo de la iglesia y lo conducen hasta la plaza del pueblo donde tiene lugar uno de los actos más característicos de la fiesta: "el Ofrecimiento". Un ritual muy extendido en toda la comarca de los Montes de Toledo, y que en Pulgar se realiza en las fiestas de agosto y en las de octubre en honor a la Virgen del Pilar. Delante del Santo y sus insignias se colocan la reina y las damas de las fiestas, las autoridades civiles y religiosas, y en una mesa los miembros de la Junta de la Hermandad y el señor cura que porta un relicario de plata con una reliquia "ex ossibus" del Santo burgalés que ofrece a los devotos para que la besen. Sobre una mesa engalanada al efecto se coloca una urna de madera donde los devotos irán depositando "el ofrecimiento", en forma de monedas o billetes. La banda de música forma un pasillo hasta el lugar donde se sitúa la mesa, y ameniza el acto con un variado repertorio de pasodobles.

Acabado el "ofrecimiento" la procesión recorre las calles de Pulgar y se devuelve el Santo a la iglesia donde esperará la llegada de unas nuevas fiestas.

*En la página www.pulgar.org se puede encontrar información acerca de esta celebración y un completo estudio sobre el despoblado de Hontalba.

*Todos los textos, así como las imágenes, son propiedad del autor.

El Santo preparado para el Ofrecimiento

Santo Domingo de Guzmán, Pulgar.

Reliquia de Santo Domingo