“Tres días hay en el año
Que relucen más que el sol
Jueves Santo, Corpus Christi
Y el Día de la Ascensión”
Así reza el
refrán popular tan conocido en nuestro país, y con tanto significado para el
pueblo conquense de Belinchón que, cada año, llegado el Domingo de la
Ascensión, honra a su patrón el Santísimo Cristo Arrodillado, con unas
ancestrales danzas de gran valor etnográfico.
Belinchón es un
pequeño pueblo manchego de la provincia de Cuenca, que conserva con gran
devoción y cariño una de las manifestaciones folklórico-religiosas más
representativas de toda Castilla-La Mancha. Se trata de las danzas que ocho
danzantes ejecutan en las fiestas del Santo Cristo, acompañados por “el porra” y “el castañuelón”.
Los orígenes de
estas danzas no se conocen con certeza, pero todo apunta a que se trata de un
antiguo ritual de llamada a la fertilidad o de exaltación de la estación
primaveral. Este aspecto ya lo hemos visto en otras manifestaciones similares,
celebradas también en el ciclo festivo de primavera, cuyo origen lo encontramos
en antiguos cultos a deidades paganas íntimamente relacionadas con ritos
agrícolas y con el mundo vegetal. Uno de los indicadores más claros de este
aspecto, son los vistosos y coloridos gorros floreados que usan los danzantes,
así como la gran cantidad de cintas de colores que llevan cosidas a sus trajes,
clara llamada al despertar de la naturaleza. Desde tiempo inmemorial, y dejando
atrás aquellos ritos paganos, las danzas de Belinchón se han dedicado y se
dedican a su venerado patrón el Cristo Arrodillado, al que profesan especial
devoción, siendo para los belinchoneros junto con su danza la más querida seña
de identidad.
La Danza de
Belinchón la componen ocho danzantes, antiguamente todos hombres, y desde hace
varias décadas protagonizada también por mujeres, siendo ellas en la actualidad
las principales mantenedoras de la tradición. Acompañan a estos ocho danzantes
dos figuras muy emblemáticas y significativas: el “Porra” y el “Castañuelón”.
El porra, es similar a las botargas
que encontramos en otros puntos de la región castellanomanchega, especialmente en
la provincia de Guadalajara, cercana además a Belinchón. Este personaje
acompaña a los danzantes y toma su nombre de la porra que porta, confeccionada
con telas de color verde y rojo, y con la que va marcando el ritmo que han de
llevar los danzantes en la ejecución de las distintas danzas. Viste traje
compuesto por pantalón y chaqueta arlequinados, combinando los colores verde y
rojo, y lleva corbata y una gorrilla con visera. Encabeza todos y cada uno de
los movimientos que llevan a cabo los danzantes. El “castañuelón” representa al alcalde de la danza, y porta un bastón
de mando o vara, y las grandes castañuelas por las que recibe su nombre. Viste
el mismo traje que el porra, con la
única diferencia que éste lleva chaqueta con levita, una banda ricamente
decorada cruzada al pecho, y un gorro de tipo militar. Se encarga de mantener
el orden y de pedir permiso a las autoridades para comenzar la danza.
La indumentaria
de los ocho danzantes se compone de enaguas blancas almidonadas, pololos,
medias caladas, blusa blanca con corbata, mandil rematado en una especie de
cota y zapatillas blancas; todo ello aderezado con grandes lazos y cintas de
llamativos colores. Llevan a la cintura un gran lazo que cae por la parte
trasera, y sobre la espalda un vistoso rosetón compuesto por cintas y rematado
en el centro con una gran medalla. Llevan escarapelas en los hombros, y cintas
de colores anudadas en los puños, codos y rodillas. Dos cintas anchas de tela
cruzan el pecho en uno y otro lado del cuerpo. La prenda más llamativa y
característica de esta indumentaria es sin duda el tradicional gorro, que está
compuesto por un cilindro forrado de tela blanca y profusamente decorado con
cordones de colores y gran cantidad de medallas, cruces y broches. Remata el
gorro un penacho de flores de papel de múltiples colores. Los danzantes se
sirven de castañuelas decoradas con cintas multicolores, para marcar el ritmo
de las diferentes danzas.
Las fiestas en
Belinchón se prolongan durante varios días, siendo los dos principales el Domingo
de la Ascensión o “Día del Cristo”, y
el lunes siguiente conocido como “Día del
Cristillo”. El domingo a primera hora de la mañana da comienzo el
tradicional “galopeo”, tan típico de
los pueblos de esta comarca conquense, y que se trata de una diana que recorre
las calles del pueblo acompañada de la música y de todo aquel que quiera
sumarse. A media mañana y tras haber recogido a las autoridades, la danza se
dirige a la iglesia donde tiene lugar la misa. Los danzantes, el porra y el castañuelón acompañados por la dulzaina y el tambor, hacen su
entrada en la iglesia danzando y arrodillándose ante la imagen del patrón.
Durante la misa, se colocan a ambos lados junto al altar mayor. En la
eucaristía tienen lugar varios momentos de gran emotividad en los que los
belinchoneros expresan su devoción más sentida hacia el Santo Cristo. Estos son
el canto del Credo frente a la sagrada imagen, y el ofertorio, momento en que
se ofrecen productos típicos del pueblo como las tradicionales “pelotillas” y las “roscas del Cristo”, y también se ofrecen los niños que son alzados
por el sacerdote ante la devota imagen del Cristo Arrodillado. Finalizada la
misa, la danza vuelve a ser protagonista, ejecutando sus bailes a lo largo de
la nave central de la iglesia y ante el altar. Nada más comenzar la danza, se
dirigen ante la imagen del Cristo, al igual que hicieron al entrar en la
iglesia, y se arrodillan. Después de interpretar varias danzas abandonan la
iglesia y se dirigen a la plaza, donde tiene lugar la exhibición. En la
escalinata que da acceso a la plaza se colocan las autoridades, a quienes pide
permiso el “castañuelón” para iniciar
la danza. La primera de todas es en la que componen una cruz arrodillándose,
esta vez ante la justicia. Los danzantes al son de la dulzaina y el tambor
hacen las delicias de los presentes a través de sus pintorescas danzas, entre
las que encontramos las seguidillas, el paloteo, la cadeneta, el trenzado del
cordón… Ésta última destaca por la gran destreza que muestran los danzantes al
trenzar varias cintas de colores alrededor de un palo y por su gran vistosidad.
Durante las danzas, varias personas hacen cuestación entre los presentes,
depositando éstos su donativo para los danzantes en las grandes castañuelas del
“castañuelón”, y en una gorra como la
que éste porta.
Ya por la tarde
tiene lugar uno de los momentos más importantes de las fiestas: la procesión
que recorre las calles de Belinchón con la imagen del Santísimo Cristo
Arrodillado. Delante del Cristo va la danza realizando sus bailes, en una
procesión que puede durar varias horas. El día siguiente es el que se conoce
como “Día del Cristillo”. Por la
mañana tiene lugar la misa y la posterior exhibición de la danza, y por la
tarde la procesión con la imagen del Santo Cristo, que en esta ocasión no
recorre las calles de Belinchón, sino que sale por una puerta de la iglesia y
entra por otra tras haberla bordeado. Los danzantes al igual que el día
anterior preceden la imagen del Cristo danzando.
De esta manera
perpetúa Belinchón una tradición que se pierde en la noche de los tiempos, y
que es su principal manifestación de fe y devoción. Belichón no podría
concebirse sin su danza y sin sus danzantes, y mucho menos sin su Cristo
Arrodillado, al que los belinchoneros dirigen sus más fervientes súplicas, y la
más honda expresión de devoción manifestada en los múltiples vítores que le son
dedicados. Una fiesta sin duda para no perderse y para visitar al menos una vez
en la vida.
El precioso traje de las danzantas de Belinchón |
El "castañuelón" |
Detalle del "castañuelón" |
Danzantes de Belinchón |
La Danza dentro de la iglesia |
Detalle de uno de los preciosos gorros |
Los danzantes formando la Cruz |
Paloteo de los danzantes |
Trenzando el cordón |
El palo trenzado |
No hay comentarios:
Publicar un comentario