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sábado, 21 de enero de 2017

EL TAFARRÓN Y LA MADAMA DE POZUELO DE TÁBARA



La provincia de Zamora conserva importantes manifestaciones festivas que conforman un rico y variado calendario de tradiciones que se suceden a lo largo del año. Hay una época, comprendida entre los días 26 de diciembre y 6 de enero, en la que tienen lugar una serie de ritos que reciben el nombre de MASCARADAS DE INVIERNO. Estas celebraciones se reparten por diferentes lugares de la provincia zamorana y todas cuentan con un denominador común: se trata de ritos en torno al solsticio de invierno que, aunque incorporaron el elemento religioso con la llegada del cristianismo, tienen claramente su origen en ritos de carácter pagano. Es el caso de la mascarada que nos ocupa: el Tafarrón y la Madama de Pozuelo de Tábara. 

Este pequeño pueblo de Zamora celebra cada año el 26 de diciembre, fiesta de San Esteban, una tradición muy antigua que se compone de una serie de ritos que la hacen única. Muy probablemente, como señalaba anteriormente, un rito de carácter pagano asociado con la fertilidad y la expulsión de los malos augurios de la comunidad, pudiendo encontrar sus orígenes en ritos prerromanos primero, y más tarde en época romana en las Lupercales y Saturnales. Pero la fiesta del Tafarrón no solamente se limita a ese día, sino que cuenta con una serie de preliminares que se suceden desde el 7 de diciembre, momento en que los mayordomos -que portan un cayado que recibe el nombre de “cacha”- anuncian la celebración haciendo sonar cencerros, siendo el mayordomo mayor quien hace entrega del traje y todas sus preseas al Tafarrón. El curioso traje de este personaje se compone de una especie de falda y peto con capa elaborados con juncos machacados. Completan la indumentaria la careta negra y roja de metal con cuernos de cabra, orejas de liebre, barba y bigote, que va unida a una toalla que cae por la espalda; un palo del que pende una pelota con la que golpea a la gente, y un cazo con el que recoge la cuestación. El traje de la Madama se compone de una bata de flores con una “M” (de Madama) cosida a la espalda junto a una pequeña muñeca, y un sombrero con velo.  A partir de este día hasta el de Nochebuena, los mayordomos en determinados días saldrán a las calles de Pozuelo con los cencerros y visitarán a los mozos que participarán en la Función del Tafarrón. El día 22 de diciembre piden permiso al alcalde para cortar una encina de la que obtendrán la leña para calentar la Casa de la Función y hacer las comidas los días que dura la fiesta.

El día 25 de diciembre, víspera de la Función del Tafarrón, se suceden una serie de ritos con los que se da inicio a los días grandes de Pozuelo de Tábara. Primeramente los Alcaldes buscan casa por casa a los cuatro mozos que por su edad ya podrían ser Mayordomos Entrantes, siempre con la licencia de los padres. Por la tarde los Mayordomos Mayores se encargan de bajar a San Esteban del altar para colocarlo en las andas sobre las que procesionará al día siguiente. Al atardecer tiene lugar otro de los actos más destacados de la fiesta: “las Vigilias”, que se realiza en la iglesia y en el que se interpretan cantos en latín. A la salida de la iglesia tiene lugar la primera aparición del Tafarrón y la Madama, en esta ocasión vestidos a la inversa, esto es, el Tafarrón viste de Madama y esta viste de Tafarrón. Se producen las primeras carreras y saltos de estos dos personajes protagonistas, y finalizan las Vigilias en casa del alcalde del pueblo que agasaja a los asistentes, y donde la Madama dedica los “vivas” a cada uno de los cargos que participan en la fiesta. Finaliza la jornada de la víspera con la cena y el posterior baile en el que aparecen vestidos de Tafarrón y Madama los Mayordomos, los Alcaldes y todos aquellos que han participado en la fiesta en años anteriores y se quieran vestir.

El día grande de la Función del Tafarrón es el 26 de diciembre, día de San Esteban. Después del baile de la noche anterior, los Mayordomos entregan los cencerros a los Entrantes que ya por la mañana se dirigen a casa del Tafarrón, la Madama y los Alcaldes respectivamente para despertarles y que salgan a “dar los días”. En este ritual no pueden ir juntos, primero van los Alcaldes y detrás los Tafarrones, y no pueden olvidar llamar a ninguna casa de Pozuelo para felicitar las Pascuas por considerarse este un momento de gran importancia. Durante la cuestación los vecinos les agasajan con comida y bebida y les hacen entrega de un donativo. Cuando han terminado de “dar los días”, tienen lugar las celebraciones religiosas de la fiesta. La dulzaina y el tambor acuden a recoger casa por casa a los integrantes de la Función del Tafarrón por este orden: primero los Alcaldes, después los Mayordomos, y por último el alcalde del pueblo, todos ellos vestidos con traje, capa castellana y sombrero, y acompañados por una moza vestida con traje típico. En el momento de la procesión, los Mayordomos Mayores llevan el “Ramo de San Esteban” compuesto de naranjas y manzanas y el “bollo maimón” o “mimón” como también me cuentan que se denomina; el resto de Mayordomos portan la Cruz procesional y los faroles. La moza porta un cestillo lleno de trozos de pan que se bendecirán y se repartirán entre los asistentes a la salida de misa. Los cuatro Entrantes portan las andas del santo, y se sitúan a la salida de la iglesia para que el Tafarrón y la Madama hagan “las venias” a San Esteban. Se forma un pasillo por el que ambos personajes se acercan corriendo y dando enérgicos saltos hasta que llegan ante la sagrada imagen a la que hacen una reverencia. Se repite la venia tres veces, siendo este el único momento de la fiesta en que el Tafarrón cubre su cara con la tradicional careta. Al tiempo que saltan emiten los característicos “hiuju, ju”. Durante toda la procesión no paran de correr y saltar dirigiéndose en todo momento a la imagen de San Esteban. A la llegada de la procesión a la iglesia, y antes de la misa, el Tafarrón en la puerta ofrece el agua bendita a los fieles en el cazo que porta. Durante la misa tiene lugar el “ofertorio”, único momento en que el Tafarrón entra en la iglesia desprovisto de su traje y se sitúa de rodillas en el altar donde sus vecinos le hacen entrega de objetos de toda índole con la intención de gastarle una broma. Finaliza el ofertorio con el ofrecimiento a San Esteban por parte de la Madama, del último niño nacido, como símbolo de continuidad de la fiesta.

Después de la misa y antes de la comida, se suceden de nuevo las carreras y persecuciones del Tafarrón y la Madama a quienes les comprometen. Ya por la tarde tiene lugar la subasta del ramo y el bollo maimón, y las “votaciones”, acto en el que los Tafarrones organizan dos filas en las que se colocan los Alcaldes, los Mayordomos, los Entrantes y el resto de mozos asistentes, tratando por todos los medios mantener el orden y que no se descompongan las filas, ocurriendo esto último cuando se da el voto al Tafarrón, momento en que se reanudan las carreras y las persecuciones.

El 27 de diciembre por la mañana se celebra la misa ofrecida por los difuntos y previamente la procesión de San Esteban portado por los Entrantes. Después de la misa se llevan a cabo las últimas carreras, y para finalizar la Función tiene lugar uno de los momentos más esperados: “las suertes”, mediante las cuales se realiza el sorteo en el que se elegirán los Alcaldes, el Tafarrón y la Madama para la Función del año siguiente. Quienes han salido Tafarrones recogen los trajes y sus preseas y pasean por el pueblo para que sus vecinos se hagan eco del nombramiento.

Estamos ante una fiesta única compuesta de muchos momentos que la hacen especial. Un rito que las gentes de Pozuelo de Tábara mantienen como su mayor tesoro y que transmiten de generación en generación para que nunca se pierda. Fue un placer y una gran suerte poder vivir en primera persona esta fiesta, y haber podido conocer a quienes con tanto esfuerzo luchan por que no caiga en el olvido y consiga el reconocimiento que merece. Agradezco de corazón la colaboración y la amabilidad de Mario Román, Ángel Haro y José Manuel, miembros de la directiva de la Asociación Tafarrón y Madama de Pozuelo de Tábara, con quienes tuve la enorme suerte de hablar y conocer datos acerca de la fiesta. Muchísimas gracias a todos ellos por toda la información que tan gustosamente me han facilitado para la realización de este artículo.













*Todos los textos, así como las fotografías y los archivos de vídeo, son propiedad del autor.

lunes, 2 de enero de 2017

EL “DÍA DEL BOLLO” EN NAVALAGAMELLA


El pueblo madrileño de Navalagamella, enclavado en la Sierra Oeste, cada año celebra en los primeros días de enero una antigua fiesta cuyos orígenes se podrían encontrar en la celebración litúrgica de la Circuncisión del Niño Jesús. Durante tres días este pueblo celebra la Fiesta del Niño que tiene su punto álgido en los ritos que se realizan el primer día del año en que los bailarines ejecutan una danza tradicional que recibe el nombre de “Baile del Niño”.

Los protagonistas de esta celebración son cuatro mayordomos y cuatro bailarines, cargos que antiguamente ostentaban los quintos y que se consideraba como rito de paso a la edad adulta. En la actualidad son un grupo de jóvenes los que cada año dan vida y pervivencia a esta fiesta ofreciéndose a ocupar estos cargos con gran entusiasmo. Aspecto este muy importante puesto que gracias a ese esfuerzo y tesón esta tradición no ha caído en el olvido como ha ocurrido con algunas en otros lugares.

El día 31 de diciembre por la mañana salen todos al monte acompañados por todos aquellos que lo deseen para recoger la leña con la que por la noche se encenderá la luminaria en la plaza. Entrado el año nuevo se enciende la hoguera y en torno a ella se cantan las tradicionales coplillas y los bailarines ensayan el “Baile del Niño” que a la mañana siguiente ejecutarán en la procesión. Me contaban que antiguamente se dividía el pueblo en cuatro partes o barrios a los que debían acudir en esa noche un bailarín y un mayordomo para cantar las coplillas casa por casa. De manera que a la misma vez todos los bailarines y mayordomos por parejas estaban repartidos por los distintos barrios del pueblo.

El 1 de enero es el día grande en que se celebra la Fiesta del Niño y en el que los bailarines y mayordomos juegan un papel muy importante. Después de la misa sale la imagen del Niño Jesús en procesión adornada con globos de papel de seda, mandarinas y mantones. Es portada por los cuatro mayordomos a los que preceden los cuatro bailarines que durante todo el recorrido van realizando el “Baile del Niño”. Les acompañan la gaita y el tambor, Pedro y Antonio, dos músicos de los pueblos segovianos de Torre Val de San Pedro y Matabuena que llevan varias décadas acudiendo a esta fiesta. Hablando con ellos me comentaban que sus padres ya asistían a Navalagamella cada año y que después fueron ellos los que tomaron el relevo. Sin duda son también ya parte fundamental de la tradición que según me decían consideran como propia.

El "Día del Bollo" es otro de los ritos que componen esta fiesta. Se denomina así porque antiguamente era este dulce con el que los vecinos agasajaban a los bailarines y mayordomos que durante el día 2 de enero recorrían el pueblo casa por casa. En la actualidad suelen entregarles dinero y algunos dulces y licores. Con el dinero obtenido en la cuestación se paga al gaitero y al tamborilero, así como otros gastos que acarrea la fiesta.


Por la mañana se reúnen todos a desayunar y en torno a las diez inician la cuestación por los diferentes barrios de Navalagamella. Van ataviados con mantones y llevan el tradicional gorro adornado con cintas de colores y broches. Se sirven de las castañuelas engalanadas con madroños de lana para marcar el ritmo de las danzas. La gaita y el tambor les acompañan nuevamente tocando diferentes piezas como jotas, pasodobles… Algunos vecinos abren las puertas de sus casas e invitan a los bailarines y mayordomos a entrar y les agasajan con dulces. Muchos les solicitan antes de entregarles el aguinaldo que interpreten el “Baile del Niño”, a lo que ellos acceden muy gustosos. A medio día hacen una parada y se reúnen para comer y por la tarde reanudan la cuestación acudiendo a las casas a las que aún no habían ido. Para rematar la jornada invitan a todo el pueblo a un baile amenizado por la gaita y el tambor, poniendo así el broche a esta preciosa fiesta.

Gracias a la invitación de Ismael Pozuelo, gran conservador de las tradiciones de Navalagamella y que ha sido en varias ocasiones bailarín y mayordomo, tuve el privilegio de acompañarles en la mañana del día dos de enero y de contemplar una preciosa tradición que merece todos los reconocimientos. Agradezco enormemente su amabilidad e interés por haber puesto a mi disposición todos los medios para poder realizar este trabajo de campo, así como a Miguel Ángel, alcalde de Navalagamella y a Blanca, concejala de cultura, quienes me recibieron y mostraron las joyas que guarda este pueblo. Gracias también a Rubén que ha sido en varias ocasiones integrante de la fiesta y que también nos acompañó, así como a Ángel, gran conocedor de la tradición con el que he podido conversar. Y por supuesto gracias a los bailarines y mayordomos y a los músicos que muy gustosamente me permitieron acompañarles y se dejaron fotografiar cientos de veces. Muchas gracias a todos y enhorabuena por el trabajo que realizáis para que esta tradición perviva y no caiga en el olvido.











*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo, son propiedad del autor.