Bienvenidos a OBJETIVO TRADICIÓN, un proyecto que se basa en el estudio y la divulgación del rico patrimonio cultural inmaterial que posee España. Te invitamos a conocerlo a través de los ritos, costumbres, fiestas, tradiciones, folklore... que traemos hasta este espacio. ¡Gracias por tu visita!

domingo, 19 de octubre de 2014

ROMERÍAS EN LA CIUDAD DE TOLEDO (I): LA VIRGEN DE LA GUÍA


Entre las muchas tradiciones con que cuenta la Ciudad de Toledo, cabe destacar la celebración de diversas romerías a lo largo del año, a las que acuden toledanos y gentes de los pueblos cercanos para honrar a la Virgen en sus diferentes advocaciones, y también a algunos santos. Son varias las ermitas que se encuentran dentro y fuera de la ciudad, actuando como clara seña de identidad para cada uno de los barrios donde se asientan. En Toledo, la época de mayor concentración de romerías es la primavera, y más en concreto el mes de mayo. Pero debemos distinguir entre dos tipos de romerías que a mí me gusta denominar “romerías al campo” y “romerías urbanas”. En cuanto a estas últimas señalar que son muchas las parroquias y los barrios de Toledo que festejan a la Virgen de la misma manera que se hace en la otra tipología, que son las romerías propiamente dichas a un paraje donde se encuentra una ermita extramuros de la ciudad. El ritual es similar en estas romerías urbanas, y la asistencia también, pues en esta ciudad hay imágenes marianas que arrastran gran cantidad de devotos que acuden peregrinando también para venerarlas. Sería el caso de la Virgen de la Salud de Santa Leocadia, la Virgen de la Estrella del Arrabal, la Esperanza de San Cipriano… En todas ellas se repiten los mismos ritos que en las romerías a ermitas a las afueras de la ciudad como veremos más adelante.
El ciclo de romerías a ermitas extramuros se inicia a finales de abril con la romería de la Virgen de la Cabeza. La sigue la popular romería de la Virgen del Valle que es sin duda la de mayor tradición y arraigo en la ciudad y que tiene lugar el uno de mayo. Al Valle siguen la Virgen de la Bastida, el Santo Ángel Custodio, San Jerónimo y la Virgen de la Guía, de la que hablaré aquí.
La ermita de Nuestra Señora de la Guía se encuentra en un cerro situado a varios kilómetros de la ciudad de Toledo, a otro lado del río Tajo. En la actualidad se encuentra dentro de los terrenos propiedad de la Academia de Infantería, por lo que sólo se puede acceder a ella la víspera y el día de la fiesta que tiene lugar el 12 de octubre desde hace varias décadas, ya que antes se celebraba el último domingo del mes de mayo. Como señalaba anteriormente, cada romería suele estar adscrita a la devoción de un barrio determinado. En este caso son los vecinos del barrio de Santa Bárbara los que en su mayoría acuden a esta romería, siendo muchos de ellos hermanos de la cofradía de la Virgen.
La Virgen de la Guía cuenta con una curiosa a la vez que bonita leyenda, que nos da explicación de la existencia de la ermita en ese paraje. La tradición oral nos ha transmitido que siglos atrás sorprendió la noche a dos cazadores en el lugar donde hoy se levanta la ermita, y se encomendaron a la Santísima Virgen para que les ayudase. Ante la falta de visibilidad y viéndose perdidos en el campo, de repente detectaron una estela luminosa a la que siguieron. Se trataba de un pajarillo, en concreto una corneja, que llevaba un farol en el pico para “guiar” a los dos hombres. El animal les condujo hasta las ruinas de una antigua ermita. Uno de los dos cazadores mandó reconstruirla para dar veneración a la Virgen con la advocación de “la Guía”, en agradecimiento por tan portentoso milagro. Desde entonces creció la devoción a la Virgen a la que se han atribuido milagros y favores a lo largo de todos estos siglos.
La romería de la Guía es la última de todas las que se celebran en Toledo. Tiene lugar el 12 de octubre, fiesta del Pilar, comenzando los festejos la víspera. Como en toda romería toledana, no pueden faltar la función principal de la mañana, y la procesión por la tarde. En este caso, la Virgen de la Guía sale por los cerros y caminos que circundan la ermita a hombros de sus hermanos cofrades. Al regreso de la procesión, los anderos “bailan” la imagen al son de los acordes del himno nacional ante la puerta de la ermita.
Hay varios aspectos que hacen únicas a las romerías toledanas, y que por supuesto no faltan en esta de la Virgen de la Guía. Uno de ellos es el tradicional reparto de la rosca a cada hermano a modo de obsequio. Estas roscas se elaboran en las panaderías de Toledo, y nunca faltan en estas festividades. Se trata de un roscón elaborado a base de harina y huevo, y al que se añaden anises y azúcar. Cada hermano al pagar su cuota tiene derecho a recibir una de estas suculentas roscas. En algunas de estas romerías también se ponen a la venta para aquellas personas que, sin ser hermanos, quieran llevarse alguna.
Otra cosa que no puede faltar es el tradicional juego de las “quínolas”, presente en todas las romerías de Toledo, y que podríamos decir que se trata de una costumbre típicamente toledana. Es un juego de naipes en el que se paga una determinada cantidad por elegir una o varias cartas. Dependiendo de cómo lo decidan los organizadores, se pueden elegir varias cartas, resultando ganador el que reúna las mismas, o elegir una y resultar ganador aquél que tenga la carta que se saque de la baraja. Los que dirigen la quínola tienen una baraja española de la que al azar sacan una o varias cartas que determinarán quién será el agraciado. Los premios que se pueden obtener en estas quínolas pueden ser jamones, quesos, embutidos, las tradicionales roscas…
No se entiende una romería en Toledo sin la tradicional limonada y los tostones. La limonada se elabora a base de vino blanco, limón y azúcar, y se dispone en porrones para que los romeros la puedan degustar. Los tostones son garbanzos tostados y mezclados con yeso, y son repartidos junto a la limonada en unas mesas que la hermandad dispone en el patio de la ermita.
De esta manera transcurre la romería de la Virgen de la Guía a la que incluso algunos vecinos del barrio de Santa Bárbara acuden andando. Es un día en el que las familias se juntan en torno a la ermita para comer y pasar una agradable jornada festiva.

Ermita de Ntra. Sra. de la Guía

La Virgen de la Guía en su Camarín

La Virgen, el Niño y la corneja con el farol

Ofrendas de velas a la Virgen


Tradicional juego de las quínolas


Fuente consultada: VAQUERO FERNÁNDEZ-PRIETO, E., Nuestra Señora de la Guía. Imprenta Serrano. Toledo, 1996.

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.

lunes, 6 de octubre de 2014

LA FIESTA DEL SANTO CRISTO DE URDA: SIGLOS DE TRADICIÓN Y DEVOCIÓN


Durante siglos la localidad toledana de Urda, ha venido celebrando cada 29 de septiembre, día de San Miguel, la fiesta grande del Santo Cristo de la Vera Cruz. Una imagen de gran veneración, no sólo en esta localidad  manchega, sino también en muchas otras partes de España, destacando especialmente en las provincias de Toledo y Ciudad Real. Un Cristo al que se atribuyen infinidad de milagros, relacionados por lo general con la salud, y al que acuden a lo largo del año miles de personas para implorar su protección. El Cristo de La Mancha, como cariñosamente se le conoce, congrega en torno a su milagrosa efigie a peregrinos que, desde diferentes puntos acuden, muchas veces andando, para cumplir con su promesa.
El Cristo de Urda además cuenta con la concesión por parte de San Juan Pablo II del Año Jubilar, cuando su fiesta del 29 de septiembre cae en domingo. Son 3 los que Urda ha celebrado a lo largo de su historia, siendo el primero el que tuvo lugar en 1995.
Pero si hay que destacar unos momentos que sobresalen en toda la devoción que aglutina el Santo Cristo, son las procesiones que cada año tienen lugar el 28 y 29 de septiembre, cuando el Cristo es llevado a la parroquia y al santuario respectivamente. Gentes llegadas desde diversos puntos, acuden hasta Urda para acompañar al Cristo en las multitudinarias procesiones. La imagen va entronizada en su preciosa carroza en forma de barca surcando mares de gente que se afanan por ir cerca de él y poder agarrarse a la barca o a los cordones. Los vítores son constantes en todo el recorrido, los rostros de emoción se dejan ver al paso de la sagrada imagen. ¡Viva Jesús Nazareno! ¡Viva el Cristo de Urda! ¡Viva el Cristo de la Mancha! ¡Viva el Cristo de la Vera Cruz! ¡Viva el Cristo Milagroso! ¡Viva la fe que le tenemos! Se repiten una y otra vez por boca de los devotos. Las peticiones de salud en voz alta, las miradas esperanzadas puestas en el Nazareno, los suspiros, la añoranza, el anciano que no sabe si le volverá a ver a otro año, los padres primerizos que con sus pequeños recién nacidos acuden en busca de la protección del Santo Cristo, el enfermo que acude para recibir fuerzas y aliento para seguir luchando, el ausente que emigró de Urda y que acude cada año a la cita con su Cristo, el visitante que va movido por la curiosidad de presenciar la fiesta y que cada año vuelve ya por devoción, los cohetes que anuncian el paso del Señor, los pies descalzos en cumplimiento de una promesa, gentes de rodillas tras la procesión pidiendo la intercesión de Jesús Nazareno, las ofrendas que los fieles arrojan a la barca, las campanas con su volteo festivo, puestos con exvotos que se compran para agradecer al Cristo la curación de alguna dolencia física, el olor de las almendras garrapiñadas y los turrones que endulzan la fiesta… Esto es Urda, esto es el Santo Cristo: un imán poderoso que atrae cada año a los devotos hasta sus plantas para cumplir así con una tradición que ante todo es de Urda, pero que con los siglos se ha convertido en la tradición de toda una comarca, de toda una provincia, de toda una región… La fiesta del Cristo de Urda, “La Fiesta de los sentidos”.
Vítores ahogados por la emoción

La mirada de la fe

Orando ante el Santo Cristo

Santo Cristo de la Vera Cruz de Urda

Aferrados a la barca de la devoción

Cumpliendo promesa

La fe que le tenemos

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.