En la bella comarca de
la Siberia extremeña, se encuentra el pueblo de Helechosa de los Montes que,
llegadas las fiestas del Corpus, se transforma por completo para cumplir con
una de sus tradiciones más antiguas y queridas.
El Corpus Christi de
Helechosa destaca por su sabor tradicional, pues se trata de una celebración
que aúna ritos y sentimientos que dan como resultado una fiesta muy colorista y
de mucho significado para las gentes del lugar. La fiesta se celebra en Helechosa
el Domingo de Corpus y el domingo de la Octava, es decir, al siguiente. Son
varios los momentos por los que destaca, pero hay un aspecto por el que esta
fiesta se convierte en única: la presencia de los “Diablucos”. Estos
personajes representan las fuerzas del mal, el diablo. Me cuentan que
antiguamente solían ser dos los que participaban en la fiesta, y que incluso en
alguna ocasión la Hermandad se vio obligada a pagar a gente para que
desempeñara el cargo. En la actualidad son varios los “Diablucos” que
participan, asegurando así la pervivencia de la tradición. Son el principal
elemento desestabilizador de la fiesta en honor a Jesús Sacramentado y muy
probablemente su presencia, al igual que la de otros personajes de similares
características en otras fiestas, tenga origen en otros ritos antiguos de
carácter pagano, enmarcados dentro del Solsticio de Verano, y que sufrieron un
importante sincretismo con la llegada del Cristianismo, derivando en la actual
fiesta del Corpus. Visten de una manera muy pintoresca con monos de color rojo
con botonadura negra y roja, que además llevan capucha de color negro y una
especie de trenza que va desde la cabeza hasta el final de la espalda y que se
remata con una borla que hace referencia al rabo del diablo. Sin duda el
elemento más vistoso de todo el atuendo son las máscaras que portan los “Diablucos”,
de tonos negros y rojos, con aspecto demoníaco y con cuernos. Completan el
traje unos cascabeles cosidos en la parte baja de los pantalones que advierten
de su presencia y que representan lo ruidoso del pecado, los placeres del mundo
que siempre se nos presentan con una llamada atractiva pero engañosa. Llevan colgada
del cinturón una calabaza seca, que bien puede ser un elemento relacionado con
la fecundidad, pues desde antiguo este fruto ha tomado esta simbología, debido
a que contiene gran cantidad de pepitas que hacen referencia a esa fertilidad,
al igual que otros frutos como la granada. Por un lado esta fecundidad podría
referirse a la de la mujer, y definirse la calabaza como elemento fálico, y por
otro podríamos encontrarnos ante un rito de fertilidad de la tierra, es decir,
de llamada a las buenas cosechas que en esta época del año se encuentran en
todo su apogeo. También la calabaza en el mundo cristiano, que en este caso es
el que nos atañe, simboliza la vanidad y la brevedad de la vida por tratarse de
un fruto que crece y se estropea muy rápido. En este sentido vendría a referirse
al pecado, que en vida nos ofrece toda clase de placeres pero que llegada la
muerte todo se esfuma rápidamente. En contraposición está la Vida Eterna que
nos viene dada por Dios después de la muerte. Así encontramos seres opuestos:
los “Diablucos” que encarnan el
pecado, y el Santísimo Sacramento que anuncia esa Vida Eterna. Dos de ellos
portan grandes tambores con parche de piel, mientras el resto portan las
tradicionales castañuelas de forma picuda con las que van marcando el ritmo de
la danza, y que nuevamente se refieren a lo ruidoso del pecado que se muestra
siempre llamativo. Completa el atuendo el calzado de color blanco.
Otra parte fundamental
del Corpus de Helechosa son los altares que los vecinos colocan en diferentes
puntos del recorrido de la procesión. Normalmente estos altares son fruto de
una promesa, es decir, una persona que se ha encontrado en un trance
complicado, ofrece al Santísimo Sacramento preparar un altar para el día del
Corpus. Estos altares son dignos de ver, pues se decoran muy ricamente con
colchas bordadas, sábanas, manteles, mantones, reposteros, imágenes religiosas…
pero si por algo destacan es por la cantidad de alimentos y ofrendas que en
ellos encontramos. Corderos, palomas, cestas de frutas y verduras, botellas de
vino, frutas en conserva, cantidades de dinero en billetes y dulces de todas
las clases adornan estos altares. Entre los dulces encontramos algunos de los
más típicos de Helechosa como son las flores, la candelilla, los canutos, las
rosquillas… Se completa la decoración con gran cantidad de plantas y flores que
dan una impresionante vistosidad al conjunto. Después todos esos productos son
subastados en la tradicional “almoneda”
que tiene lugar por la tarde y en la que los vecinos pujan por conseguir alguno
de esos manjares, siendo el total de la recaudación para la Hermandad del
Santísimo.
Todas las calles por
las que pasará la procesión se adornan con colgaduras, sábanas que a modo de
palio cubren el paso de la Custodia, pendones, ramas de árboles, palmas… Y
todas se alfombran con helechos, y plantas aromáticas que dan gran vistosidad al
paso del cortejo.
Como decía, los “Diablucos”
son protagonistas en esta fiesta. El domingo de Corpus por la mañana, antes de
la misa, y cuando ya está todo el pueblo engalanado, salen con la cara descubierta
a recorrer las calles de Helechosa haciendo sonar los tambores y las
castañuelas. Este recorrido puede hacer referencia al deseo del maligno de
impregnar todas las calles por las que pasará el Santísimo, y que finalmente quedarán
bendecidas y purificadas. Es en este momento cuando recogen al mayordomo de la
cofradía y a las autoridades en sus domicilios, dirigiéndose por último a la
casa del señor cura, quien les ofrece un refresco antes de partir a la iglesia,
y les hace entrega de las máscaras que tenía guardadas en su casa. Al llegar la
comitiva a la puerta de la iglesia, los “Diablucos” comienzan su incesante
danza ritual y se colocan en la puerta componiendo un arco con sus brazos, por
el que han de pasar el sacerdote y las autoridades. Antes de entrar en el
templo, los “Diablucos” han de dejar sus máscaras fuera de la iglesia, y las
cuelgan del gran cerrojo de la puerta, para ponérselas de nuevo finalizada la
Misa. Durante la celebración eucarística hacen acto de presencia destacando el
momento de la Consagración, en el que ante la presencia real del Señor, golpean
enfurecidos sus instrumentos, impidiendo que los fieles escuchen las palabras
que el sacerdote pronuncia en ese instante. Acabada la Misa se vuelven a poner
las máscaras y da comienzo la procesión del Santísimo bajo palio al que ellos
preceden ejecutando su danza. La danza consiste en dar enérgicos brincos
acercándose y alejándose del sacerdote que porta la custodia. Se acercan
primeramente de frente, y al llegar ante el Santísimo Sacramento hacen una
especie de reverencia, haciendo referencia al triunfo del bien sobre el mal,
pues la presencia del Señor les incomoda; después marchan hacia delante dando
la espalda. La procesión se va deteniendo en todos y cada uno de los altares
donde el sacerdote bendice con el Santísimo. Mientras tanto los “Diablucos”
son obsequiados con bebidas por parte de los vecinos que han preparado el
altar, para que aparte de descansar, no interrumpan el momento de la bendición
y no distraigan a los fieles. La procesión vuelve a la iglesia, pero los “Diablucos”
–el mal- no se han dado por vencidos ante la santificadora presencia del Señor.
Será cuando la Custodia haya llegado al interior del templo, cuando salgan de
forma atropellada y a la carrera a la calle, habiendo sido derrotados,
triunfando el bien, identificado en la presencia real de Cristo.
Al domingo siguiente,
en la fiesta conocida como “la Octava”, los “Diablucos” de la misma
manera vuelven a hacer su aparición, dando así por finalizada esta curiosa e
interesante fiesta que Helechosa de los Montes celebra cada año con la misma
devoción.
Agradezco la colaboración
de mi amigo Julián Carril, sacerdote hijo de Helechosa, que me ha aportado
información sobre esta fiesta.
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Frutas y verduras ofrcidas en un altar |
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Los "Diablucos" se dirigen a la casa del cura |
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Ofrenda de un cordero |
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Dos pichones en uno de los altares |
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Los frutos de la tierra se ofrecen al Señor en Helechosa |
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El cura entrega las caretas a los "Diablucos" |
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Las máscaras aguardan colgadas en la puerta durante la misa |
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"Diabluco" ante la custodia |
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Precioso altar de ofrendas |
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Los vecinos de Helechosa sacan sus mejores galas |
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Las típicas castañuelas de los "Diablucos" |
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Ofrenda de tipo económico en uno de los altares |
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La calabaza que portan en la cintura los "Diablucos" |
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La típica máscara de "Diabluco" |
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
Chapeau! !!!!!
ResponderEliminarChapeau! !
ResponderEliminarChapeau! !
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