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miércoles, 28 de enero de 2015

“LAS PACES” DE VILLARTA DE SAN JUAN


 
Dentro de las fiestas del ciclo de invierno, encontramos una a caballo entre los Santos Viejos y la Candelaria. Es la fiesta de la Virgen de la Paz, que se celebra el día 24 de enero, un día después de San Ildefonso.
Son muchos los lugares que cuentan entre sus tradiciones con la celebración de esta advocación mariana; pero hay un pueblo que sobresale del resto por la forma tan peculiar que tiene de honrar a su Patrona, la Virgen de la Paz. Es la localidad manchega de Villarta de San Juan, en la provincia de Ciudad Real, que celebra una curiosa fiesta que se conoce con el nombre de “Las Paces”, y donde el máximo protagonismo lo tienen la Virgen y las miles de docenas de cohetes que los villarteros lanzan mientras su patrona recorre las calles de la localidad.
Desde hace varios siglos Villarta honra a la Virgen de la Paz y celebra sus fiestas los días 23 y 24 de enero. Desde siempre la pólvora ha sido el elemento principal de la fiesta, pues las familias de Villarta ofrecieron y ofrecen docenas de cohetes en agradecimiento a la Virgen por algún favor recibido. Dependiendo de la promesa realizada se ofrecen más o menos docenas. Antiguamente era costumbre que se reunieran los miembros de cada familia para cumplir la manda, y todos participaban en el lanzamiento de cohetes, niños y mayores. Me contaban unos hermanos villarteros que cuando uno de ellos estuvo cumpliendo el servicio militar en Sahara, su padre ofreció lanzar varias docenas de cohetes cuando volviese, para agradecer a la Virgen que le protegiera en el destino tan lejano que le había tocado. Y es que no hay un hijo de Villarta de San Juan que no haya lanzado cohetes en honor a su Virgen. Es una tradición que pasa de padres a hijos y que cada vez se afianza más.
Las peñas coheteras tienen un gran peso en la fiesta desde que hicieran su aparición hace ya algunas décadas. Durante todo el año van reuniendo dinero para comprar los cohetes que después lanzarán en la procesión del 24 de enero. Cada peña cohetera tiene su propio uniforme que se compone de un mono del color propio de la peña, gorra, y otros elementos de protección para evitar quemaduras ocasionadas por la pólvora.
La fiesta se inicia el 23 con la procesión de vísperas que lleva a la Virgen de la Paz hasta el antiguo templo parroquial donde se le entonan cánticos. A su regreso y una vez finalizada la procesión se enciende en la plaza una gran hoguera con una enorme cantidad de leña y ramas que los jóvenes han traido del campo por la mañana.
El día grande es el 24. Desde primeras horas de la mañana Villarta huele a pólvora, suena a cohete, late al unísono en torno a su patrona en su día grande. A media mañana tiene lugar la misa, a la que sigue la procesión, momento único y punto álgido que hace a esta fiesta merecedora del título que ostenta de Fiesta de Interés Turístico Regional. La Virgen de la Paz sale a hombros de sus hijos y es recibida por una gran descarga de cohetes y con el lanzamiento de globos blancos. Las peñas coheteras encabezan la procesión y desde que sale la Virgen no cesan de tirar cohetes hasta que pasadas unas seis horas se recoge de nuevo. Miles de cohetes son lanzados al aire, el estruendo invade las calles, el cielo azul de repente se ve encapotado por el humo de la pólvora, miles de carrizos atraviesan el aire y caen al suelo y sobre los tejados… La Virgen avanza entre vivas y piropos y entre la marea humana que la rodea, hay momentos en que parece flotar entre nubes de humo. Cada cohete un anhelo, una promesa, un sincero agradecimiento a la Virgen. Es impresionante ver la emoción reflejada en los rostros de los villarteros, el manejo que tienen a la hora de lanzar los cohetes, pues lo hacen a mano sin valerse de soporte alguno; y todo por devoción y amor a su Patrona. La imagen avanza muy lentamente, se detiene muy a menudo, y los coheteros no descansan. Sacos y sacos de cohetes que se agotan en un abrir y cerrar de ojos… La Virgen bien entrado el mediodía llega de nuevo a la antigua parroquia como lo hiciera el día anterior. Allí de nuevo sus hijos entonan la Salve y los himnos para después dar paso a uno de los momentos más esperados por villarteros y visitantes: la “Operación 2000”.
La Virgen es trasladada al mirador de la iglesia para presenciar el lanzamiento de 2000 docenas de cohetes que estallan en menos de un minuto. Es una tradición que se instauró hace algunas décadas y que se sufraga con donativos que se van recogiendo a lo largo de todo el año. 2000 docenas de cohetes que rompen la atmósfera en un abrir y cerrar de ojos dejando dibujada en el cielo una gran nube de humo gris y otras miles de pequeñas estelas que ha dejado cada uno de los cohetes y que lentamente se van alejando. Después de este corto instante de tiempo los villarteros comienzan a soñar otros 365 días para que llegue ese día y ese momento tan anhelados.
La Virgen retorna de nuevo a la iglesia, las peñas coheteras continuan lanzando cohetes durante las otras tres horas aproximadamente que se prolonga el retorno de la sagrada imagen. Como dato curioso me cuentan mis informantes que casi siempre la procesión va a compañada por la banda de música de Villarta, pues en alguna ocasión que vino una banda de fuera, los músicos no soportaron el estruendo de los cohetes y se negaron a continuar tocando. Cuando la Virgen llega a la iglesia tienen lugar las pujas para introducirla en el templo, que se alargan durante un largo rato, pues cuando se cierra una cantidad y la Virgen se dispone a entrar, se oye la voz de algún devoto que sube el importe para tener el honor de pasar a la iglesia a su patrona. La Virgen retrocede, y así durante varios intentos hasta que se alcanzan las cifras máximas que otorgan ese privilegio. Villarta de San Juan despide así sus fiestas de “Las Paces” hasta otro año.
Agradezco a la familia Garrigós su amabilidad y su hospitalidad, pues nos recibieron con los brazos abiertos y fue un placer escucharles hablar emocionados de la tradición más grande de su pueblo. Agradezco especialmente a mi amigo Gonzalo, pues gracias a él he podido vivir muy de cerca esta preciosa fiesta.
 
Preparando la Operación 2000
 
Operación 2000
 
Tradiciones que pasan de padres a hijos
 
Miles de cohetes son lanzados al aire
 
La Virgen avanza entre la gran nube de humo
 
La Santísima Virgen de la Paz
 
Peñas coheteras
 
Miles de cohetes esperan surcar el cielo de Villarta
Orgullo de los villarteros
*Todos los textos, así como las fotos y los archivos de vídeo son propiedad del autor.

viernes, 23 de enero de 2015

LOS MAYORDOMOS DE LA MATA


La Mata, pueblo toledano famoso por sus mazapanes y sus deliciosos dulces, cada año celebra una fiesta de invierno muy peculiar, y que para los mateños es la de mayor arraigo. Se trata de la fiesta de los Mayordomos, que se celebra en honor a San Ildefonso y San Sebastián, en el fin de semana más cercano a las festividades de ambos santos, que tienen lugar el 20 y el 23 de enero.
Esta fiesta tiene como protagonistas a los Mayordomos de los que recibe su nombre, entre los que se distinguen dos grupos: los Mayordomos Nuevos y los Mayordomos Viejos. Los Mayordomos son las parejas que se han casado en el último año, y es el párroco del pueblo el que los designa por el hecho de haber registrado su matrimonio en los libros de casamientos de la parroquia. Los Mayordomos Nuevos o entrantes toman el relevo a los Mayordomos Viejos o salientes. A estos cargos se accede a través de un ceremonial que se alarga durante un fin de semana entero y que más adelante describiré. Destaca la figura del Mayordomo Mayor, que es aquel que se casó el primero en el año, y al que los demás rinden respeto por representar la autoridad de la fiesta. Porta una tralla en las diferentes celebraciones, y el cetro en los cultos religiosos.
La fiesta comienza el viernes con un rito muy característico que es el ceremonial de “vestir a los santos”. Los Mayordomos se encargan de colocar en andas y engalanar las imágenes sagradas. A San Sebastián le adornan con un vistoso árbol o ramo que se decora con mandarinas, rosquillas, lazos y campanillas, y se le coloca una banda de tela roja que cruza su torso. A San Ildefonso, cuya imagen representa el momento en que recibe la casulla de manos de la Virgen, se le engalana con palmas y flores y un gran lazo rojo. Pero lo que más llama la atención de esta ceremonia es el empleo de claras de huevo batidas por parte de las mayordomas, con las que sacan brillo a las imágenes de los santos, y que según la tradición a través de este rito, las mayordomas recién casadas solicitan el favor de los santos para quedarse pronto embarazadas.
El viernes por la noche se enciende en la plaza la tradicional hoguera que en la La Mata recibe el nombre de “chosca”. En torno al fuego, Mayordomos y mateños bailan sin parar iniciando así las fiestas.
Ya el sábado por la mañana tiene lugar una de las dos celebraciones religiosas de la fiesta, en la que se procede al nombramiento de los Mayordomos Nuevos por parte del señor cura. Acabada la eucaristía la procesión con las imágenes de San Sebastián y San Ildefonso recorre las calles de La Mata. Las Mayordomas Nuevas encabezan la comitiva portando el estandarte de San Ildefonso, al que sigue la imagen de San Sebastián que es llevado a hombros por los Mayordomos Nuevos o entrantes. Cierra la procesión la imagen de San Ildefonso que es portada por los Mayordomos Viejos o salientes, y acompañada por las Mayordomas Viejas vestidas de mantilla. El Mayordomo Mayor destaca del resto por llevar un cetro y una escarapela prendida en la solapa de la chaqueta, y es quien representa la autoridad. Un aspecto importante de la fiesta y por supuesto de la procesión, es la presencia de la música que acompaña al desfile interpretando una tradicional y repetitiva marcha de procesión. Estas marchas y toques antiguamente eran interpretados por los afamados gaiteros o dulzaineros mateños, que se encargaban de amenizar con su música gran parte de las fiestas de la comarca.
La plaza es el principal escenario de esta fiesta y elemento de poder de los Mayordomos Viejos que son quienes la toman durante las fiestas, teniendo restringido el acceso los Mayordomos Nuevos hasta el domingo. La tarde del sábado los Mayordomos Viejos son los que alcanzan el máximo protagonismo en la plaza, donde bailan las seguidillas y el rigodón, bailes típicamente mateños, que son interpretados por los músicos que mencionábamos antes y que son contratados por los Mayordomos para amenizar toda la fiesta. Es en este momento donde se ofrecen los buñuelos de chorro o churros, un dulce típico de estas fiestas. Mientras tanto los Mayordomos Nuevos recorren el pueblo también cantando y bailando. Hay que destacar los diferentes atuendos que ambas mayordomías llevan para cada momento de la fiesta, que ellos mismos confeccionan y costean, y que tienen temáticas muy diferentes, que van desde trajes regionales hasta vistosos vestidos de fantasía.
El domingo tiene lugar otra jornada importante, quizá la de mayor relevancia de toda la fiesta. Muy de mañana los Mayordomos Viejos y los Mayordomos Nuevos recorren las calles de La Mata entonando canciones y coplillas que han compuesto para la ocasión. Siempre se sirven de panderetas y castañuelas adornadas con cintas de colores para acompañar los cantares. A media mañana tiene lugar la Misa donde el párroco nombra al Mayordomo Mayor entrante que recibe el cetro de manos del saliente, en una ceremonia muy emotiva en la que este último dedica unas palabras al entrante, animándole a continuar con la tradición. Entre el regocijo de mateños, amigos y familiares, los Mayordomos salen a la puerta de la iglesia donde se reparte la tradicional rosca de piñonate, otro de los dulces típicos de la fiesta. Acto seguido los mateños forman el tradicional corro en la plaza donde los Mayordomos Viejos primero, y los Nuevos después, entonan y bailan las tradicionales coplillas o cantares que ellos mismos componen y que se acompañan de las melodías que interpretan los músicos. Antes de comenzar el baile, el Mayordomo Mayor abre espacio con la tralla recorriendo todo el corro. Cada año las coplillas son nuevas y cada mayordomía les da un toque muy particular y característico; se valen de melodías de canciones de actualidad y de otras de siempre, a las que añaden sus propias letras en las que hablan de ellos mismos y de esta fiesta tan importante para La Mata. Reproduzco algunas estrofas de los cantares de la mayordomía que recogí en 2014:
Cuando se pasa un mes del invierno
En nuestro pueblo tenemos la tradición
Que los recién casados nos juntemos
En torno de música, trajes y canción.
Y hasta la crisis ha afectado a nuestra fiesta
Que cada vez quiere menos gente bailar
Por ser poquitos pedimos al pueblo entero
Junto a nosotros que se animen a cantar.

Glorioso San Ildefonso
Y Glorioso también es San Sebastián
Fiesta en que los Mayordomos
Alegramos nuestras calles al pasar
Y unimos al pueblo entero
Celebrando a nuestros Santos
Gritemos juntos el canto
Diciendo que esta gran fiesta es
La más bonita de España…
La tarde del domingo los Mayordomos Viejos ocupan de nuevo la plaza donde se vuelven a bailar las seguidillas y el rigodón. Allí esperan a que los Mayordomos Nuevos, que siguen con la fiesta por las inmediaciones, vayan a “pedir la plaza”. La petición de la plaza supone el traspaso del poder total de una mayordomía a otra, es decir, la entrega de la plaza supone el comiendo y el final de una y de otra. Pasadas unas horas y tras varios intentos, se procede a la entrega. Ambas mayordomías se colocan enfrentadas, y los Mayordomos subidos a hombros recitan las tradicionales coplillas que han compuesto para ese momento de la fiesta. Todos los Mayordomos, tanto los nuevos como los viejos, tienen su turno para subir a hombros y recitarlas. Entre ellos hacen intercambio de sus sombreros en señal de amistad, y en las coplillas narran aspectos graciosos de la vida diaria del contrario, como por ejemplo alusiones a la profesión, a una próxima paternidad… El pueblo se congrega en torno a ellos y junto a las mayordomas van marcando la cadencia de las coplillas al grito de ¡bien!. Es un momento muy emocionante, para unos porque han cumplido con la tradición tan arraigada de su pueblo, y para otros por la ilusión con la que acceden al cargo en espera de un año intenso de encuentros y reuniones de amistad. Pues hay que recordar que las mayordomías suponen un importante vínculo de unión entre las parejas que las componen, en el seno de las cuales se forjan importantes vínculos amistosos que durarán toda la vida. En las coplillas, como no podía ser menos, siempre tienen su lugar los dos santos a los que se dedica la fiesta, comenzando muchas de ellas con los típicos versos:
Glorioso San Ildefonso
Y también San Sebastián…
Una vez que todos han recitado sus coplillas, se da por entregada la plaza, y se pone broche a la fiesta con los tradicionales bailes.

Traspaso de Cetro al Mayordomo Mayor entrante
El párroco presencia la entrega del cetro
El nuevo Mayordomo Mayor
El Mayordomo Mayor abre espacio en el corro
Los alegres bailes de los Mayordomos
Los Mayordomos Nuevos se dirigen hacia el corro
El turno de los Mayordomos Nuevos
San Ildefonso "vestido" para la fiesta
Las Mayordomas Nuevas portan el estandarte
Los Mayordomos Nuevos portan a San Sebastián
El Mayordomo Mayor preside la procesión

Fuente consultada: VV.AA (Asociación Comarcal Castillos del Medio Tajo), Cultura y Tradición, síntesis del inventario. I. Gráficas Rafael S.L. Torrijos (Toledo), 2006.

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.

jueves, 8 de enero de 2015

“EL BAUTIZO DEL NIÑO” DE PALENCIA


Cada uno de enero la ciudad de Palencia cumple con una tradición que llena los corazones palentinos y que supone una de las más grandes señas de identidad. Se trata de la singular fiesta del “Bautizo del Niño”, cargada de muchos siglos de antigüedad, y que se viene celebrando con la misma ilusión y devoción que antaño.
La fiesta surge entre finales del siglo XV y principios del XVI, siempre ligada a la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, que es la encargada de venerar a la sagrada imagen del Niño, y de preparar los cultos y la fiesta en su honor. El marco en que se desarrolla la celebración es la iglesia de San Miguel, emblemático templo de Palencia situado muy cerca de los márgenes del río Carrión, y en torno a la cual se encontraba el barrio judío. Este último dato ha hecho pensar a historiadores y conocedores de la fiesta, que tal vez la tradición tenga raíces judías, y que en un primer momento se celebrase la “Circuncisión” del Niño Jesús, pasando con los siglos a celebrarse el “Bautizo”.
Son varios los momentos y actos que dan a esta festividad ese marcado carácter tan entrañable, que hace que esta tradición sea, si no la más, una de las más queridas por los palentinos.
El centro de la fiesta es la imagen del Niño Jesús, de factura barroca, al que se dedica la celebración, y al que se “bautiza”. Es curioso que la sagrada efigie  no se encuentre en la iglesia, sino que durante todo el año se custodia en el conocido como “Palacio del Niño”, que es la sede de la Cofradía del Dulce Nombre donde tienen lugar juntas, reuniones, los convites del día del Bautizo… El Niño tan solo abandona su casa el 31 de diciembre para salir en procesión al día siguiente desde San Miguel.
La fiesta comienza en la mañana del primer día del año, con la solemne misa y la ofrenda floral ante la imagen del Niño. Adquieren gran protagonismo los que podríamos denominar “cargos” de la fiesta, que son los alcaldes, los capilleros, las madrinas –adulta y niña-, y el mayordomo. Todos ellos son los máximos representantes de la Cofradía en este día, y quienes presiden los actos y cultos. En el momento de la misa, abren la comitiva hacia el altar y se colocan a ambos lados presidiendo la celebración. Antes del ofertorio tiene lugar la ofrenda de flores para el Niño, que los cofrades, sobre todo los más pequeños, entregan ante la imagen del Niño Jesús. Finalizada la eucaristía, tiene lugar el aperitivo en el Palacio del Niño, al que se invita a todos los asistentes.
Pero el momento más esperado de toda la jornada es la procesión del Niño Jesús por la tarde. A primera hora los fieles se congregan en la iglesia de San Miguel para asistir al rezo del Santo Rosario y a la Renovación de las Promesas del Bautismo. Finalizadas estas, la imagen del Niño inicia la procesión por el interior del templo donde comienza a ser bailado a los sones del “Ea”, villancico antiquísimo que aporta a la fiesta siglos de tradición y renombre. Según las fuentes, podríamos estar ante uno de los villancicos más antiguos de la cristiandad, probablemente salido de la pluma de un juglar, y tan antiguo como la fiesta. El título completo del villancico es: “Divinos Versos en obsequio y alabanza del Dulce Nombre de Jesús”, pero en Palencia se conoce tradicionalmente con el nombre de “Ea”, interjección que da inicio al primero de los versos que componen el estribillo. Se compone además de varias decenas de estrofas en las que se va narrando el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, la Matanza de los Inocentes, la Huida a Egipto… Se trata de una pieza única por su antigüedad y por su belleza, una pieza que da carácter propio a esta tradición, puesto que es exclusiva de la misma. A continuación dejo alguna estrofa y el estribillo del villancico:
Al principio del Mundo
Profetizaron
La venida del Niño
Ya se ha llegado

Ea, que eres como una perla
Ola, que los niños te adoran
Oye, que te rondan pastores
Vaya, que eres Sol refulgente
Niño del alma, Niño del alma

Tú eres el Rey del Cielo
Y de la Tierra
De los niños más bellos
La mejor prenda…
La imagen del Niño Jesús atraviesa el umbral de la puerta de San Miguel entre el regocijo y la emoción de los presentes, la banda de música interpreta los acordes del “Ea”, al tiempo que los cofrades intentan conseguir el privilegio de “bailar” al Niño.  El trono donde procesiona la tierna imagen del Divino Infante va adornado con flores y lazos, y del pequeño templetillo cuelgan campanillas que suenan alegres al mecer y bailar al Niño. La procesión rodea la iglesia, primero portan las andas las autoridades civiles y religiosas y después los cofrades. Todos los palentinos conocen bien la letra de su más querido villancico, todos lo entonan al unísono haciendo bailar a la imagen del Niño como señal de alegría. Mucha gente viste ese día el traje tradicional palentino, los hombres portan muy elegantemente las capas castellanas, la madrina lleva mantilla, los cohetes no paran de sonar…
Cuando la imagen vuelve a la puerta del templo gira mirando hacia los balcones de la Casa Parroquial que se encuentra enfrente para protagonizar otro de los momentos más importantes de la fiesta: la “pedrea”. Consiste en el lanzamiento de cientos de kilos de caramelos y confites, que son recogidos por todos aquellos que se congregan en la pequeña plaza. Son lanzados por las autoridades y por las madrinas y los alcaldes de la cofradía. Se trata de un entrañable acto que se repite en los bautizos de Palencia y de otras partes de España, donde también recibe el nombre de “bateo”. La ilusión de los niños es máxima protagonista de este momento. Las caras de ilusión, de sorpresa, de inocente avaricia… ponen broche a una fiesta muy bonita que apuesta por conseguir la declaración de interés nacional.
Fuente consultada: "Bautizo del Niño", Historia de una tradición". Libreto editado por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Palencia en 2015.

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
Alcaldes y Capilleros presiden la ofrenda floral

Capilleros y Alcalde

Los Alcaldes

"Ea, que eres como una perla"

Comienza el baile del Niño

Tres generaciones de coheteros

La elegancia de las capas castellanas

Luciendo el traje palentino

La "pedrea"

El Niño de San Miguel


Caramelos y confites de la "pedrea"