Navalagamella
es un bello pueblo de la Comunidad de Madrid, situado en la sierra oeste. Villa
histórica que perteneció y aún hoy pertenece a la Comunidad de la Villa y
Tierra de Segovia, y dentro de esta al Sexmo de Casarrubios, en la actualidad
con cabecera en El Escorial.
El
calendario festivo de Navalagamella es muy nutrido a la par que interesante,
pues este pueblo madrileño conserva tradiciones y muestras de folklore que, a
pesar de los nuevos tiempos, se mantienen gracias al cariño y al tesón que
ponen sus vecinos para que no se pierdan. Entre esas fiestas encontramos la que
hoy traigo hasta aquí, y que probablemente sea la que con más cariño celebran
los “talegueros”: la Fiesta del Niño. He ido hasta Navalagamella a estudiar
esta fiesta in situ, a hacer trabajo
de campo, y vaya que si lo he hecho. He dado por mediación de Don Pedro, el
párroco que nos ha tendido su mano desde el primer momento, con una persona que
vive la fiesta muy de cerca y que sobre todo la respeta y la toma como seña de
identidad de su pueblo. Se trata de Marisa, madre de uno de los “bailarines”,
que nos ha abierto las puertas de su casa y las de su memoria, y nos ha
descrito la fiesta paso a paso mostrándonos la indumentaria y los cantos
tradicionales de esta antigua tradición.
La
Fiesta del Niño en Navalagamella se pierde en la noche de los tiempos, no se
conoce fecha exacta en que se comenzó a celebrar. Mi informante nos aporta un
dato cronológico, refiriendo que según ha oído siempre por boca de su abuela,
un tío suyo ya fue bailarín en el año 1928. Siempre se ha celebrado el 1 de
enero, el Día del Niño, día en que hasta la segunda mitad del siglo XX, según
el calendario de la Iglesia, se celebraba la Circuncisión del Señor. A esta
festividad litúrgica se hace referencia en las coplillas que se cantan en
Navalagamella la noche de la víspera y de las que hablaré más adelante. La
fiesta tiene varias partes divididas en tres jornadas: el 31 de diciembre, el 1
y el 2 de enero.
El
31 de diciembre, muy de mañana, los quintos salen al monte a cortar leña para
la hoguera que tras las campanadas se enciende en la plaza. Es costumbre que
previo al encendido de la hoguera, el pueblo se reúna en torno al reloj de la
plaza y tome las uvas. Tras ello se prende fuego a la hoguera y es cuando la
Fiesta del Niño comienza oficialmente. Los bailarines ejecutarán la primera de
las danzas a modo de ensayo general para el momento culminante, que tendrá
lugar en la procesión del día siguiente. Antiguamente en esta noche, los
bailarines y mayordomos recorrían las casas de las mozas casaderas que había en
el pueblo para cantarles las tradicionales coplillas, era costumbre que a cada
moza la cantase su pretendiente si éste formaba parte de los cuatro bailarines
o los cuatro mayordomos. En la actualidad las coplillas se cantan en la plaza
en torno a la hoguera, manteniendo viva así una joya del folklore de esta
localidad. Las coplillas en su parte religiosa hablan del Nacimiento de Cristo,
de la Circuncisión, de la Adoración de los Reyes… En su parte profana hablan
del bollo, dulce que antiguamente preparaban las mujeres para entregarlo a los
mayordomos y bailarines en la petición de aguinaldo, así como de las mozas a
las que se iba a rondar. He tenido la gran suerte de poderlas escuchar por boca
de mi informante, y de grabarlas. A continuación las reproduzco, y adjunto al
final de la entrada un vídeo donde se pueden escuchar:
Para
celebrar la Gloria
Del
Mesías Soberano
Damos
principio esta noche
Por
ser víspera de año.
Entre
cuatro mayordomos
Así
nobles como honrados
Celebramos
muy gustosos
Con
alegría cantamos
Las
penas y sentimientos
Que
en el camino pasaron
La
Soberana María
Y
su Dulce Esposo amado.
Para
llegar a Belén
Cinco
días caminaron
Y
por no encontrar posada
Se
salieron del poblado.
En
un humilde portal
Que
al nulo estaba arruinado
Nació
aquel Sol de Justicia
De
frío todo temblando.
Los
pechos que lo reclinan
Por
haberlo sustentado
El
primer día de Enero
Tratan
de “circunciliarlo”.
Jesús
le ponen por nombre
Por
ser el más elevado
A
los seis días siguientes
Tres
Santos Reyes llegaron
Que
venían del Oriente
Por
una estrella guiados.
Mostrando
pechos por tierra
Humildes
se arrodillaron
Ofreciéndole
sus dones
Su
bendición alcanzaron
La
del Reino de los Cielos
¡Que
es la que más deseamos!
Aguardaros
compañeros
Que
en esta casa hay doncella
Un
bollo tendrá que dar
Más
blanco que la azucena
Masado
con aguardiente,
Anís,
azúcar y almendra.
Cuando
nos le salga a dar
Aquí
esta noble doncella
A
hablar mal de su hermosura
No
se atreverá mi lengua
Ni
a decir cosa ninguna
Sólo
al ver tanta belleza.
Quédate
con Dios morena
Nos
vamos a retirar
Que
está la noche muy fría
Y
es preciso descansar.
El
día 1 de enero se celebra el “Día del Niño”, donde los mayordomos y los
bailarines adquieren el máximo protagonismo. En este día visten la indumentaria
tradicional de esta fiesta que consiste en un mantón de manila que llevan sobre
los hombros, el gorro profusamente decorado con cintas y abalorios, y las 6
cintas de colores que guardan una curiosa peculiaridad, pues en este día los
bailarines las llevan sueltas para que se muevan al compás de la danza, al
contrario que los mayordomos que las llevan enrolladas en el gorro que
depositan a los pies del Niño. El día 2 de enero será todo lo contrario: los
mayordomos las llevarán sueltas y los bailarines recogidas en el gorro.
Antiguamente
el cargo de mayordomos lo desempeñaban cuatro mozos que ya venían licenciados
del servicio militar, y el cargo de bailarines cuatro mozos que próximamente se
iban a tallar. Quien un año era bailarín luego pasaba a ser mayordomo al año
siguiente. En la actualidad y desde hace ya unos años, según me comenta mi
informante, al no existir el servicio militar, no todo el mundo está dispuesto
a ser mayordomo o bailarín. Por ello desempeñan estos cargos un grupo de
jóvenes del pueblo que no quieren por nada del mundo que se pierda esta bonita
tradición. Hay mayordomos y bailarines que llevan ya varias décadas ostentando
estos cargos, y hay jóvenes que aún están dispuestos a formar parte de la
fiesta cogiendo el relevo a los anteriores, cosa muy importante y digna de
agradecer, pues gracias a ellos se mantiene la celebración.
En
este día mayordomos y bailarines se reúnen en la plaza del pueblo para
dirigirse a la iglesia para la celebración de la Santa Misa. Van en todo
momento acompañados por la gaita y el tambor. Al llegar al templo, los cuatro
mayordomos son los primeros en entrar, y se dirigen hacia el lugar donde está
el Niño Jesús. A sus plantas sobre las andas depositan los cuatro gorros que le
escoltarán durante toda la procesión. A continuación entran los cuatro
bailarines que llevan a cabo el mismo ritual, colocando esta vez los gorros
sobre los de los mayordomos. Los bailarines no conocen la identidad del mayordomo al que pertenece el gorro hasta el
momento en que se disponen a portar las andas, cada uno en el lugar donde lo depositó.
Mayordomos y bailarines irán en parejas según haya quedado la disposición de
los gorros, y de esta manera cada mayordomo irá siempre emparejado con un
bailarín. La costumbre de antaño era que durante los días 1 y 2 de enero, cada
mayordomo debía invitar al bailarín con el que formaba pareja a comer en su
casa con su familia.
Tras
la Misa tiene lugar la procesión, el momento de mayor intensidad de la fiesta
donde los cuatro bailarines ejecutan sus danzas al son de las castañuelas,
siendo los cuatro mayordomos los encargados de portar las andas sobre las que
va el Niño Jesús. Otra peculiaridad de esta celebración es la decoración de las
andas, una tarea muy trabajosa para quienes la realizan pues se engalanan a
base de papel de seda de colores al que dan forma de globo y con mantones. También se cuelgan
de estas estructuras de papel 13 mandarinas que se repartirán entre la gente al
finalizar la procesión, entregando un gajo a cada persona para que a nadie le
falte el sustento a lo largo de todo el año que acaba de comenzar. La presencia
de los números en esta fiesta es algo que me llama poderosamente la atención: 4
bailarines, 4 mayordomos, 6 cintas en el gorro, 13 mandarinas. Puede que no sea
algo casual, pues por ejemplo las 13 mandarinas pueden tener el mismo
significado que las arras de las bodas: cada una de las 12 para asegurar el
sustento para cada mes del año, y la decimotercera para los pobres. Las 6
cintas podrían hacer referencia a la imperfección del hombre que fue creado por
Dios al sexto día, lo humano frente a lo perfecto, frente a lo divino (en este
caso el Niño). Los 4 bailarines y por otro lado los 4 mayordomos, pueden hacer
referencia a los cuatro Evangelistas, o a la tierra, a los cuatro puntos
cardinales, pues el cuatro es el número de la creación.
Durante
la procesión los 4 bailarines ejecutan las danzas delante de la imagen del Niño
al son de la típica canción que interpretan la gaita y el tambor. Se trata de
una baile de adoración al Niño en que los bailarines llevan a cabo una serie de
mudanzas basadas por lo general en movimientos que describen cruces. Todos llevan
castañuelas. La procesión recorre las calles del pueblo volviendo de nuevo a la
iglesia parroquial.
El
día 2 de enero es conocido en Navalagamella como “Día del Bollo”. Se denomina
así porque antiguamente las mujeres elaboraban bollos de manteca, que era el
aguinaldo que entregaban a mayordomos y bailarines cuando iban casa por casa
recorriendo el pueblo. Con lo que se recauda en este día en la petición de
aguinaldo, se paga la gaita y el tambor, también parte fundamental de la
fiesta. Desde antaño y también por costumbre, siempre han sido músicos del
pueblo segoviano de Matabuena quienes han tocado en esta fiesta. Me comentan
que en la actualidad los músicos son descendientes de los que se contrataba
antiguamente.
Desde
muy temprano comienza esta petición por todas las calles del pueblo, incluidas
las fincas del término municipal. Los vecinos de Navalagamella antes de
entregar el aguinaldo solicitan a los bailarines y a los mayordomos que hagan
una muestra de sus danzas. En la actualidad el aguinaldo suele ser dinero en
metálico, antiguamente la gente entregaba dulces, productos de la matanza… Una
parte de la fiesta que ha desparecido es la presencia de los acompañantes de
los bailarines y mayordomos. Se trataba de los jóvenes del pueblo que portaban
el tradicional “saco” en el que recogían las viandas que los vecinos les
entregaban. A la hora de comer los mayordomos invitaban a los bailarines a
comer a sus casas como era costumbre, mientras que los acompañantes se quedaban
en la plaza degustando lo recaudado en el “saco”.
En
la actualidad al finalizar las jornadas del 1 y 2 de enero, por la tarde, se
ofrece un baile en el que la dulzaina y el tambor interpretan diferentes piezas
tradicionales que amenizan la fiesta.
Como
vemos, se trata de una costumbre muy arraigada en el pueblo de Navalagamella,
que cada año espera ilusionado la llegada de los primeros días de enero para
celebrar esta fiesta de cargada de sentimientos y tradición. Pero lo mejor de
todo es la presencia de personas que se muestran preocupadas por sus señas de
identidad y que luchan para que no se pierdan. Agradezco de corazón la ayuda de
Don Pedro, párroco de Navalagamella, que desde el primer instante descolgó el
teléfono para contestar a mi llamada y me puso en contacto con Marisa, mi
principal informante. Y cómo no, a ella, a Marisa, que nos abrió las puertas de
su casa y nos contagió la emoción con que en este precioso pueblo se vive esta
fiesta. Nos mostró la indumentaria tradicional, nos habló de la fiesta e
incluso se atrevió a cantarnos las coplillas, según se recoge en el vídeo que
adjunto. Gracias de corazón y enhorabuena por la labor que realizáis para con
vuestras tradiciones.
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
Conozco la fiesta y animo a todos los chicos a que participen de ella mi hijo fue bailarin y luego mayordomo y estuvo encantado desde entonces siempre acompaña y anima a los chicos que haya ese año para el fue algo muy bueno y positivo y yo lo recuerdo con mucho cariño
ResponderEliminarademás hay que mantener las tradiciones y esta merece la pena
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Se trata de una tradición muy antigua y de gran valor, y tiene mucho mérito que los jóvenes apuesten por ella para evitar que se pierda.
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