“Al LI que hay una ermita dentro del pueblo,
que se llama Santa Eugenia, con una imagen de la Santa de alabastro, y esta allí
de tiempo inmemorial, y se tienen entre los moradores devotion notable a la
Santa, y se llaman muchas mujeres de su nombre. Que se guarda la fiesta de
Santa Eugenia, que cay a veinte y tres diciembre de tiempo inmemorial según dicen
entre los moradores, y dicen que es voto, y aquel dia se dice la misa mayor en
la ermita, y primeras vísperas el día antes, y acuden a la ermita todos cum
magna animorum alacritate”.
De
esta manera quedaba reflejada en las Relaciones del Felipe II, a finales del
XVI, la gran devoción que el pueblo de Huecas, en la provincia de Toledo, ha
tenido desde tiempo inmemorial a Santa Eugenia, mártir del siglo III.
Y
es que según la tradición oral que ha ido pasando de generación en generación
entre los hijos de Huecas, la Santa vino hasta este lugar para quedarse para
siempre. Cuenta la leyenda que pasaba por el pueblo un carro tirado por bueyes
que venía de Toledo y se dirigía a Talavera transportando una imagen de alabastro
de Santa Eugenia. Al llegar a la plaza los bueyes quedaron inmóviles y nadie
consiguió que continuasen la marcha, por lo que este hecho fue considerado una
señal divina por la que la Santa quiso quedarse en Huecas. Encontramos en esta
curiosa narración un paralelismo con otras imágenes que de la misma manera
quisieron quedarse en los lugares donde hoy se las venera para amparar en tiempos
de calamidad y ser abogadas y protectoras de sus gentes. Así encontramos el caso
de la Virgen de la Piedad de Villanueva de Alcardete, y el de la Piedad de
Santa Olalla, que llegaron en sendas carretas tiradas por bueyes y que quedaron
inmóviles en las plazas de ambos pueblos. Llama la atención que en los tres
casos se trataba de imágenes realizadas en piedra.
Desde
entonces Santa Eugenia ha sido para Huecas su mayor tesoro, y sus fiestas se
han venido celebrando con gran solemnidad y cargadas de un notable sabor
tradicional que a día de hoy aún se mantiene y que veremos paso a paso en esta
entrada.
Las
fiestas comienzan la víspera, el 22 de diciembre. Por la tarde tiene lugar la
bajada de la Santa del trono en el que permanece 364 días del año, y que tan
solo abandona en esta ocasión para ser trasladada a la iglesia parroquial. Finalizada
la novena, el cura párroco se dispone a bajar a la Santa, y se la entrega al
alcalde que la alza mostrándola a su pueblo, y que posteriormente coloca sobre
el altar para comenzar la primera de las tradicionales pujas para trasladarla
hasta las andas. Las pujas en las fiestas de Santa Eugenia son una de las
tradiciones más antiguas, pues a lo largo de la fiesta tienen lugar varias,
tanto de carácter religioso como profano, mediante las cuales se sufragan los
festejos. Junto al altar de la ermita un huecano dirige las pujas y la gente
comienza a ofrecer cantidades de dinero para obtener el privilegio de portar a
su patrona en un corto trayecto que une el altar y las andas. Me cuentan que
antiguamente se pujaba por bajar a Santa Eugenia del trono, cosa que como vemos
ha variado, pasando a bajarla el sacerdote. La Santa sale a la calle y de nuevo
comienza otra puja, esta vez para portar la carroza, el estandarte, el cetro, y
las cintas de la carroza (antes las horquillas de las andas cuando la imagen se
transportaba a hombros). También se pujan los cohetes que se lanzarán en el
corto trayecto que une la ermita con la iglesia parroquial, y me dicen que
antiguamente cuando aún no habían desaparecido los quintos, era a estos a
quienes se encomendaba la puja de los mismos.
La
Santa llega a la iglesia donde tiene lugar el rezo de las primeras vísperas, y
donde aguardará hasta el día siguiente, el día grande de las fiestas, para la
celebración de la función solemne. En la tarde del 23 de diciembre tiene lugar
el momento más intenso de la fiesta: la procesión de gloria por las calles del
pueblo con la imagen de Santa Eugenia. A lo largo de la procesión se suceden
varias paradas o estaciones en las que vuelven a tener lugar las tradicionales
pujas. Se puja de nuevo por llevar la carroza, las cintas, el cetro, el
estandarte, los cohetes, y además en esta ocasión por la carretilla de pólvora
que más tarde será encendida. Las pujas de la procesión han variado bastante
con el paso de los años, me cuentan que fue en los años 90 cuando sufrieron una
variación importante que acabó con una de las tradiciones más pintorescas de
estas fiestas. Se trata de las pujas de los instrumentos de la banda de música
que los vecinos realizaban para bromear los unos con los otros o para hacer
pasar un rato de vergüenza. Una persona pujaba por uno de los instrumentos
eligiendo a otra para que lo llevase un tramo de la procesión; así se pujaba
para que el trombón lo llevase una persona de pequeña estatura, para que el
estandarte lo portase una persona que no tuviera fuerza suficiente para poderlo
llevar… Se pagaban grandes cantidades de dinero que se empleaban para sufragar
los actos profanos.
Al
llegar la procesión a la plaza tiene lugar el besamanos de la Santa, momento en
que los huecanos se acercan a besar a su patrona y a venerar su reliquia; la gente
suele depositar su beso en la cara de Santa Eugenia. En la última parada antes
de devolver la imagen a su ermita tiene lugar otra de las pujas más
tradicionales: la del bonete del señor cura. Tras esto, la Santa entra en la
ermita donde se hace la puja de mayor intensidad emocional, la “puja gorda”, por la que los huecanos dan
mayor cantidad de dinero por subir a la Santa al trono. Es tradición que cuando
la puja ha alcanzado su punto álgido, el momento en que la persona que dirige
la puja se dispone a pronunciar el tradicional “a las tres”, se grite “¡Santa Bendita, más vale!” para animar
a la gente a seguir aportando mayores cantidades para subir a Santa Eugenia al
trono. Es tradición también el canto de los motetes que en la actualidad se han
aglutinado en un himno, y que cantan las glorias de la Santa. Reproduzco un
fragmento:
Ruega
a Cristo por nosotros,
Por
Huecas que tanto te ama
Y
que con fe y devoción
Por
su Patrona te aclama
Himnos
de gloria y cantos de amor
Entonemos
a Santa Eugenia
Con
gran fervor.
Tras
la subida de la Santa al trono y antes del baile festivo, tienen lugar las
tradicionales pujas profanas, en las que se pujan piezas de caza que días antes
los cazadores de Huecas han conseguido en la “cacería para la Santa” que tiene
lugar en los cotos locales. También se pujan los tradicionales peces de mazapán
que ofrecen los vecinos de la localidad, así como otros muchos regalos.
Otra
de las tradiciones de Huecas en estas fiestas y que no pasa desapercibida entre
los huecanos y los vecinos de localidades circundantes, es la de los toros de
fuego que además ha sido declarada fiesta de carácter tradicional local
recientemente. La noche de la víspera de Santa Eugenia, estos toros hacen su
aparición cumpliendo así una de las más importantes tradiciones de Huecas en la
que todo el pueblo se vuelca.
Como
hemos visto, se trata de unas fiestas llenas de gran arraigo, unas fiestas que
a pesar de los rigores del invierno sacan a la calle a las gentes de Huecas
para participar de lleno en cada uno de los actos que se celebran para honrar a
su queridísima patrona Santa Eugenia como se ha venido haciendo desde muchos
siglos atrás.
Agradezco
la colaboración de Roberto Félix García, vecino de Huecas, que me ha hablado de
esta entrañable tradición de su pueblo para poder dar forma a esta entrada.
Dejo a continuación un vídeo correspondiente a la bajada del trono de la Santa de este año, grabado esta misma tarde en Huecas.
*Todos los textos, así como las imágenes y los archivos de vídeo son propiedad del autor.
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