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miércoles, 16 de julio de 2014

LOS “BARREÑONES” Y EL BAILE DE LA BANDERA EN LAS FIESTAS DEL CRISTO DE SANTA OLALLA


Cada año, el 16 de julio la historia va sumando años en el aniversario de la Batalla de las Navas de Tolosa, acaecida en la provincia de Jaén en 1212. Una batalla que fue decisiva en la Reconquista, y que enfrentó a los ejércitos cristianos y a los almohades, alcanzando los primeros la victoria. En esta contienda participó Don Rodrigo Jiménez de Rada, Arzobispo de Toledo, que mucho tuvo que ver con esta victoria del bando cristiano, y que instituyó la fiesta del “Triunfo de la Santa Cruz”, celebrándose desde entonces cada 16 de julio. Fueron muchos los lugares de la archidiócesis de Toledo que comenzaron a celebrar esta fiesta también con el nombre de “Cruz de la Batalla”, habiendo uno que lo hizo de manera especial, y que es el que nos ocupa. Se trata de la Villa de Santa Olalla, que también tuvo representación en la batalla, participando en ella algunos miembros de su casa señorial, según recoge mi amigo Josué López en su libro “Dieciséis de Julio”.
Desde sus orígenes fue una fiesta importante para esta localidad toledana, que con el paso de los siglos se vio engrandecida con la llegada de la imagen mejicana del Cristo de la Caridad, donado a la cofradía del mismo nombre, y cuya función se celebraba cada 16 de julio. Una fecha decisiva que cambió el rumbo de esta celebración, haciéndola más grande aún, fue el año 1598. Es en este punto del siglo XVI cuando la peste bubónica asola pueblos y ciudades, siendo especialmente dañina en la comarca de Torrijos. Muchos fueron los pueblos que acudieron a la ayuda divina celebrando rogativas con sus imágenes de mayor devoción. Santa Olalla fue uno de ellos, y ante tan complicada situación acudió al amparo del Santísimo Cristo de la Caridad, que ese mismo 16 de julio recorrió las calles de la Villa, erradicando milagrosamente los efectos devastadores de la terrible epidemia. Desde ese momento, el pueblo hizo voto de celebrar solemnemente su fiesta cada 16 de julio, llegando así hasta nuestros días. Es curioso que otro pueblo de la comarca, La Puebla de Montalbán, que dista pocos kilómetros de Santa Olalla, también se acogió al Cristo de la Caridad, perteneciente a la cofradía del mismo nombre e igualmente traído de Nueva España. En La Puebla también cesó la peste y se hizo voto popular al Santo Cristo, siendo en la actualidad las fiestas mayores de la localidad, que alcanzan su punto álgido el 16 de julio con la celebración de la procesión vespertina de la milagrosa imagen.
Santa Olalla celebra estas fiestas de manera especial, pues encontramos elementos que las hacen únicas, destacando sobre otras festividades que en este pueblo se celebran a lo largo del año, y también en la comarca. Existe una antigua tradición, que ya tenía lugar en el siglo XVIII en la víspera de la fiesta según documentos estudiados por Josué López, y que a pesar de sus amenazas de desaparición, aún hoy sigue vigente gracias al empeño de un vecino del pueblo. Se trata de los “Barreñones”, que hacen su aparición para sustituir a la pólvora por su peligro de incendio de las mieses. Estos barreñones son un curioso artefacto metálico que sostiene una especie de noria que gira sobre un eje, y de la cuál cuelgan cubos metálicos que en este pueblo reciben el nombre de “barreñones”. Los cubos albergan el fuego que ilumina la noche eulaliense para rendir tributo al Santo Cristo. El aparato es accionado manualmente por una persona que se encarga de mantener vivo el fuego durante la verbena de la víspera de la fiesta. Sin duda es una curiosa tradición que sólo se celebra en Santa Olalla, pues en los pueblos del entorno lo habitual es el encendido de luminarias en determinadas celebraciones, cobrando especial protagonismo en los rituales festivos de invierno. En varias ocasiones se ha dejado de celebrar esta tradición, pero en los últimos años se ha recuperado el artefacto y se siguen encendiendo los barreñones cada 15 de julio.
Otra de las peculiaridades de esta celebración es el “Baile de la Bandera” que tiene lugar ante la imagen del Cristo al término de la procesión del 16 de julio. La venerada imagen que recibe culto en la bella iglesia de San Julián, recorre las calles de Santa Olalla como lo hiciera aquel 16 de julio de 1598. A esta procesión se suma la imagen de la Virgen del Carmen por celebrarse también su fiesta en este día. Sin duda el momento más esperado por los santaolalleros es el final de la procesión, cuando las imágenes hacen parada en la plaza antes de entrar en el templo, y se baila ante ellas la bandera. El abanderado que en este pueblo curiosamente recibe el nombre de “danzante”, acompaña a la procesión portando la bandera y es quien se encarga de bailarla al son de una típica melodía, similar a la que se toca en el Tinaní de la cercana localidad de Quismondo. La melodía original se interpretaba con tambor y dulzaina o gaita, como se conoce a este instrumento en la comarca de Torrijos. Por desgracia su utilización cayó en desuso en estas tierras, llegando a desparecer, pues en ninguna de nuestras localidades se tocan ya. Y es una ingratitud por parte de los pueblos que componen esta comarca, pues en su día fueron célebres las jotas de los gigantones en Torrijos, las seguidillas y rigodones de las fiestas de San Ildefonso de La Mata, el baile del cordón de Gerindote, los paloteos de Escalonilla, las marchas de procesión… Y ya en ninguno de estos lugares se tocan tales melodías con dulzaina, sino que se ha optado por interpretarlas con otro tipo de instrumentos, acudiendo habitualmente a las bandas de música. Los más mayores de nuestros pueblos recuerdan y así nos lo han transmitido, al tío Minuto y al tío Lolo, de la localidad de La Mata, que seguramente fueran unos de los últimos dulzaineros de la zona, y que amenizaban muchas de las festividades arriba señaladas. En Santa Olalla así ha ocurrido, ahora es la banda de música la que interpreta la melodía del baile de la bandera.
Por tradición, siempre han sido los miembros de una misma familia de Santa Olalla los encargados de bailar la bandera. Desde hace algunos años otra persona ha recogido el testigo y es quien se encarga de ello. La bandera está compuesta por trozos cuadrados y rectangulares de tela de varios colores, y lleva en su centro una calavera que hace alusión a las Ánimas Benditas. Este diseño lo encontramos en otros lugares de la provincia como Los Yébenes, Villafranca de los Caballeros…y está estrechamente ligado a las cofradías de Ánimas y a sus soldadescas, vigentes en muchos pueblos, y desaparecidas en otros tantos. La persona encargada de bailarla demuestra gran destreza a la hora de tremolar la enseña, llegando incluso a tumbarse en el suelo, lo que da gran vistosidad al momento. El baile no tiene un tiempo determinado, dura lo que el danzante estima oportuno, entrando en juego su resistencia, pues la cantidad de movimientos hace que bailar la bandera se convierta en una ardua tarea que requiere cierta maestría. Una vez finalizado el baile, el danzante vuelve a enrollar la bandera sobre su mástil y hace una reverencia a las imágenes del Cristo y la Virgen, tornando éstas al templo.
Agradezco la colaboración de mi amigo Josué López Muñoz, vecino de Santa Olalla y amante de su historia y tradiciones, que me ha aportado las fotos y el vídeo de los barreñones, y datos sobre estas curiosas tradiciones de su pueblo, que también recoge en su libro “Dieciséis de Julio. Orígenes, historia, leyenda y devoción del Santísimo Cristo de la Caridad de Santa Olalla”.
Los "barreñones" arden la noche de la víspera

El Cristo de la Caridad en procesión

El danzante bailando la bandera

 
 *Todos los textos, así como las fotos y los archivos de vídeo son propiedad del autor.

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