Ya viene la Malena
Por aquel cerro
El veintidós de julio
Ya está en el pueblo
Esta es una de
las tradicionales coplillas que cada 22 de julio, fiesta de Santa María
Magdalena, se cantan en el pueblo serrano de Garciotún, en la provincia de
Toledo, donde tiene lugar una antigua a la par que curiosa celebración.
Se trata de la
“Fiesta del Ramo”, celebración de orígenes inciertos que desde el siglo XVI se
viene dedicando a la Magdalena -según me informó el párroco-, quien libró al pueblo de una terrible epidemia
de peste que en ese momento asolaba gran parte del país. De ahí que en otra de
las coplas se mencione con gran devoción este hecho:
Magdalena Bendita
Mi bienhechora
Líbranos de la peste
Antes y ahora
Puede tratarse
de un antiguo culto pagano a la naturaleza, similar a la fiesta de los mayos
que tiene lugar en el mes de mayo y que encontramos en gran parte de nuestra
geografía. La presencia de estos ramos o mayos viene a ser un claro reclamo al
resurgir de la naturaleza para que propicie fecundidad, y por ende, frutos bien
madurados. Por lo general solemos encontrarlos en el período primaveral y en la
entrada del verano en que aparecen en forma de enramadas con motivo de la
fiesta de San Juan. Como veíamos en otras celebraciones, en mayo es cuando aparecen
con mayor frecuencia.
Estos ramos,
mayos y enramadas, tienen un origen pagano relacionado con deidades del mundo
grecolatino y con festividades que a ellos se dedicaban inmediatamente antes de
la llegada del cristianismo. La presencia de los ramos en las fiestas que hoy
celebramos bien pueden hacer referencia a Attis, amante de Cibeles, que llegó a
castrarse él mismo, muriendo y resucitando después en forma de flores. Por
ello, le dedicaron fiestas en las que el protagonista era un pino ricamente adornado
con guirnaldas y cintas de colores. También estos ramos son símbolo de
fertilidad, pues en las culturas antiguas el árbol era tenido como ser
propiciador de la fecundidad de la mujer, así como de la tierra, favoreciendo
las buenas cosechas.
Podríamos por
tanto establecer un paralelismo entre estos ritos paganos y el ramo de
Garciotún, a través de los elementos que lo componen. Las abundantes ramas de
chopo que le dan cuerpo, los ramos de albahaca, las flores que componen la cruz
que lo remata, las frutas de la temporada que cuelgan de ella siendo un claro
agradecimiento a la tierra –posteriormente a la Magdalena- por las buenas
cosechas; las roscas de pan para que no falte el sustento en la comunidad…
En la provincia
de Toledo, el de Garciotún, es el único ramo de estas características que
encontramos, pues existen otros que nada tienen que ver con éste por estar
compuestos principalmente por caza y otros productos, teniendo en común la
presencia de las roscas de pan. Pero si miramos más allá de las fronteras
provinciales, sí encontramos ramos que guardan con este grandes similitudes,
especialmente en la franja norte –Galicia-León-Asturias-. En Galicia reciben el
nombre de maios, y se construyen en
el mes del mismo nombre; en León estos mayos se elaboran con motivo de fiestas
patronales y especialmente en Navidad; y en Asturias con el nombre de mayu, está presente en diversas
celebraciones, sobre todo en las de carácter patronal.
Dejando a un
lado las hipótesis sobre el origen del ramo de Garciotún y su fiesta, es
preciso señalar que se trata de una fiesta secular que los vecinos de este
pueblo de la toledana Sierra de San Vicente vienen celebrando con gran orgullo
desde tiempo inmemorial. Se trata pues de una fiesta con muchos elementos
dignos de ser mencionados, y con muchos ritos que la hacen verdaderamente
especial.
Una de la
figuras centrales de la fiesta, amén del ramo, es la de la mayordoma, joven soltera de Garciotún que se ofrece para desempeñar
este cargo y representar a todo el pueblo en las fiestas. Actualmente son las
propias chicas las que presentan su solicitud en el ayuntamiento para ser
mayordomas. Pero me cuentan Germán y Crescencio, dos hombres de Garciotún que conocen
muy bien esta fiesta, que antiguamente, cuando por norma general todas las
niñas nacían en el pueblo, llegada la edad, era el ayuntamiento el que
directamente tiraba de registro, eligiendo mayordoma a la moza de más edad de
esa quinta. Junto al de la mayordoma encontramos otro cargo importante que es
el de la acompañante. Se trata de
otra chica soltera que la mayordoma ha elegido para que la acompañe durante la
fiesta, y que ocupará el cargo de mayordoma al año siguiente. Ambas, en las
distintas celebraciones, van vestidas con peineta y mantilla, y portan sendas
panderetas con las que marcan el ritmo de las coplillas que cantan
constantemente en cada uno de los momentos que componen la fiesta, acompañadas
por otras jóvenes y mujeres del pueblo. La elección y presentación de la
mayordoma tiene lugar cada año el día de San Pedro Apóstol, 29 de junio, en la
iglesia del pueblo.
El día grande de
las fiestas es el 22 de julio, día en que la iglesia recuerda la memoria de
Santa María Magdalena. Por la mañana tiene lugar la misa y la posterior
procesión con la imagen de la Santa que va adornada con abundantes ramos de
albahaca y con grandes roscas de pan decoradas con bolas de anís de colores,
que finalizados los actos, serán repartidas entre el señor cura, la mayordoma y
las autoridades. Tras los actos religiosos será el alcalde el encargado de
agasajar a sus vecinos con la tradicional limonada y los tostones para después
dar paso a los actos centrales de la fiesta que tienen lugar por la tarde.
Después de
comer, los mozos, familiares, amigos y expertos, se congregan en torno a la casa
de la mayordoma para comenzar la ardua tarea de fabricar el ramo. Este acto se
realiza en la calle y es público, a él puede acudir todo el que quiera para
contemplar la destreza con que los garciotuneros elaboran su seña de identidad.
En torno al grueso mástil que sujetará todo el ramo, se van colocando ramas de
chopo que en la mañana de la fiesta se han cortado en algún paraje cercano al
pueblo. El ramo debe adquirir la forma perfecta para que a la hora de portarlo
no tenga más peso en unas partes que otras y no se venza. Me contaban
Crescencio y Germán que antiguamente se solía poner adobe en el interior del
ramo para hacerlo más pesado. Una vez que se ha cubierto con las ramas de
chopo, se colocan ramos de albahaca, planta aromática muy presente en esta
fiesta, banderas fabricadas con papel de seda, y trece roscas de pan, me
cuentan que una por Cristo y las doce restantes por cada uno de los apóstoles.
Estas roscas van ricamente decoradas con bolitas de anís de colores y otras
variedades de confites. En la parte más alta del ramo se coloca una cruz que se
ha decorado previamente con multitud de flores de tela de colores, y de la que
penden racimos de uvas y peras, frutos de la tierra que abundan en esta época
estival.
Cuando está
terminado el ramo, la gente se congrega a la puerta de la casa de la mayordoma
esperando la salida de ésta y de su acompañante. Allí se reparte limonada,
tostones, peladillas, bolitas de anís, confites, patatas… todo a cargo de la
mayordoma, al tiempo que se cantan las tradicionales coplillas de la fiesta.
Éstas son una pieza importante del folklore de la provincia de Toledo, pues
solo se cantan aquí, con un ritmo alegre y con unas letras en su mayoría
autóctonas. La mayordoma, su acompañante, y el resto de mujeres que las acompañan,
tocan enérgicamente sus panderetas para marcar el ritmo de las canciones.
Encierran letras de muy diversa temática: por una parte las de carácter
religioso en las que se menciona a la patrona Santa María Magdalena o “la
Malena” como cariñosamente la llaman en Garciotún; y por otra las de carácter
profano entre las que destacan las que hablan en tono burlesco de los pueblos
vecinos, las de temática sexual, las de rivalidad entre hombres y mujeres, las
de los mozos que portan el ramo... Dejo una pequeña muestra de la infinidad de
cantares que se entonan en este día:
Ya viene la Malena
Ya viene el rumbo
Ya viene la alegría
De todo el mundo
El que pasea el ramo
Parece un huevo
Pero tiene más fuerza
Que el mundo entero
Por el puente romano
Corren que vuelan
A por el cucurucho
Los de Bayuela
Las mozas y los mozos
De San Vicente
Por beber agua fría
No tienen dientes
Terminado el
refresco obsequiado por la mayordoma tiene lugar el tradicional reparto de
ramos de albahaca y de los típicos cucuruchos que contienen tostones,
almendras, confites, peladillas… y que aguardan en grandes cestos de mimbre. La
albahaca se siembra expresamente para ser repartida este día.
Una vez que todo
el mundo ha recogido la albahaca y el cucurucho, da comienzo el acto central de
la fiesta: el paseo del ramo. En esta
ocasión son los mozos solteros del pueblo los encargados de portar el ramo que
viene pesando entre ochenta y cien kilos. Una vez que un mozo se casa, ya no
podrá volver a pasearlo. Me contaba un vecino de Garciotún que antiguamente el
paseo del ramo era un alarde de hombría en el que los mozos se esforzaban por
presumir de fuerza ante las mozas que contemplaban expectantes para ver cuál de
ellos podría ser el mejor candidato a novio. El paseo del ramo supone un duro esfuerzo
para los mozos que tienen que reunir fuerza y destreza no sólo para levantarlo
sino también para mantenerlo erguido y que no se caiga. Sólo pueden cogerlo los
mozos de Garciotún, pues me contaba Germán que un año lo cogió un forastero y
se cayó el ramo al suelo, de ahí la canción que constantemente se entona
durante el recorrido:
Que no cojan el ramo
Los forasteros
Que un año lo cogieron
Y cayó al suelo
Es sin duda un
momento digno de contemplar, los rostros de concentración y de dolor contenido
de los mozos, los cánticos de la mayordoma y acompañamiento, los jóvenes
congregados en torno al ramo para ayudarse unos a otros en tan dificultosa
tarea… Después de recorrer varias calles del pueblo, los mozos llevan el ramo
hasta la plaza de la iglesia donde la gente se dispone en círculo, dentro del
cual los jóvenes pasearán repetidas veces el ramo. El paseo no tiene duración
determinada, acaba cuando los mozos deciden, entrando también en juego el
cansancio propiciado por el enorme peso del ramo y por el calor de la fecha.
Cuando deciden meterlo a la iglesia, la mayordoma, su acompañante y el resto de
mujeres, entonan la siguiente coplilla:
Que se lleven el ramo
Para la iglesia
Que los señores mozos
No tienen fuerza
De esta manera y
ante el sonido del repique de las campanas, los mozos de Garciotún se disponen
a introducir el ramo en la iglesia ante la expectación y emoción de los
presentes. Se entonan coplillas dedicadas a los mozos valorando su esfuerzo,
así como al señor cura que una vez está el ramo en la iglesia lo bendice.
Finalizada la bendición la fiesta toca su fin y se entona una copla de
agradecimiento a la “Malena”, en la que interviene todo el mundo:
Magdalena Bendita
Hasta otro año
Que vengamos a honrarte
Con otro ramo
Los mozos
vuelven a sacar el ramo de la iglesia y se dirigen a casa del alcalde donde lo
rompen, quedando las roscas en propiedad de las autoridades que las reparten
entre los presentes. El mástil que sostiene el ramo lo guardará la mayordoma en
su casa hasta el año siguiente.
Una tradición
sin duda alguna perfectamente conservada, gracias al pueblo de Garciotún que se
ocupa de que no se pierda. Hay un aspecto importante y digno de ser destacado:
la presencia de los jóvenes en la fiesta que son el presente y el futuro, y que
suponen la garantía de la pervivencia de la celebración. Agradezco la
amabilidad de Germán y Crescencio, dos de mis informantes a los que tuve el
placer de escuchar sus testimonios al pie del ramo, así como la del párroco,
Joaquín Garrigós, que me mostró la bella iglesia y la imagen de la patrona.
La mayordoma entona las tradicionales coplas |
Los mozos pasean el ramo |
Los solteros se encargan de pasear el ramo |
El ramo llega a la plaza de la iglesia |
El ramo de Garciotún |
Hacia la casa del alcalde |
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