El
invierno en la provincia de Guadalajara viene cargado de antiguos ritos que, a
pesar del paso de los siglos y del devenir del tiempo, no mueren. Gracias al
empeño de las gentes de estas tierras perduran y, cada año, reviven tradiciones
ancestrales que han ido pasando de generación en generación.
Es
el caso de Mohernando, un coqueto lugar, testigo de los avatares de la historia
que lo hicieron florecer en tiempos de Felipe II, con la presencia de su primer
señor D. Francisco de Eraso, secretario del rey, que mandó construir un
imponente enterramiento en la iglesia parroquial donde reposan sus restos y los
de su esposa.
Por
San Sebastián, el domingo más cercano, este pequeño pueblo celebra su fiesta.
Los protagonistas principales son dos personajes enmascarados que salen a las
calles y que hacen cuestación entre sus vecinos. Se trata de la Botarga y el
Bufón de Palacio, curiosa pareja y única en toda la provincia. Es este último
el que aporta el toque especial a la fiesta, pues este personaje sólo lo
encontramos en Mohernando y sus orígenes se remontan al siglo XVI. Está
estrechamente relacionado con la presencia de D. Francisco de Eraso y su esposa
Dña. Mariana de Peralta en el lugar. Según la tradición, habría sido ella la
que habría creado este personaje para ridiculizar a su marido ante unos rumores
de infidelidad hacia ella, desempeñando el papel algún sirviente suyo. Desde
este momento lo encontramos asociado a la botarga, a buen seguro anterior al
bufón y muy probablemente protagonista de antiguos ritos de llamada a la
fertilidad, al igual que el resto de botargas de la provincia.
Los
dos personajes visten ropajes de colores muy vistosos, y portan la tradicional
careta o máscara. La botarga lleva pantalón y chaqueta de color verde, azul,
rojo y rosa, alternados con ribetes calados y formas geométricas de color
negro. Lleva capucha de los mismos tonos rematada con varias cintas de colores,
y la careta demoníaca de color blanco con toques de color, con gran nariz,
dientes y lengua fuera. Lleva un cinto del que cuelgan campanillas, un pequeño
saco de cuero y un cuerno; además porta en su mano una especie de cucharón de
madera con el que recoge las limosnas que le entregan. El bufón de palacio
lleva traje arlequinado de varios colores, compuesto por chaqueta, pantalón y
gorro rematado por dos cascabeles. Presenta los atributos masculinos cosidos al
pantalón, posiblemente en sus orígenes para hacer más visible la burla hacia D.
Francisco de Eraso. Lleva careta burlesca que cubre la mitad del rostro (una
especie de antifaz), y atada a la cintura y cruzando el pecho una curiosa
correa. En sus manos porta un palo del que pende un saco de tela atado con una
cuerda con el que golpea. Ambos personajes llevan cubiertos los zapatos con
trozos de arpillera.
La
mañana de la fiesta salen antes de la misa en honor a San Sebastián y
posteriormente acompañan al santo en la procesión. Tras los actos religiosos
corren detrás de la chiquillería por la plaza y alrededores y gastan bromas a
los presentes. Otra parte destacada de la fiesta es el tradicional reparto de
la “caridad”, consistente en panecillos con anises y queso, que se entrega a
los asistentes, algo muy habitual en este tipo de fiestas fruto, en la mayoría
de los casos, de un voto hecho al santo o santa en cuestión.
En
mi visita a Mohernando tuve el inmenso placer de coincidir con el cura D.
Marcelino, el alcalde D. Sebastián, y con José Luís, otro enamorado del turismo
y las tradiciones, y autor del blog “Viaja con José Luís”. Los dos primeros nos
recibieron muy amablemente y nos estuvieron aportando datos sobre la historia y
tradiciones de este acogedor lugar de la provincia de Guadalajara. Desde aquí
mi más sincero agradecimiento.
FUENTE
CONSULTADA: López de los Mozos, José Ramón, Fiestas tradicionales de
Guadalajara. Aache, Guadalajara, 2000.
*Todos
los textos y las imágenes son propiedad del autor de este blog.
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