Primer
domingo de agosto en Mota del Cuervo, pueblo manchego y conquese que en este
día vibra al unísono en torno a la devoción que suscita su patrona, la
Santísima Virgen de la Antigua de Manjavacas. Se nota el nerviosismo, la
alegría por la llegada de la Madre, por el reencuentro con los que vienen “de
año en año”… El frescor de la mañana agosteña enfría los cuerpos, pero no los
corazones que ansiosos esperan ver entrar a la Virgen a su pueblo en peculiar
carrera. Estas fueron muchas de las sensaciones que presencié y experimenté
este año cuando acudí a Mota a la traída de la patrona.
La
Virgen de la Antigua de Manjavacas, que toma su último nombre del paraje donde
se encuentra su ermita, es festejada en Mota del Cuervo con gran fervor,
cumpliendo con la tradición secular de trasladarla al pueblo a la carrera,
donde permanecerá hasta el tercer domingo de agosto. Según las fuentes,
Manjavacas era un poblado que se ubicaba junto a la laguna del mismo nombre. En
dicho lugar se levantaba una ermita que guardaba la imagen de la Santísima
Virgen que, según cuenta la leyenda, quiso quedarse allí cuando un carro fue
incapaz de seguir su camino por el peso que ejercía la imagen. Cuenta la
tradición que debido a los muchos problemas de salud que causaba el clima y el
ambiente del lugar, sus habitantes se vieron obligados a abandonarlo,
trasladándose unos a Mota del Cuervo y otros a Pedro Muñoz, ya en la provincia de
Ciudad Real, localidades cercanas a Manjavacas. Tanto los que se habían ido a
Mota como los que se habían trasladado a Pedro Muñoz querían llevarse consigo
la venerada imagen. Por distancia correspondía a Mota del Cuervo el honor de
quedarse con la Virgen, pero los del pueblo vecino de Pedro Muñoz parece ser
que se resistían. Según la tradición oral moteña, las gentes de Mota fueron a
Manjavacas y en veloz carrera
trasladaron a la Virgen hasta el pueblo para quedarse para siempre con
Ella, de ahí la explicación a lo que cada primer domingo de agosto acontece en
este pueblo manchego.
La
tradición manda que el primer domingo de agosto al alba comiencen los
preparativos y rituales para el traslado de la Virgen hasta Mota del Cuervo. A
la salida del sol tiene lugar la misa en la ermita y después uno de los
momentos más emocionantes y esperados por los devotos: la bajada de la imagen
de su camarín para ponerla en andas. En un estallido de vítores a la patrona,
ésta es colocada en las andas del traslado por la persona que pujó por ello en
la subasta de oficios que tuvo lugar en las fiestas del año anterior. Tras el
desayuno que se ofrece a los presentes se inicia la procesión con la sagrada
imagen por los aledaños de la ermita. Tras unos metros se llega al lugar conocido
como “el Hito”, blanqueado recientemente por la persona que pujó para
desempeñar esta tarea, y donde se coloca la Virgen para prepararla para su
traslado. Aquí tiene lugar otro de los rituales más llamativos de la fiesta;
los devotos y devotas que han pujado por ello quitan a la Virgen y al Niño
todas sus preseas -coronas y tornos, media luna, ramo de la Virgen, bola del
Niño…- y cubren a la sagrada imagen con un manto para resguardarla del polvo
del camino. El manto es de tela brocada de color verde y cubre a la Virgen en
su totalidad, incluida la cabeza, sobre la que se coloca una toca de la misma
tela, y la corona de traslado. A la cintura se ciñe un cordón. Por cada oficio
se lanzan emocionados vivas a la Virgen y a su Santísimo Hijo, y a los anderos
que se encargarán de trasladarlos. Acabado el ritual de preparar a la Virgen
para su ida hacia Mota del Cuervo da comienzo la veloz carrera. Anderos y miles
de acompañantes llevan corriendo con gran fervor a su patrona a lo largo de
siete kilómetros que separan la ermita del pueblo. La carrera tan solo
disminuye su velocidad en los puntos en que se produce el relevo de los
anderos, y unos instantes en el pozo donde se refrescan. En poco más de media
hora la masa de corredores y la imagen de la Virgen perfilan el horizonte
manchego próximos ya al pueblo. Los vivan se intensifican, los anderos y los
corredores, los moteños y los visitantes, experimentan como sus corazones se
aceleran por ver tan cercana la tradición cumplida una vez más. Y es que Mota del
Cuervo la siente muy adentro; llama mucho la atención ver como niños con pocos
meses ya van ataviados de anderos con sus almohadillas en los carros empujados
por sus madres. Y es que me cuentan que es tradición cuando nace un niño en
Mota, que las abuelas preparen la almohadilla que quizá algún año utilice
cuando tenga el privilegio de ser andero de la Virgen. También me dicen que las
madres y las novias las cosen primorosamente para el hijo o el novio que va a
ser andero.
A
primera hora de la mañana llega la Virgen de Manjavacas a Mota del Cuervo sin
detener la carrera, y se dirige hasta el “Pocillo de la Virgen”, donde se
coloca sobre una especie de templetillo. Allí de nuevo comienza el ritual de
quitar a la Virgen los ornamentos del camino y ponerla los de la procesión que
la llevará hasta la iglesia parroquial. Primero se quitan los tornos de las
coronas de la Virgen y el Niño, luego las propias coronas, el cordón, y por
último el manto. En el momento en que se deja ver el rostro de la Virgen los presentes
rompen en aplausos y vivas a la Virgen y al Niño, los pulsos se aceleran, la
Madre ya está en su pueblo para atender las peticiones de tantos y tantos
devotos. No cesa de escucharse: ¡Viva la Virgen de Manjavacas! ¡Viva su
Santísimo Hijo! ¡Viva los anderos! ¡Viva el pueblo de la Mota! Desprovista
del manto, una persona la limpia el rostro con un plumero y de nuevo se la
colocan sus preseas; primero las coronas y sus respectivos tornos, y después la
media luna, la bola del Niño y el ramo. Todas las personas que participan en
estos ceremoniales de “vestir” y “desvestir” a la sagrada imagen, pujaron por
los oficios el año anterior el miércoles después de la fiesta grande de la
Virgen en la conocida como “subasta de oficios”.
Una
vez preparada la Virgen, da comienzo la procesión que lleva a la patrona desde
el “Pocillo” hasta la parroquia. Antes de llegar hace una parada en un altar
que se ha levantado para cantar la Salve en el lugar donde me comentaban que
hace años comenzaban las casas del pueblo. Durante todo este trayecto llama la
atención ver a niños y niñas que acompañan a la Virgen haciendo sonar
campanillas y pequeños tambores por los que pujaron sus padres u otros
familiares en las pujas. La banda de música acompaña y ameniza la procesión,
los devotos se esfuerzan por conseguir llevar apenas unos metros las andas,
mucha gente aguarda en el interior del templo para recibir a la Virgen a su
llegada. Cuando entra en la iglesia se la coloca en el altar mayor, donde
permanecerá hasta el tercer domingo de agosto, día en que será llevada de nuevo
a la ermita de Manjavacas, también a la carrera. En las semanas que la Virgen
se encuentra en el pueblo se celebran las fiestas grandes y recorre el pueblo
en solemne procesión.
Agradezco
la colaboración de mi amigo Nicolás Castellanos, moteño y samaritano, que me
habló de la tradición de su pueblo y con el que tuve el enorme placer de vivir
la “traída” de la Virgen a Mota del Cuervo.
El orgullo de ser andero |
La Virgen entra en Mota del Cuervo a la carrera |
Quitando el torno a la corona de traslado |
Las moteñas descubren el rostro de la Virgen |
Tradiciones que pasan de padres a hijos |
Las almohadillas de los anderos |
Las tradiciones de todo un pueblo |
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
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