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sábado, 20 de junio de 2015

EL CORPUS DE LAGARTERA: EL ARTE AL SERVICIO DE LA TRADICIÓN


El pueblo de Lagartera, en la comarca toledana de la Campana de Oropesa, atesora una antigua tradición que cada año revive de la misma forma que lo hacía en siglos pasados. La Fiesta del Corpus Christi, de sabor antiguo, de gran colorido, donde el arte se pone al servicio de la tradición.

Esta fiesta según los documentos antiguos que se conservan en el archivo de la parroquia de Lagartera, tiene sus orígenes allá en el siglo XVI, momento en que se funda la Cofradía del Santísimo Sacramento. Estas Cofradías Sacramentales surgen en el citado siglo, después que Doña Teresa Enríquez, Señora de Torrijos, fundase en 1508 la primera Sacramental de España en esta villa cercana a Toledo. Es a partir de ese momento cuando empiezan a fundarse muchas otras a lo largo y ancho de España y Portugal de la mano de esta noble, conocida como “La Loca del Sacramento”, precisamente por esa gran devoción que profesaba a la Eucaristía. Estas Sacramentales, cuyo fin principal es dar gloria al Santísimo Sacramento, han sido a lo largo de los siglos las encargadas de preparar y presidir la fiesta del Corpus, acompañando y escoltando al Cuerpo de Cristo en las procesiones. Así ocurrió en Lagartera desde sus orígenes hasta su desaparición, momento en que entra en escena la Cofradía de la Vera Cruz que hasta nuestros días se ha venido encargando de presidir la fiesta dando escolta al Santísimo Sacramento en la procesión del Corpus Christi.

El Corpus de Lagartera es único por el patrimonio que se exhibe en la procesión, y por la particularidad de cada uno de los elementos que lo componen, así como por el ritual a la hora de prepararlo. A lo largo de todo el recorrido se colocan altares compuestos por verdaderas joyas de la artesanía y la religiosidad popular lagarteranas. Colchas, reposteros, pendones, cortinas, colchas de malla… en las que en todo momento están presentes los bordados que dan fama mundial a esta localidad toledana. Todos los altares siguen una misma línea a la hora de disponer las piezas que los componen. En el hueco que queda al abrir las puertas de la casa entre la entrada y el portal o acceso al patio, se coloca el “frontal” con una colcha calada. En la parte superior se pone otra colcha profusamente decorada a base de bordados y deshilados que recibe el nombre de “cielo”. En la parte superior de la puerta, ya en la fachada, se coloca la “delantera”, pieza de gran valor artístico por la gran cantidad de motivos que la componen, y a ambos lados a lo largo de toda la fachada, las “colchas de la Pasión”. Éstas últimas, de gran laboriosidad, reciben su nombre de los motivos que las componen que representan escenas de la Pasión de Cristo, así como de Santos, y la habitual representación de la Virgen del Rosario, patrona de Lagartera. Estas piezas están todas realizadas a base de deshilados y encajes, y son joyas que habitualmente datan de siglos pasados y que en Lagartera se custodian en las arcas familiares como preciadas herencias recibidas de generaciones anteriores. En el hueco central del altar se coloca la mesa, revestida cada año de la misma manera y en el mismo orden, y compuesta por varias piezas tradicionales: frontal de tisú, “sábana sacramental”, colcha de percal, “paño de los frailes”, y el “tapador”. A los pies del altar se extiende una vistosa alfombra sobre la que se coloca un cojín o almohadilla con bordados sobre la que se arrodillará el sacerdote para bendecir el altar con el Santísimo. Llama también la atención en el Corpus de Lagartera la gran cantidad de piezas de cerámica que se exhiben ese día en los altares, datando muchas de ellas de los siglos XVIII y XIX.

Sobre las citadas mesas de altar se colocan otras de las joyas por las que esta fiesta se convierte en única: las preciosas tallas barrocas del Niño Jesús, que en muchos casos datan de los siglos XVII y XVIII y que se guardan con celo en las casas de Lagartera. Llama poderosamente la atención la manera en que están vestidas estas imágenes, haciéndolo a la usanza lagarterana, con recreaciones de los distintos trajes tanto de mujer como de hombre que en esta localidad se pueden encontrar. Además estos Niños portan todo tipo de aderezos tradicionales y joyas que han servido de complemento al riquísimo traje lagarterano. Cuál fue mi sorpresa al observar que la mayoría de estos Divinos Infantes portaban en sus manos objetos que, a simple vista, bien pueden ser tomados como joyas o pequeños ornamentos. Rápidamente los identifiqué y asocié con el campo de la superstición, muy extendido hasta no hace muchas décadas en este enclave y pueblos circundantes, donde era muy habitual encontrar todo tipo de amuletos protectores contra el “mal de ojo”, “el daño que hace la Luna”, y otras muchas creencias que desde antiguo han sido practicadas y respetadas en estos lugares. Aparece muy bien recogido y exquisitamente descrito en el trabajo de Consolación González Casarrubios y Esperanza Sánchez Moreno, y que lleva por título “Folklore Toledano: Fiestas y Creencias”. Gran cantidad de esos pequeños ornamentos que encontramos hoy en el Corpus de Lagartera son: escapularios, los Evangelios o la Regla de San Benito que se introducían en pequeños sobres forrados de tela y que se colocaban en los fajeros que protegían el ombligo a los recién nacidos; pequeños amuletos en forma de pez, estrella o sirena, preservadores de los males que según las creencias hacía la Luna a los niños; esquilitas, pequeños cuernos habitualmente de ciervo… Era muy frecuente creer durante los primeros meses de vida del niño o la niña, que coincidían con el periodo de lactancia, en el mal de ojo o aojo, y en el influjo maligno de la luna o alunado. Se empleaban también mediaslunas y manilleras, tanto los bebés como sus madres, para preservarse del mal que hacía la Luna. Como vemos, una interesante muestra de algo que puede parecernos hoy tan simple o que algunos podrían no tomar en serio, pero que en otro tiempo tuvo suma importancia, más aún si la salud estaba en juego.


Las calles se alfombran de plantas aromáticas para recibir el paso de la custodia que contiene en su interior el Santísimo Sacramento, y que es portada por el señor cura bajo palio. Si los altares y los ornamentos son vistosos, no lo es menos el cortejo procesional en el que participan los estandartes de las distintas cofradías y hermandades, así como decenas de lagarteranos y lagarteranas vestidos con el traje tradicional. La vistosidad y riqueza de estas prendas que, en muchos casos pasan de generación en generación, hace que Lagartera sea conocida mundialmente por su traje que lucen sus gentes con orgullo. Decir Lagartera es hablar sus bordados, de su traje típico, y de su Corpus que encierra toda la esencia de lo puramente lagarterano. 

Amuleto en forma de sirena
Niño Jesús presidiendo un altar

Los evangelios, amuleto protector

El barroquismo del Corpus Lagarterano

La Regla de San Benito, amuleto

Niño Jesús vestido a la usanza lagarterana

La mesa de altar y sus diferentes ornamentos

Amuleto en forma de sirena

Tradición que pasa de madres a hijas

El maravilloso traje de las lagarteranas

El arte de ser lagarteranos

El Santísimo en uno de los altares

Medialuna o amuleto que se usaba para proteger de los males de la luna
Fuente consultada: GONZÁLEZ CASARRUBIOS, C. y SÁNCHEZ MORENO, E; Folklore Toledano: Fiestas y Creencias. Imprenta Gómez-Menor. Toledo, 1981.

*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.

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