El pueblo de
Lagartera, en la comarca toledana de la Campana de Oropesa, atesora una antigua
tradición que cada año revive de la misma forma que lo hacía en siglos pasados.
La Fiesta del Corpus Christi, de sabor antiguo, de gran colorido, donde el arte
se pone al servicio de la tradición.
Esta fiesta
según los documentos antiguos que se conservan en el archivo de la parroquia de
Lagartera, tiene sus orígenes allá en el siglo XVI, momento en que se funda la
Cofradía del Santísimo Sacramento. Estas Cofradías Sacramentales surgen en el
citado siglo, después que Doña Teresa Enríquez, Señora de Torrijos, fundase en
1508 la primera Sacramental de España en esta villa cercana a Toledo. Es a
partir de ese momento cuando empiezan a fundarse muchas otras a lo largo y ancho
de España y Portugal de la mano de esta noble, conocida como “La Loca del
Sacramento”, precisamente por esa gran devoción que profesaba a la Eucaristía. Estas
Sacramentales, cuyo fin principal es dar gloria al Santísimo Sacramento, han
sido a lo largo de los siglos las encargadas de preparar y presidir la fiesta
del Corpus, acompañando y escoltando al Cuerpo de Cristo en las procesiones. Así
ocurrió en Lagartera desde sus orígenes hasta su desaparición, momento en que
entra en escena la Cofradía de la Vera Cruz que hasta nuestros días se ha
venido encargando de presidir la fiesta dando escolta al Santísimo Sacramento
en la procesión del Corpus Christi.
El Corpus de
Lagartera es único por el patrimonio que se exhibe en la procesión, y por la
particularidad de cada uno de los elementos que lo componen, así como por el
ritual a la hora de prepararlo. A lo largo de todo el recorrido se colocan
altares compuestos por verdaderas joyas de la artesanía y la religiosidad
popular lagarteranas. Colchas, reposteros, pendones, cortinas, colchas de malla…
en las que en todo momento están presentes los bordados que dan fama mundial a
esta localidad toledana. Todos los altares siguen una misma línea a la hora de
disponer las piezas que los componen. En el hueco que queda al abrir las puertas
de la casa entre la entrada y el portal o acceso al patio, se coloca el “frontal” con una colcha calada. En la
parte superior se pone otra colcha profusamente decorada a base de bordados y
deshilados que recibe el nombre de “cielo”.
En la parte superior de la puerta, ya en la fachada, se coloca la “delantera”, pieza de gran valor
artístico por la gran cantidad de motivos que la componen, y a ambos lados a lo
largo de toda la fachada, las “colchas de
la Pasión”. Éstas últimas, de gran laboriosidad, reciben su nombre de los
motivos que las componen que representan escenas de la Pasión de Cristo, así
como de Santos, y la habitual representación de la Virgen del Rosario, patrona
de Lagartera. Estas piezas están todas realizadas a base de deshilados y
encajes, y son joyas que habitualmente datan de siglos pasados y que en
Lagartera se custodian en las arcas familiares como preciadas herencias
recibidas de generaciones anteriores. En el hueco central del altar se coloca
la mesa, revestida cada año de la misma manera y en el mismo orden, y compuesta
por varias piezas tradicionales: frontal
de tisú, “sábana sacramental”, colcha de percal, “paño de los frailes”, y el “tapador”.
A los pies del altar se extiende una vistosa alfombra sobre la que se coloca un
cojín o almohadilla con bordados sobre la que se arrodillará el sacerdote para
bendecir el altar con el Santísimo. Llama también la atención en el Corpus de
Lagartera la gran cantidad de piezas de cerámica que se exhiben ese día en los
altares, datando muchas de ellas de los siglos XVIII y XIX.
Sobre las
citadas mesas de altar se colocan otras de las joyas por las que esta fiesta se
convierte en única: las preciosas tallas barrocas del Niño Jesús, que en muchos
casos datan de los siglos XVII y XVIII y que se guardan con celo en las casas
de Lagartera. Llama poderosamente la atención la manera en que están vestidas
estas imágenes, haciéndolo a la usanza lagarterana, con recreaciones de los
distintos trajes tanto de mujer como de hombre que en esta localidad se pueden
encontrar. Además estos Niños portan todo tipo de aderezos tradicionales y
joyas que han servido de complemento al riquísimo traje lagarterano. Cuál fue
mi sorpresa al observar que la mayoría de estos Divinos Infantes portaban en
sus manos objetos que, a simple vista, bien pueden ser tomados como joyas o
pequeños ornamentos. Rápidamente los identifiqué y asocié con el campo de la
superstición, muy extendido hasta no hace muchas décadas en este enclave y
pueblos circundantes, donde era muy habitual encontrar todo tipo de amuletos
protectores contra el “mal de ojo”, “el
daño que hace la Luna”, y otras muchas creencias que desde antiguo han sido
practicadas y respetadas en estos lugares. Aparece muy bien recogido y
exquisitamente descrito en el trabajo de Consolación González Casarrubios y
Esperanza Sánchez Moreno, y que lleva por título “Folklore Toledano: Fiestas y
Creencias”. Gran cantidad de esos pequeños ornamentos que encontramos hoy en el
Corpus de Lagartera son: escapularios, los Evangelios o la Regla de San Benito
que se introducían en pequeños sobres forrados de tela y que se colocaban en
los fajeros que protegían el ombligo a los recién nacidos; pequeños amuletos en
forma de pez, estrella o sirena, preservadores de los males que según las
creencias hacía la Luna a los niños; esquilitas, pequeños cuernos habitualmente
de ciervo… Era muy frecuente creer durante los primeros meses de vida del niño
o la niña, que coincidían con el periodo de lactancia, en el mal de ojo o aojo, y en el influjo maligno de la luna o alunado. Se empleaban también mediaslunas y manilleras, tanto los bebés como sus madres, para preservarse del
mal que hacía la Luna. Como vemos, una interesante muestra de algo que puede
parecernos hoy tan simple o que algunos podrían no tomar en serio, pero que en
otro tiempo tuvo suma importancia, más aún si la salud estaba en juego.
Las calles se
alfombran de plantas aromáticas para recibir el paso de la custodia que
contiene en su interior el Santísimo Sacramento, y que es portada por el señor
cura bajo palio. Si los altares y los ornamentos son vistosos, no lo es menos
el cortejo procesional en el que participan los estandartes de las distintas
cofradías y hermandades, así como decenas de lagarteranos y lagarteranas
vestidos con el traje tradicional. La vistosidad y riqueza de estas prendas que,
en muchos casos pasan de generación en generación, hace que Lagartera sea
conocida mundialmente por su traje que lucen sus gentes con orgullo. Decir Lagartera
es hablar sus bordados, de su traje típico, y de su Corpus que encierra toda la
esencia de lo puramente lagarterano.
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Amuleto en forma de sirena |
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Niño Jesús presidiendo un altar |
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Los evangelios, amuleto protector |
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El barroquismo del Corpus Lagarterano |
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La Regla de San Benito, amuleto |
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Niño Jesús vestido a la usanza lagarterana |
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La mesa de altar y sus diferentes ornamentos |
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Amuleto en forma de sirena |
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Tradición que pasa de madres a hijas |
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El maravilloso traje de las lagarteranas |
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El arte de ser lagarteranos |
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El Santísimo en uno de los altares |
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Medialuna o amuleto que se usaba para proteger de los males de la luna |
Fuente consultada: GONZÁLEZ CASARRUBIOS, C. y SÁNCHEZ MORENO, E; Folklore Toledano: Fiestas y Creencias. Imprenta Gómez-Menor. Toledo, 1981.
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
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