La Villa toledana de
Orgaz atesora en su calendario festivo varias tradiciones de gran antigüedad y de
especial interés. La más destacada de todas por su vistosidad y complejidad
ritual es la que cada año protagoniza la Compañía de Alabarderos, con motivo de
las fiestas del Santísimo Cristo del Olvido, patrón de la localidad.
La Compañía de
Alabarderos, al igual que en otros municipios cercanos de la Comarca de los
Montes de Toledo, como Sonseca o Los Yébenes, está íntimamente ligada al culto
a las Ánimas Benditas. Esta Compañía de Orgaz tiene su origen en la Soldadesca
de Ánimas, cuya función principal tenía lugar en la Pascua de Pentecostés, como
ocurre u ocurría en otras poblaciones de la provincia. Era muy frecuente
encontrar la aparición de estas soldadescas en los días de Carnaval, en los
conocidos como Carnavales de Ánimas; de hecho, mi informante me indica que en
Orgaz los “diablillos” de los que
hablaremos en este artículo, antiguamente recuerda que hacían su aparición en
carnaval. En muchas ocasiones estas compañías o soldadescas se fusionaron con
otras hermandades y cofradía de mayor peso o importancia, a menudo las del
patrón o patrona. Es el caso de Orgaz, donde la Compañía de Alabarderos –antigua
Soldadesca de Ánimas- aparece ligada a la Hermandad del Santísimo Cristo del
Olvido, al que rinden honores en las fiestas de agosto.
En la mayoría de las
Soldadescas o Compañías encontramos una figura –en el caso de Orgaz dos- que
abre la comitiva y que se encarga de la cuestación y de mantener el orden y
buena marcha del grupo. Estos personajes son los que clasificamos como
máscaras, botargas, birrias, diablos… Son personajes grotescos, de las
denominadas “máscaras fustigadoras”
por el hecho de portar un elemento fustigador (lanza, vejiga, porra, castañuela
de gran tamaño…), y que visten ropas muy coloridas y estrafalarias.
En el caso de la Compañía
de Alabarderos de Orgaz, encontramos las figuras de los “diablillos”, que hacen su aparición el 23 de agosto, antes de las
fiestas, cuyos días principales son el 24 y 25, sólo para hacer la cuestación. En
la actualidad son dos niños los que encarnan a estos dos personajes demoníacos,
los dos niños que en la fiesta ejercerán las funciones de abanderados
infantiles. Me cuenta mi informante, Juan Alfonso, Alabardero Mayor, que
antiguamente no eran niños quienes se vestían de diablillos, sino que eran los
propios alabarderos, adultos, los que se encargaban de cumplir con la
tradición. Pero llegado un punto en que la tradición se vió amenazada por falta
de voluntarios, se decidió que fuesen los dos niños de la bandera quienes
vistieran el traje de diablillo y llevaran a cabo la cuestación. El domingo o
primer festivo antes de la bajada del Cristo de su altar, que se produce cada 21
de agosto, tiene lugar la “reseña”,
donde se va a la casa de cada Mando anunciando la llegada inminente de la
fiesta. En esta reseña se acude también a casa de los abanderados, y en este
momento se comunica de manera oficial a los abanderados infantiles que tendrán
que vestirse de “diablillos”.
El traje que llevan
guarda muchas similitudes con los de otras botargas o máscaras que protagonizan
cuestaciones en otros lugares, como puede ser el caso del “judío” de Arcicóllar en Toledo, o la “máscara” de Ateca, en Zaragoza, por poner algún ejemplo. Su vestimenta
se compone de pantalón bombacho compuesto por diferentes tiras de tela cosidas
entre sí en vertical, de color rojo, amarillo y negro. Llevan una chaqueta que
se abrocha con cremallera, compuesta por cuadros de tela alternando los colores
rojo y amarillo. Sobre cada uno de los cuadros, tanto en la parte delantera,
como en la trasera y las mangas, llevan cosidos elementos alusivos al demonio y
al pecado recortados en tela negra, como son el propio diablo portando un
tridente, una calavera, una serpiente, y una especie de lagarto o sabandija. Remata
el atuendo un gorro de los mismos colores, que no siempre llevan debido a las
altas temperaturas propias del mes de agosto. Llama la atención la ausencia de
cencerros, campanillas o cascabeles, que normalmente suelen llevar estos
personajes, con el fin de anunciar su llegada, así como la ausencia de máscara
o careta que probablemente en otro tiempo sí llevaron. Portan en sus manos dos
elementos de gran importancia, y que suelen ser comunes en este tipo de
máscaras. Por un lado está el tridente, alusivo a la condición de diablos, y
que actúa como elemento fustigador, pero en este caso de manera simbólica, ya
que con él no amenazan ni golpean a nadie como ocurre en otras fiestas de estas
características, al menos en la actualidad. Por lo general en esos actos de
cuestación por parte de máscaras, las lanzas, tridentes o asadores se emplean
para ir ensartando, pinchando o colgando, los donativos en especie, que suelen
ser chorizos, roscas de pan, dulces… En mi visita a Orgaz, pregunté a mi
informante si en este pueblo el tridente tenía el mismo fin, y me indicó que él
nunca lo había conocido, que suponía un elemento más del atuendo del “diablillo”. Quizá en otras épocas,
cuando el nivel económico era bajo, sí se entregaran alimentos, sustitutivos
del dinero, que posteriormente fueran subastados en las pujas o almonedas de
Ánimas, para obtener dinero para ofrecer misas. El otro elemento del que
hablamos es el cepillo o hucha que portan
los “diablillos” para llevar a cabo
la cuestación. Se trata de una caja metálica, cerrada con llave, en la que los
orgaceños van depositando sus donativos.
La función principal de
los “diablillos” es hacer una cuestación
o petición de donativos entre los vecinos de Orgaz, que se destina a ofrecer
misas por las Ánimas Benditas. Me contaba Juan Alfonso que en la actualidad
este dinero se sigue destinando para el mismo fin, reservando una parte para el
Cristo, y otra en ciertas ocasiones para realizar obras benéficas en las
misiones que el Arzobispado de Toledo tiene encomendadas en Moyobamba (Perú). Este
acto que realizan los vecinos de ofrecer donativos podemos interpretarlo
también como un acto de generosidad para con las Ánimas, que puede después
verse recompensado por las mismas, propiciando protección sobre el oferente. Me
viene a la cabeza al hilo de esta reflexión una coplilla de animeros que hace
referencia a esto precisamente: “A las
Ánimas Benditas, dadles limosnas devotos, que puede ser que algún día las pidan
para vosotros”.
Muy de mañana, salen a
recorrer las calles de Orgaz acompañados por los tambores y las trompetas de la
Compañía de Alabarderos, que van anunciando con sus repetitivos y
característicos redobles y toques la llegada de los dos “diablillos” a cada una
de las calles del pueblo. Cada uno de los dos niños lleva un ayudante que le
sujeta en todo momento el tridente, para facilitarle la pesada tarea de ir casa
por casa soportando el calor propio del mes de agosto en estas tierras. La
petición se lleva a cabo por barrios en los que los vecinos salen de sus casas
para cumplir con tan entrañable tradición.
Agradezco la
colaboración de mi amiga Raquel Pérez-Cejuela, y de su madre Soco, orgaceñas,
por haberme facilitado los datos necesarios para mi visita a esta celebración.
También agradezco la información referente a la fiesta aportada por Juan
Alfonso Martín Delgado, Alabardero Mayor, con quien tuve el placer de hablar el
mismo día que los “diablillos”
salieron a recorrer las calles de Orgaz.
Los vecinos de Orgaz ofrecen para las Ánimas |
El tridente del "diablillo" |
Tambores y Trompetas de la Compañía de Alabarderos |
Fuente consultada: www.villadeorgaz.es (http://www.villadeorgaz.es/orgaz-religion-alabardas.htm)
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
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