La historia de San
Bartolomé de las Abiertas, en la provincia de Toledo, debemos buscarla siglos
atrás en el momento en que dos núcleos poblacionales, San Bartolomé de la Raña
y Las Abiertas, se unieron para formar uno solo. En la historia de ambos
pueblos, tanto cuando funcionaban por separado, como cuando se fusionaron en el
siglo XVIII, la figura del Apóstol San Bartolomé ha tenido gran relevancia, y
ha sido centro de la devoción de sus moradores, que recurrieron a él en
momentos complicados. La fiesta que hoy traigo hasta aquí está íntimamente
ligada a este Santo, al que cada 24 de agosto se dedica el ancestral “Baile de la Pera”.
Si tomamos parte de las
Relaciones Topográficas de Felipe II, veremos como la devoción de las gentes de
San Bartolomé de la Raña y Las Abiertas, fue desde antiguo una constante. En el
apartado 52 del cuestionario de Las Abiertas encontramos lo siguiente: “a los cincuenta y dos capítulos dixeron que
este lugar tiene votado de guardar y se guarda fiesta de Señor San Bartolomé,
por que habrá como cinco años que en aquel dia se apedrearon los frutos, y
después aca que se voto y se guarda ha sido Dios servido de guardar los frutos”.
De San Bartolomé de la Raña, en la primera pregunta del cuestionario se dice
que “primeramente declararon que el dicho
pueblo se llama San Bartolomé de la Raña, el cual se llama ansi porque los
fundadores de el fueron Juan Sanchez de San Martin, todos vecinos que fueron
del dicho lugar y echaron suerte a ciertos santos que tenían por devoción en
los cuales fue uno señor San Bartolomé al cual le cayo por suertes y por esta
causa se llama San Bartolomé y nunca se ha llamado de otra manera”.
Como se puede observar,
el Apóstol San Bartolomé ha estado presente desde la fundación de ambos
lugares, y ha sido causa de devoción para las gentes. Por ello, en el momento
en que ambos pueblos se unen, el patrón sigue siendo el mismo Santo, al que
hasta nuestros días se han dedicado las fiestas mayores.
San Bartolomé de las
Abiertas cuenta con una curiosa tradición, de orígenes inciertos, y cuya
explicación la encontramos en una leyenda que en este pueblo toledano se ha ido
transmitiendo de generación en generación. Se trata del “Baile de la Pera”, que tiene lugar en la plaza del pueblo cada 24
de agosto por la tarde, prolongándose hasta la llegada de la noche. Cuenta la
tradición que hace muchos siglos una peste causó muchos estragos en el lugar y
en los pueblos circundantes, situación crítica que diezmó la población de
manera importante. Una madre, desesperada viendo que la vida de su hijo corría
peligro, tomó al pequeño en brazos y acudió el día de San Bartolomé a la
procesión portando en sus manos frutas que en esas fechas se encontraban en
plena madurez. Cuenta la tradición oral que la mujer comenzó a bailar delante
del santo con el niño y los frutos, invocando su protección. Otra leyenda muy
parecida, es la que me contó mi informante, en la que la mujer y el niño eran
también protagonistas. Un 24 de agosto se presentó la madre con su hijo ante el
santo al que había ofrecido bailar con peras en sus manos, puesto que este
había sido el fruto que había salvado a su pequeño de la muerte. La mujer había
estado alimentando a su hijo con peras, que actuaron como reconstituyente ante
tan grande epidemia. Esto es lo que nos cuenta la tradición, y es la
explicación más extendida a esta ancestral fiesta. Pero leyendo lo que nos
dicen las Relaciones de Felipe II, pienso en otra hipótesis que podría quizá
dar otra posible interpretación a esta tradición. Se habla de que un día de San
Bartolomé, a comienzos del siglo XVI, una tormenta de pedrisco asoló las
tierras, propiciando la pérdida de los frutos que ya por esas fechas estarían
maduros. En esa época la superstición y la idea de castigo divino estaban muy
extendidas y asimiladas por las gentes, por lo que la probable interpretación
sería que la ira divina habría enviado esta calamidad en el día del Apóstol San
Bartolomé, para aviso de los moradores de Las Abiertas. Para evitar una nueva
catástrofe y muy seguros de la intervención divina, deciden hacer voto a San
Bartolomé. Es en este punto donde podríamos encontrar una posible explicación
al “Baile de la Pera”. Podría ser que
en años posteriores a la tormenta y al voto, los vecinos en recuerdo de aquel
hecho y viéndose ya librados de toda calamidad por intercesión del Santo, le
ofreciesen los frutos maduros e intactos, y quizá lo hicieran bailando como
muestra de su regocijo.
También podríamos
encontrar interpretación a esta tradición, remontándonos a muchos siglos atrás,
a épocas en que imperaba el culto pagano, que a menudo se dedicaba a la tierra.
Podría tratarse por tanto de un rito agrario, de agradecimiento a través de la
danza ritual a la tierra por propiciar buenas cosechas y frutos maduros. Ya
veíamos la presencia de las frutas en otras fiestas cristianizadas, como
ofrenda al patrón o la patrona, y que en otro tiempo eran ofrendas a deidades
protectoras de las cosechas.
Sea cual fuere el
origen de esta fiesta, lo que sí está claro es la devoción con que los vecinos
de San Bartolomé de las Abiertas la celebran. Es para ellos su máxima seña de
identidad, y están trabajando para que sea conocida más allá de las fronteras
del pueblo. A media tarde del 24 de agosto, día del Patrón San Bartolomé, los
vecinos se congregan en la plaza donde se ha dispuesto un espacio habilitado
para llevar a cabo la ancestral danza. Este espacio o corro, está presidido por
una mesa en la que se coloca un crucifijo, y los cestos con las peras y otros
tantos que recogerán los donativos. En dicha mesa se colocan las autoridades
civiles y eclesiásticas, que presiden el acto. Las personas que se disponen a
bailar acuden primero a la mesa donde depositan su donativo que se destina a la
Hermandad de San Bartolomé, besan el crucifijo y cogen la pera para iniciar el
baile. En el centro del corro se forman dos filas, paralelas entre sí, en las
que los participantes se disponen mirándose. Para bailar la pera, se apoya una
mano sobre la cintura, en jarra, y con la otra se sostiene la fruta. Al son de
la música se va cruzando una pierna sobre otra apoyando la punta del pie en el
suelo, lo que da lugar a que la persona evolucione dando pequeños saltos. El
brazo en cuya mano se sujeta la pera se mueve levantado de un lado al otro, como
ofreciendo el fruto al cielo. La música se denomina “baile de la pera” y es una melodía alegre y repetitiva que consta
de dos partes exactamente iguales. Cuando los músicos terminan de tocar la
primera, quienes están bailando, rápidamente ocupan la fila opuesta a la que se
encuentran para bailar de la misma manera la segunda parte, con la que el baile
se da por terminado. Las personas que han estado bailando vuelven a la mesa y
depositan la pera en el cesto para dar paso a una nueva ronda del baile. Así
durante varias horas en las que todos los vecinos de San Bartolomé de las
Abiertas cumplen devotamente con su tradición.
Hay un aspecto de la
fiesta digno de señalar, y es que los músicos encargados de tocar el “baile de la pera” desde hace muchos años
son los mismos. Se trata de la banda del pueblo cercano de Cebolla, que cada
año acude para cumplir con una tradición que, por qué no decirlo, ya también es
suya. Me cuentan que antiguamente acudían andando desde su pueblo y que incluso
tenían que cruzar el Tajo en una balsa para acortar trayecto. Eran además los
encargados de amenizar los bailes de por la noche, y era tradición que cada
músico se hospedase en una casa del pueblo, siendo gustosamente acogidos por las
distintas familias que se ofrecían a ello.
Es curioso también
observar como esta tradición del “Baile
de la Pera” se repite en los pueblos vecinos durante sus fiestas
patronales, siendo un baile único de esta zona, que no tiene lugar en ninguna
otra parte. Posiblemente el baile que tuvo su origen en San Bartolomé, fuera
asimilado por los pueblos de los alrededores, estableciéndose como una
costumbre local. Los pueblos a los que me refiero son: Retamoso de la Jara, La
Fresneda de la Jara y Torrecilla de la Jara. En todos ellos el baile y la
música son prácticamente los mismos, encontrando una peculiaridad en La
Fresneda. En este pueblo el “baile de la pera” se hace en honor a su patrón San
Lorenzo Justiniano, y la forma de llevarlo a cabo no es en dos filas paralelas
como en San Bartolomé, sino que se realiza en corros de varias personas y en
parejas que, cogidas de la mano, avanzan bailando desde un extremo del corro
hasta el otro, en el que se sitúa el crucifijo y el cestillo para depositar el
donativo. Tras venerar el crucifijo vuelven bailando hasta el lugar donde
comenzaron la danza.
El “Baile de la Pera” acaba en San Bartolomé
cuando comienza a anochecer, momento en que el Santo es sacado en procesión,
teniendo lugar en la puerta de la iglesia las tradicionales pujas para llevar
la carroza. Así cumple este pueblo jareño su tradición, que cada 24 de agosto
se perpetúa, afianzándose entre las gentes año tras año.
Agradezco los datos que
me aportó tan amablemente el Presidente de la Hermandad de San Bartolomé Apóstol,
mientras presenciaba el tradicional “Baile de la Pera”.
Baile de la Pera |
Cestillo con el ofrecimiento por bailar |
Familiares y amigos bailan la pera |
Tradición que pasa de generación en generación |
El corro dispuesto para comenzar el Baile de la Pera |
Bailando la pera |
Fuente consultada: http://ayun-sanbartolomedelasabiertas.com/category/cultura/
*Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.
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