Cada 25 de abril, la
localidad toledana de Méntrida, famosa por sus vinos denominación de origen,
celebra una ancestral tradición cargada de ritos, de signos y de verdadera
devoción por parte de los mentridanos. Se trata de la romería de San Marcos,
cuyo origen lo encontramos en el siglo XIII, a raíz de la milagrosa aparición
de la Santísima Virgen en la dehesa de Berciana, cercana a la localidad. Aunque
se conoce como romería de “San Marcos”, no es a este santo evangelista a quién
se honra en este su día, sino a la Virgen de la Natividad, aparecida en
Berciana al pastor Pablo Tardío un 25 de abril, y que desde entonces es Madre,
Abogada y Reina de este lugar.
Cuenta la leyenda que Pablo
Tardío apacentaba sus cabras allá por el siglo XIII en el lugar que se conoce
como monte de Berciana o dehesa de Berciana. En el remanso de paz que se
respiraba en aquellos bosques, el pastor se vio sorprendido por una presencia
divina, era la mismísima Madre de Dios, que se le apareció para pedirle que
corriese al pueblo a decir a sus paisanos que la construyeran una ermita donde
se la venerara. Como ocurre con casi todos los pastores a los que se les
aparece la Virgen, los mentridanos no creyeron a su vecino al que tomaron por
loco. Desesperado, volvió hasta el lugar donde le había hablado la Madre de
Dios –un tronco cortado de una encina-, y ante su desánimo, la Virgen le hizo
entrega de una carta con la que sus vecinos le creerían. Justicia, clero y
pueblo fueron hasta el lugar de Berciana, donde hallaron enterrada al pie del
tronco de encina, la milagrosa efigie de la Virgen que, en adelante, pasaría a
ser llamada de Berciana y más tarde de la Natividad. De esta manera arranca la
más querida tradición del pueblo de Méntrida, una de las romerías más
espectaculares de nuestro país, que supone una importante seña de identidad
para los mentridanos que jamás han dejado de celebrar su fiesta a lo largo de
todos estos siglos. Me cuenta una de mis informantes, amiga mía, que siempre ha
oído decir a su padre que un año llovió tanto el día de San Marcos que el
arroyo de Berciana se desbordó. Aún así, los mentridanos lograron cruzar a la
Virgen, y a hombros también al señor cura, negándose a dejar de celebrar su más
querida fiesta.
Las fiestas de la
Virgen de la Natividad se prolongan durante cinco días, cargados de ritos y
momentos que hacen única esta fiesta. El 23 de abril tiene lugar la “Alboreá”
de los sargentos de la mayordomía de la Virgen, el 24 se conoce como “Día de la
Víspera”, el 25 “San Marcos”, el 26 “San Marquitos”, y el 27 “San Marcazos”. En
estos cinco días la presencia de los danzantes y los sargentos supondrá el
punto álgido de las celebraciones, conocidas por las espectaculares y vistosas
danzas, y por el “bandeo” de la bandera por parte del alférez abanderado.
El grupo de danzantes
está compuesto por ocho niños que el año anterior han recibido la primera
comunión. Visten camisa blanca con chorrera sobre la que prenden algún broche o
pequeñas figuras de carácter vegetal; pololos, medias caladas, pajarita al
cuello, y las originales enagua almidonadas que da gran vistosidad al atuendo.
Además llevan sobre estas enaguas un mantón de color rojo (que en otros
momentos de la fiesta es azul), con motivos florales bordados. Calzan
zapatillas blancas, y llevan escarapelas en los codos y las rodillas, y una
banda con los colores de la enseña nacional cruzada al pecho, que para el resto
de los días de fiesta es azul. Se sirven de castañuelas y paloteas decoradas
con borlas o madroños para ejecutar las distintas danzas, así como de una vara
arqueada adornada con papelillos de colores. En la muestra que ofrecen en
Berciana el día de San Marcos, concretamente en el momento de los dichos, los
danzantes van tocados con un precioso gorro de tela adornado con flores y
pequeñas medallas, que bien podría hacer alusión al resurgir de la naturaleza,
empleando la danza como ritual de llamada a la primavera, a la fertilidad de
los campos. El alcalde de la danza o maestro, viste pantalón blanco, y una
camisa ceñida a la cintura con motivos florales en tonos rojos y rosas. Lleva
escarapelas en las rodillas y en los codos, una pajarita roja al cuello, y
calza zapatillas blancas. Sobre su cabeza lleva un elegante gorro de paja, decorado
con florecillas, y del que penden cintas. Porta una larga vara decorada con
papelillos de colores con la que va indicando los movimientos que han de
ejecutar los danzantes.
Es una maravilla ver
danzar a los niños, y el empeño del alcalde de la danza, que les va animando en
todo momento. Son varias las danzas que ejecutan, con nombres diversos:
habanera, valmojá, marcha real, medio baile, pinos, puentes, baile del cordón,
diana, baile de procesión… Pero el momento de mayor vistosidad tiene lugar en
la muestra de Berciana, donde frente al cuadro de la Virgen que sostiene el
párroco, ejecutan una serie de danzas, entre las que destacan el cordón y los
pinos por su gran vistosidad y por la destreza de los niños danzantes. Desde
que la Virgen sale de la iglesia hasta que llega a la salida del pueblo, y
desde que entra en Berciana hasta la ermita, los danzantes no cesan de bailar
al son de la repetitiva y pegadiza melodía que interpretan la dulzaina y el
tambor. Lo mismo ocurre por la tarde, a la vuelta de la romería, tanto en
Berciana, como ya en el pueblo hasta que se recoge la Virgen en la iglesia
parroquial. Antes de la muestra en la vega tiene lugar otro de los momentos más
esperados por todos: los dichos. Primero los recita el alcalde de la danza y
después los danzantes, y en ellos se narran acontecimientos que han tenido
lugar a lo largo del año, y se muestra el gran amor y la devoción que Méntrida
profesa a su patrona. En 2008, primera vez que acudí a la romería, el alcalde de
la danza fue mi amigo Sergio Moral, y los dichos se los compuso su novia, mi
amiga y entonces compañera de universidad Laura Mayoral. Reproduzco algunos de
ellos que tan gustosamente me han facilitado:
Ya se aproxima
la fecha
Ya llega el día
más grande
Que toda
Méntrida espera
Con ganas de
celebrarle
Aquí estamos
otro año
Junto a ti Madre,
danzando
Y cumpliendo la
promesa
Que el pueblo te
hizo antaño
Yo este año de
maestro
Te quiero ir
acompañando
Con gozo y con
alegría
Hasta tu ermita
bailando
Y seguir la
tradición
Que ya cumplen
las familias
De juntarnos
cada año
Todos en tu
romería
Este es el
último año
Que como maestro
bailo
Pero prometo
María
Que estaré
siempre a tu lado
Si no es en tu
Soldadesca
Tal vez sea en
tu Hermandad
Pero no te quepa
duda
Conmigo podrás
contar
Pues la devoción
que existe
Hacia tu imagen
divina
Más se arraiga y
se acrecienta
En tu pueblo
cada día
Tu bendición hoy
esperan
Y tus favores
aguardan
Los que dicen
aquí conmigo
¡viva nuestra
Virgen guapa!
Los sargentos de la Mayordomía
de la Virgen van vestidos al modo del siglo XVI, y su función es escoltar a la Patrona
en sus salidas procesionales. Dentro de la mayordomía hay varios cargos: el
capitán, el alférez abanderado, los mochilleres que son niños de corta edad,
los sargentos y los que tocan las trompetas y los tambores. Estos cargos se
eligen cada año, ofreciéndose muchas veces para desempeñarlos fruto de una promesa.
Los sargentos, que además portan sables, toman su mayor protagonismo durante la
Misa que se celebra en Berciana, donde entra en juego el marcado carácter
militar de la soldadesca. Es muy curiosa la forma en que realizan la colecta,
depositándola en un pañuelo que al finalizar la recogida del dinero se anuda
por sus cuatro picos. Quizá lo más representativo de los sargentos sea el
momento en que el alférez abanderado bandea
la bandera ante la Virgen. La Bandera, de grandes dimensiones y de colores
variados, lleva en el centro el anagrama de María, y es tremolada con gran
destreza por parte del abanderado, que ejecuta una serie de complicados y
vistosos movimientos.
La noche del 23 de
abril tiene lugar la “Alboreá”, acto en el que los sargentos recorren las
calles haciendo sonar las trompetas y los tambores, haciendo el toque de
alborada o alboreá, para anunciar la fiesta. El 24 la Virgen es trasladada
desde su ermita de Méntrida hasta la parroquia. El 25, día grande de las
fiestas, a las ocho de la mañana, la Virgen de la Natividad sale de la iglesia
para dirigirse a Berciana. A la salida, los danzantes interpretan la danza a
los sones de la marcha real, y los sargentos hacen su toque característico.
Marcha la procesión por diversas calles de Méntrida que los vecinos han
engalanado muy cuidadosamente esperando el paso de la Virgen. Juncias, tomillo,
romero… alfombran las calles, y componen los vistosos arcos que se levantan en
determinados puntos. Se cuelgan banderas de tela, las ventanas y balcones se
engalanan para recibir a la Reina de Méntrida. Dentro del pueblo aún, en la
plaza Chica, el alférez abanderado bandea delante de la Virgen y los
danzantes ejecutan una de sus danzas. Ya en la salida del pueblo, de nuevo la
procesión se detiene, y vuelven a entrar en escena sargentos y danzantes. La
imagen de la Virgen se vuelve mirando a Méntrida para despedirse de quienes no
podrán acompañarla en su romería, y para bendecir a su pueblo que por unas
horas se queda sin la presencia física de su patrona. En este punto los romeros
se dirigen hacia Berciana, parando ya en la dehesa ante una encina, donde el
señor cura bendice los campos. Al llegar al puente que cruza sobre el arroyo de
Berciana y que ya está próximo a la ermita, se vuelve a cumplir el rito que
sargentos y danzantes han llevado a cabo en las paradas anteriores. Los
danzantes reanudan la danza y la Virgen es llevada hasta la pequeña ermita que
se construyó con motivo de su aparición, y a la que sólo va cada 25 de abril.
Una vez allí se celebra la santa misa, para posteriormente repartir la “caridad”, consistente en un panecillo
que lleva grabada la imagen de la Virgen. Posteriormente tiene lugar la muestra de sargentos y danzantes en la vega
de Berciana, y la comida que los mentridanos comparten en familia en los
denominados ranchos, que cada grupo ha reservado desde tempranas horas de la
mañana. A las siete de la tarde, la Virgen vuelve al pueblo de la misma forma y
con el mismo ceremonial que hizo por la mañana. Se detiene ante la cruz de
Silva, lugar donde el demonio salió al encuentro de Pablo Tardío al regreso de
Berciana para dar cuenta de la aparición. Al llegar al cementerio se hace otra
parada y se reza un responso por los difuntos. En la calle Larga, junto a la
Cruz de Gabriel Rodríguez, esperan a la Virgen las imágenes del Resucitado, San
Juan Bautista, San Ildefonso, San Isidro, San Marcos, y la del Patrón San
Sebastián, que la acompañarán hasta la iglesia. El pueblo se agolpa en este
lugar esperando la llegada de la patrona. Ante ella los danzantes y los
sargentos ejecutan las típicas danzas y el bandeo,
para posteriormente dirigirse la comitiva hasta la iglesia. Cuando los
danzantes hacen su llegada, danzan sin parar, entrando y saliendo de la iglesia
repetidas veces, ante la expectación y emoción de mentridanos y visitantes.
Mientras tanto, en el exterior del templo, tiene lugar la puja por los brazos
de la carroza que transporta la Virgen, por los que los devotos pagan altas
cantidades de dinero. Finalizada la puja, los danzantes dejan de danzar, y la
imagen de la Virgen hace su entrada entre los aplausos y los vítores de los
devotos. Se entona el himno y se da por concluida un año más la secular tradición.
Los días sucesivos, el
pueblo de Méntrida seguirá agasajando a su patrona. El 26, día de “San
Marquitos”, tiene lugar el traslado de la Natividad hasta su ermita que se
encuentra dentro de la localidad. El 27, día de “San Marcazos”, se celebra la
misa de los sargentos. Todo aquel que ha sido abanderado en años anteriores, bandea la bandera después de misa en el
recinto de la ermita.
De esta manera
Méntrida, pueblo entregado en cuerpo y alma a su Patrona, cumple con una
tradición que con una sola vez que se tome parte de ella, engancha hasta tal
punto de intentar acudir en años sucesivos. Así fue mi caso, que invitado por vez
primera quedé tan maravillado por tan sorprendente manojo de ritos que componen
la fiesta, que siempre que puedo acudo a cumplir la tradición junto a los
mentridanos, especialmente junto a mis amigos, a los que desde estas líneas
agradezco sus explicaciones durante todos estos años, sus aportaciones, y sobre
todo el poder vivir la fiesta junto a ellos a pie de calle, siendo partícipe de
sus emociones. Agradezco a Nati Simal, Laura Mayoral y Sergio Moral, por haber
sido durante estos años la mejor muestra del sentir la romería de Méntrida
desde lo más hondo.
Con las Paloteas en la Marcha Real |
Detalle del sombrero del Alcalde de la Danza |
Los Danzantes llegando a la Plaza Chica |
Las calles se engalanan para recibir a la Natividad |
Bajo el arco de la Calle Larga |
Llegada al arroyo de Berciana |
Ejecutando el Baile del Cordón en la Muestra de la Vega |
El Maestro y los Danzantes dejan la ermita de Berciana |
Fuente consultada: www.mentrida.com
*Todos los textos, así como las imágenes y los archivos de vídeo son propiedad del autor.
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