El pueblo madrileño de
Colmenar Viejo, revive cada 2 de mayo una de sus tradiciones más importantes y
señeras. La Fiesta de “la maya”, con
la que se da la bienvenida a mayo, el mes de las flores por excelencia y que
cuenta con gran cantidad de tradiciones y ritos que giran en torno a la
naturaleza.
Esta antigua tradición,
de raíz pagana, se remonta a siglos remotos y antiguas culturas que mediante
rituales daban la bienvenida a la primavera y los ofrecían a deidades paganas
para propiciar la fertilidad de los campos y que los frutos y cosechas fueran
abundantes. Estas fiestas que se celebran en España en torno a los primeros
días de mayo, están íntimamente relacionadas con las celebraciones que en época
romana se dedicaban a algunos dioses. En el caso de la fiesta que nos ocupa,
podría estar estrechamente ligada a los antiguos cultos a Bona Dea, también conocida como Maia,
que era la diosa de la fertilidad, y que precisamente era representada sentada
en un trono, de la misma manera que se disponen las mayas de Colmenar Viejo. Sabemos además que los rituales que se
ofrecían a esta diosa tenían lugar en habitáculos profusamente decorados con
flores y otras hierbas y plantas, paralelismo que encontramos en las mayas de este pueblo madrileño, que se
disponen en altares ornamentados de esta manera como veremos más adelante.
Es curioso que
encontremos la figura de la maya en
diversos puntos de la Comunidad de Madrid, habiendo desaparecido la tradición
en algunos de ellos. Madrid capital es uno de los lugares que se ha esforzado
gracias a diferentes colectivos -entre los que se encuentra el grupo Arrabel- en recuperar esta tradición que cada año se
celebra a principios de mayo en el barrio de Lavapiés. Pero la que más conserva
toda su esencia y sabor y que no se ha visto interrumpida, es la que tiene
lugar cada 2 de mayo en Colmenar Viejo, suponiendo una importante seña de
identidad para los colmenareños.
En la fiesta participan
varias niñas de corta edad que se ofrecen para desempeñar el papel de maya, acompañadas por otro grupo de
féminas que componen una especie de corte. Cada maya ocupará un altar cuyos familiares y amigos se encargarán de
preparar para el día grande de la celebración. El día de antes acuden al campo
a recoger todo tipo de plantas aromáticas y flores, como son los tomillos,
lavanda, romero, retama, amapolas, margaritas… que dispondrán minuciosamente
para engalanar el altar. El día dos de mayo por la mañana comienza el laborioso
trabajo de dar forma al altar que debe estar terminado para la tarde, momento
en que las mayas serán entronizadas.
Los altares, que se reparten por varios puntos, presentan variadas formas y
coloridos que adquieren gracias a la multitud de flores y adornos que los
componen. Suelen componerse de un frontal que sirve de fondo o telón para la
maya, y que se decora con arcos y guirnaldas de flores, y con ricas colchas y
telas de vistosos colores. Delante del altar se extiende una gran alfombra de
hierbas aromáticas y flores, en la que a veces se suele representar el escudo
de la localidad, o se disponen ramilletes de amapolas y otras flores que dan
gran colorido y vistosidad al conjunto. Bajo el frontal se coloca una mesa a
modo de altar, vestida con ricas mantelerías y telas bordadas o adornadas con
puntillas, sobre la que se coloca la silla, que hará las veces de trono, en la
que se sentará la maya para
permanecer inmóvil durante unas horas. La mesa se decora con jarrones y
floreros, y en todo el conjunto suelen colocarse cestas de mimbre decoradas también con plantas aromáticas y flores.
Las mayas son las protagonistas de la
fiesta. Como decía anteriormente, son niñas de corta edad que orgullosas se
ofrecen para cumplir con tan antigua tradición. El atavío de la maya se compone de enagua, camisa,
medias y zapatillas blancas, y mantón de manila que cubre pecho y brazos y que
se ata a la espalda. Rematan el atuendo gran cantidad de joyas, collares y
colgantes, que le dan gran riqueza y vistosidad. Sobre sus cabezas llevan
preciosas diademas de flores. Cada maya
se acompaña de un grupo de niñas que visten de la misma manera que ella,
portando los mantones sobre la espalda y prendidos por delante, a diferencia de
ella. El papel que juegan estas niñas es el de hacer cuestación entre quienes
visitan a la maya, para obtener
dinero para costear los gastos de la fiesta.
Cuando todo está
dispuesto, los familiares de la maya
cuidadosamente la colocan sentada en el altar, donde permanecerá inmóvil y sin
hablar durante varias horas. Los mantones que las cubren por completo dejan ver
los ricos bordados que los adornan. Las niñas durante el tiempo que dura el
ritual se asemejan a figuras pétreas de diosas que impasibles e inmóviles
contemplan toda la expectación que generan. Mientras tanto las niñas
acompañantes, provistas de un cepillo y una bandeja recogen los donativos al
tiempo que pronuncian la repetitiva y tradicional fórmula: “Para la maya, que es bonita y galana”.
Con el cepillo, mientras dicen tales palabras, cepillan la manga a los
oferentes, acto que pienso podría tener varias interpretaciones: por un lado
podría hacer referencia a un acto de limpieza o purificación del visitante que
se acerca a la maya, pulcra e
impecable, para no “ensuciarla” con su presencia; y por otro pienso que podría
tratarse de un ritual de expulsión de malos augurios que podría traer todo el que
se acerque a contemplar a la maya,
especialmente aquel que no pertenezca a la comunidad. Una vez que se ha
depositado el donativo en la bandeja, las niñas obsequian al oferente con una
ramita de tomillo decorada por lo general con un lazo. Toda la recaudación la
van depositando en otra bandeja o cestillo más grande que se coloca a los pies
de la maya a modo de ofrenda.
La tarde es amenizada
por los toques festivos de la dulzaina castellana y por los cantos y bailes
tradicionales, que recorren cada uno de los altares donde los familiares de las
mayas obsequian a los visitantes con licores y dulces típicos.
Y como la mayoría de
las fiestas de raíz pagana, esta de la maya
también tiene su parte religiosa. Una vez que las mayas son bajadas de sus respectivos altares, se dirigen en
comitiva junto a las niñas acompañantes a la iglesia, donde hacen una ofrenda
de flores a la Virgen de los Remedios, Patrona de Colmenar Viejo. La fiesta
termina con la entrega de regalos a las mayas
y con los bailes y cantos propios de la localidad. Una fiesta cargada de siglos
que bien merece la pena visitar.
Esperando a la maya |
"Para la maya, que es bonita y galana" |
La maya permanece inmóvil en su altar |
La cuestación se entrega como ofrenda a la maya |
La maya en el precioso altar |
La maya bonita y galana |
Los altares se cubren de plantas y flores |
Que siga la tradición... |
*Todos los textos, así como las fotografías y archivos de vídeo son propiedad del autor.
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