Braojos
de la Sierra es un precioso pueblecito de la Sierra Norte de Madrid que atesora
y conserva tradiciones únicas. Una de las más representativas es la que cada
año celebra en fechas navideñas y que supone una de sus mayores señas de
identidad. Se trata de “La Pastorela”, una danza pastoril de adoración al Niño
Jesús que ejecutan varios hombres del pueblo ataviados de pastores y que hunde
sus raíces siglos atrás, muy probablemente en época medieval.
En
la actualidad tiene tres fechas de celebración: la Misa del Gallo, la Misa de
Navidad y la Misa del día de Reyes. En origen esta danza se ejecutaba solamente
en la Misa del Gallo, a la que acudían los pastores de aquella sierra para
ofrecer sus corderos y sus danzas al Niño Dios. Me cuenta mi informante Luís
García Siguero que se añadieron los otros dos días (1 y 6 de enero) allá por el
primer cuarto del siglo XX (aproximadamente 1920), gracias a un párroco de
origen segoviano que se mostró muy interesado por el mantenimiento de las
tradiciones y el folklore.
La
Pastorela se compone por varios pastores danzantes y un zarragón, siendo este
último el que dirige la danza y el que marca los tiempos de la misma
evolucionando de delante hacia detrás entre las dos filas de pastores que se
sitúan delante del altar donde el sacerdote celebra la misa. Luís García, gran
conocedor de la tradición, me aportó datos interesantes que nos muestran la gran
importancia que ha tenido la Pastorela a lo largo de toda la historia de
Braojos y especialmente en su familia. Su padre, Valentín García, nació en 1912
y cuando fue mozo (unos 18 años), comenzó a bailar como zarragón. Durante un
período de tiempo descansaría por motivos familiares, para volver en 1957 a
ejercer este papel que tan perfectamente me cuentan que desempeñaba. Desde esa
fecha hasta que tuvo 84 años (años 90) no faltó ni una sola Pastorela. Tras él
llegó Ignacio, a quien el señor Valentín entregó el bastón o cayado pasándole
así el testigo de la tradición, y que desempeña el cargo de zarragón hasta la
fecha. Los pastores suelen ser entre 8 y 10, que danzan formando dos filas
entre las que marca el ritmo de la danza el zarragón. Me llama la atención la
coincidencia de la figura del zarragón con otras danzas de otras partes de
España, en las que la persona que guía o dirige la danza recibe el mismo
nombre; es el caso de los danzantes de Galve de Sorbe, en Guadalajara, o de
otras danzas de la provincia de Segovia.
Uno
de los aspectos más llamativos de esta tradición es la vestimenta de los
hombres que componen la Pastorela. Van ataviados como lo hicieran los pastores en
otras épocas en esta comarca en la que el ganado ha sido una de sus principales
actividades económicas. Me aportó mi informante un dato de gran importancia que
nos muestra la pervivencia de este tipo de vestimenta que ahora podríamos clasificar
como traje típico o regional, y que hasta hace algunas décadas era el modo de
vestir más común entre las gentes de Braojos y alrededores. Recordaba Luís que
esos mismos trajes que usaban los pastores también se usaban para ir a labrar. Me
cuenta que los más mayores recuerdan que uno de los últimos hombres que lo usaron
fue su abuelo, que se lo ponía para ir a arar. Estaríamos hablando de 1925
aproximadamente según me indica. Los pastores visten pantalón de cuero estezado de vaca, camisa
blanca, chaleco de cuero estezado de cabra, delanteras de cuero de vaca, medias de lana y albarcas. Sobre sus
espaldas llevan morrales que según me indica Luís son como los que llevaban los
pastores trashumantes a tierras extremeñas. En su mano portan el bastón o
cayado con el que van marcando los tiempos de la danza al son de los cantos. Se
conservan dos bastones para el zarragón, uno más antiguo realizado con madera
de fresno y roble, y el que usa Ignacio actualmente que es de pino y que fue
elaborado por Cipriano, uno de los pastores que bailaba, que lo encontró en la
sierra doblado por el peso de la nieve tomando la forma tan característica que
presenta.
Hasta
hace algunos años el zarragón llevaba en el morral un cordero que era ofrecido
al Niño Jesús, como se viniera haciendo desde los orígenes de la tradición. Me contaba
Luís que al animal se le ataban tres de sus patas quedando una libre para que
no se saliera del morral; no se le ataban las cuatro porque si no se “implaba”
y corría el riesgo de morir. En la actualidad al haber menos ovejas y menos
gente dedicada a la ganadería, es más complicado conseguir el cordero, por lo
que desde hace algunos años el zarragón no lo lleva.
La
Pastorela danza en varios momentos de la Misa que son cantados por el coro,
como son el Kirie, el Gloria, el Credo, el Agnus Dei, el momento de la
Adoración del Niño, y al finalizar la Eucaristía. Los pastores para iniciar la
danza dan un golpe fuerte con el cayado en el suelo, y mueven sus brazos
levantados de derecha a izquierda y viceversa al ritmo de las canciones, y a
compás con los pies. El coro forma parte esencial en la Pastorela, y se encarga
de entonar algunos de estos cantos en un latín de carácter popular, siendo el
resto villancicos. Para ello utilizan instrumentos tradicionales tales como la
botella de anís, la pandereta, los huesos o arrabel, el pandero, los hierros…
todos ellos como vemos objetos del menaje del hogar que era lo que en otra
época las gentes de los pueblos tenían al alcance. En la actualidad los huesos
son el instrumento más antiguo de todos, pues me contaba Luís que en 1896 ya estarían
en casa de su abuelo y fueron pasando por las manos de varias familias hasta la
actualidad que es él quien los custodia en su casa. El pandero actual, según me
informó Luís García Valera, el hijo de Luís, lo fabricó un artesano que se
dedica a hacer instrumentos tradicionales. Para ello utilizó piel de macho
cabrío para poder conseguir las grandes dimensiones que presenta el referido
instrumento, al que además se metieron sonajas en su interior para conseguir un
sonido mucho más característico. Ambos me hablaron de componentes del coro que
han estado y están desde siempre para mantener viva tan bonita tradición, como
son el “tío Parrabera” o “la Luisa” entre otros. El señor Valentín cuando dejó
de ser zarragón por su avanzada edad, no quiso desvincularse de la Pastorela y
pasó a tocar la botella de anís, tarea que desempeñó hasta los 88 años, edad en
la que fallece. Los cantos tradicionales que interpreta el coro se componen de
bellas letras alusivas al nacimiento del Niño Jesús como las que reproduzco a
continuación:
¿Dónde vas,
aurora,
Dónde vas,
estrella,
Que del sol
anuncias
La luz clara y
bella?
Con el
Nacimiento
Del Hijo de Dios
¡ay, ay qué
contento!
¡ay, ay qué
primor!
Las almas se
llenan
De contemplación.
Las
mujeres que componen el coro van ataviadas con bonitos trajes de serrana, con
coloridos refajos y pañuelos a la cabeza.
Una
preciosa tradición que las gentes de Braojos conservan con un cariño muy
especial, y que además llevan con orgullo a otros pueblos y ciudades para darla
a conocer. Ya en los años 50 del siglo pasado salió en el NODO, en 1964
asistieron a la inauguración de Prado del Rey, y a muchos otros lugares del
entorno participando en encuentros de carácter tradicional.
Quiero
expresar mi más sincero agradecimiento a Luís García Siguero, quien muy
amablemente me ha aportado gran cantidad de datos y anécdotas colaborando con
mi trabajo de campo. Fue un placer poder conversar con él durante un largo
rato, y sobre todo escucharle hablar de la tradición de su pueblo con tanto
entusiasmo. También quiero dar las gracias a su hijo, Luís García Valera, que
nos recibió encantado el día de Reyes y que nos estuvo comentando aspectos
curiosos de la tradición, siendo un gran conocedor de la misma. Muchísimas gracias
a los dos y al resto de componentes de la Pastorela que en esa fría mañana nos
deleitaron con sus cantos y danzas.
*Todos los textos, así como las fotos y los archivos de vídeo son propiedad del autor.