Son muchos los lugares
que cuentan entre sus tradiciones con la celebración de esta advocación mariana;
pero hay un pueblo que sobresale del resto por la forma tan peculiar que tiene
de honrar a su Patrona, la Virgen de la Paz. Es la localidad manchega de
Villarta de San Juan, en la provincia de Ciudad Real, que celebra una curiosa
fiesta que se conoce con el nombre de “Las Paces”, y donde el máximo
protagonismo lo tienen la Virgen y las miles de docenas de cohetes que los
villarteros lanzan mientras su patrona recorre las calles de la localidad.
Desde hace varios
siglos Villarta honra a la Virgen de la Paz y celebra sus fiestas los días 23 y
24 de enero. Desde siempre la pólvora ha sido el elemento principal de la
fiesta, pues las familias de Villarta ofrecieron y ofrecen docenas de cohetes
en agradecimiento a la Virgen por algún favor recibido. Dependiendo de la
promesa realizada se ofrecen más o menos docenas. Antiguamente era costumbre
que se reunieran los miembros de cada familia para cumplir la manda, y todos
participaban en el lanzamiento de cohetes, niños y mayores. Me contaban unos
hermanos villarteros que cuando uno de ellos estuvo cumpliendo el servicio
militar en Sahara, su padre ofreció lanzar varias docenas de cohetes cuando
volviese, para agradecer a la Virgen que le protegiera en el destino tan lejano
que le había tocado. Y es que no hay un hijo de Villarta de San Juan que no
haya lanzado cohetes en honor a su Virgen. Es una tradición que pasa de padres
a hijos y que cada vez se afianza más.
Las peñas coheteras
tienen un gran peso en la fiesta desde que hicieran su aparición hace ya
algunas décadas. Durante todo el año van reuniendo dinero para comprar los
cohetes que después lanzarán en la procesión del 24 de enero. Cada peña cohetera
tiene su propio uniforme que se compone de un mono del color propio de la peña,
gorra, y otros elementos de protección para evitar quemaduras ocasionadas por
la pólvora.
La fiesta se inicia el 23
con la procesión de vísperas que lleva a la Virgen de la Paz hasta el antiguo
templo parroquial donde se le entonan cánticos. A su regreso y una vez
finalizada la procesión se enciende en la plaza una gran hoguera con una enorme
cantidad de leña y ramas que los jóvenes han traido del campo por la mañana.
El día grande es el 24.
Desde primeras horas de la mañana Villarta huele a pólvora, suena a cohete,
late al unísono en torno a su patrona en su día grande. A media mañana tiene
lugar la misa, a la que sigue la procesión, momento único y punto álgido que
hace a esta fiesta merecedora del título que ostenta de Fiesta de Interés
Turístico Regional. La Virgen de la Paz sale a hombros de sus hijos y es
recibida por una gran descarga de cohetes y con el lanzamiento de globos
blancos. Las peñas coheteras encabezan la procesión y desde que sale la Virgen
no cesan de tirar cohetes hasta que pasadas unas seis horas se recoge de nuevo.
Miles de cohetes son lanzados al aire, el estruendo invade las calles, el cielo
azul de repente se ve encapotado por el humo de la pólvora, miles de carrizos
atraviesan el aire y caen al suelo y sobre los tejados… La Virgen avanza entre
vivas y piropos y entre la marea humana que la rodea, hay momentos en que
parece flotar entre nubes de humo. Cada cohete un anhelo, una promesa, un
sincero agradecimiento a la Virgen. Es impresionante ver la emoción reflejada
en los rostros de los villarteros, el manejo que tienen a la hora de lanzar los
cohetes, pues lo hacen a mano sin valerse de soporte alguno; y todo por
devoción y amor a su Patrona. La imagen avanza muy lentamente, se detiene muy a
menudo, y los coheteros no descansan. Sacos y sacos de cohetes que se agotan en
un abrir y cerrar de ojos… La Virgen bien entrado el mediodía llega de nuevo a
la antigua parroquia como lo hiciera el día anterior. Allí de nuevo sus hijos
entonan la Salve y los himnos para después dar paso a uno de los momentos más
esperados por villarteros y visitantes: la “Operación 2000”.
La Virgen es trasladada
al mirador de la iglesia para presenciar el lanzamiento de 2000 docenas de
cohetes que estallan en menos de un minuto. Es una tradición que se instauró
hace algunas décadas y que se sufraga con donativos que se van recogiendo a lo
largo de todo el año. 2000 docenas de cohetes que rompen la atmósfera en un
abrir y cerrar de ojos dejando dibujada en el cielo una gran nube de humo gris
y otras miles de pequeñas estelas que ha dejado cada uno de los cohetes y que
lentamente se van alejando. Después de este corto instante de tiempo los
villarteros comienzan a soñar otros 365 días para que llegue ese día y ese
momento tan anhelados.
La Virgen retorna de
nuevo a la iglesia, las peñas coheteras continuan lanzando cohetes durante las
otras tres horas aproximadamente que se prolonga el retorno de la sagrada
imagen. Como dato curioso me cuentan mis informantes que casi siempre la
procesión va a compañada por la banda de música de Villarta, pues en alguna
ocasión que vino una banda de fuera, los músicos no soportaron el estruendo de
los cohetes y se negaron a continuar tocando. Cuando la Virgen llega a la
iglesia tienen lugar las pujas para introducirla en el templo, que se alargan
durante un largo rato, pues cuando se cierra una cantidad y la Virgen se
dispone a entrar, se oye la voz de algún devoto que sube el importe para tener
el honor de pasar a la iglesia a su patrona. La Virgen retrocede, y así durante
varios intentos hasta que se alcanzan las cifras máximas que otorgan ese privilegio.
Villarta de San Juan despide así sus fiestas de “Las Paces” hasta otro año.
Agradezco a la familia
Garrigós su amabilidad y su hospitalidad, pues nos recibieron con los brazos
abiertos y fue un placer escucharles hablar emocionados de la tradición más
grande de su pueblo. Agradezco especialmente a mi amigo Gonzalo, pues gracias a
él he podido vivir muy de cerca esta preciosa fiesta.
Orgullo de los villarteros |
*Todos los textos, así como las fotos y los archivos de vídeo son propiedad del autor.