El municipio de Los Carabeos en la comarca cántabra de Campoo-Los Valles está formado por tres núcleos: Arroyal, San Andrés y Barruelo. Este rinconcito conserva entre su patrimonio una ancestral manifestación festiva que hunde sus raíces en siglos pasados y que se mantiene viva gracias al esfuerzo de sus vecinos.
Se trata de una mascarada de invierno –Los Zamarrones- que, debido al éxodo rural y las migraciones a las grandes ciudades, tuvo que cambiar su fecha de celebración, pasando a realizarse en el mes de agosto coincidiendo con las fiestas de verano.
Esta mascarada, según me comentaba un miembro de la organización con quien tuve el placer de conversar acerca de la tradición, se celebraba en los días de Carnaval, en concreto el Domingo Gordo y el Martes de Antruido. Por su fecha original podemos deducir que nos encontramos ante una manifestación relacionada con la llamada a la fertilidad de la tierra por su proximidad con el cambio de estación, el paso del invierno a la primavera. Prueba de ello son las monteras que estos personajes llevan sobre sus cabezas, cubiertas de coloridas flores de papel, y los campanos o cencerros que llevan a la cintura para propiciar ese despertar de la naturaleza y a la vez ahuyentar a los malos espíritus.
El llamativo atuendo que visten los Zamarrones se compone de varias piezas: calzones blancos, camisa y esclavina blancas -esta última adornada con lazos de colores-, corbata, botas, collera de campanos y la montera cubierta de flores de papel. Completan el conjunto la pértiga de madera para saltar y el vergajo de cuero como elemento fustigante que se empleaba para amenazar a quien no quisiera hacer entrega de la “perruca”. Al parecer antaño llevaban máscaras, en la actualidad se pintan bigotes.
Hace décadas los Zamarrones salían a las calles haciendo sonar sus cencerros y haciendo cuestación por todas las casas del pueblo. Con el dinero recaudado los mozos organizaban una comida. En la actualidad la fiesta se celebra un sábado del mes de agosto dentro de los actos de las fiestas de verano. Por la tarde los Zamarrones se preparan todos juntos en el mismo local y posteriormente se dividen en tres grupos y se dirigen a cada uno de los tres barrios que componen Los Carabeos: San Andrés, Barruelo y Arroyal. Anuncian la fiesta en cada uno de ellos con el inconfundible sonido de los campanos, y casa por casa visitan a los vecinos a los que siempre piden que les hagan entrega de un donativo pronunciando la tradicional fórmula: “una perruca, una perruca”. Cuando han recorrido todas las casas se concentran los tres grupos en la estación de tren de Los Carabeos, dando lugar a una preciosa estampa que hace volver la mirada a décadas pasadas. Allí en una improvisada reunión acuerdan el modo de actuar una vez hayan entrado en la plaza de Arroyal, y después bajan todos juntos hasta la entrada del pueblo donde esperan para finalmente adentrarse a la carrera en la plaza, donde persiguen a los mozos que corren para escapar de ellos.
En la plaza aguardan otros personajes disfrazados que también forman parte de la mascarada: el guardia civil, el cura, el ciego, las viejas… Allí prenden fuego a una hoguera compuesta por arbustos secos, al tiempo que los Zamarrones corren tras los mozos. Este año se ha recuperado la tradición del canto de las “coplas”, como se hacía antaño con motivo de la mascarada.
Sin duda una joyita de las tradiciones de Cantabria que, gracias al interés de los vecinos de Los Carabeos, se mantiene muy viva y con vistas a seguir haciéndolo en un futuro. Nosotros tuvimos la suerte de vivirla en primera persona.
Los Zamarrones esperan en la estación |
Preciosas monteras de los Zamarrones |
Tradiciones de ayer y de hoy |
Los Zamarrones llegan a la estación de Los Carabeos |
Montera, esclavina y campanos |
Los Zamarrones se dirigen hacia la plaza de Arroyal |
La hoguera en la plaza |
"Una perruca, una perruca" |
Los Zamarrones recorren los tres barrios de Los Carabeos |
Fuente consultada: panel informativo del Ayuntamiento de Arroyal de los Carabeos (Valdeprado del Río).
*Todos los textos así como las imágenes, son propiedad del autor.
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