Cada primer fin de
semana de septiembre, los ecos del redoble del tambor retumban a los pies del
Pico Ocejón, anunciando que un año más, según tradición secular, los danzantes
de Majaelrayo interpretan sus ancestrales danzas en honor al Santo Niño.
Majaelrayo, pueblo de
singular belleza de la provincia de Guadalajara, atesora en el baúl de sus
tradiciones una manifestación festiva única que cada año atrae la atención del
vecino y del visitante. Son las danzas en honor al Dulce Nombre de Jesús –el Santo
Niño-, que ejecutan ocho danzantes acompañados por dos botargas. Antaño esta
fiesta se celebraba en el mes de enero, fecha propia de celebraciones en honor
al Niño Jesús por su cercanía con el Día del Niño y la Epifanía. Pero los
vecinos de Majaelrayo, en su mayoría pastores trashumantes, se vieron obligados
a trasladar la fecha al primer fin de semana de septiembre para dar lugar a unas
fiestas de mayor concurrencia y con buena climatología, y a las que pudieran
acudir quienes un día tuvieron que marcharse a la ciudad u otros núcleos
mayores.
Los auténticos
protagonistas de esta fiesta son los ocho danzantes, miembros de la Cofradía
del Dulce Nombre, y los dos botargas. Se trata de una tradición que va pasando
de padres a hijos y que a pesar de los nuevos tiempos se mantiene intacta. Se trata
de unas danzas que pierden su origen en la noche de los tiempos. Vemos que se
repite el mismo esquema que en otras danzas rituales, en las que el principal
cometido es la llamada a la fertilidad de la tierra y al despertar de la
naturaleza –recordemos que estas danzas se celebraban en enero cuando la
primavera ya se encontraba próxima-. También podríamos estar ante unas danzas
de carácter pastoril por el entorno en el que se ejecutan, o incluso de
carácter guerrero – la danza de las espadas representa una auténtica lucha, así
como los movimientos de carácter marcial de otras de las danzas-. Cuatro
danzantes son denominados “guías” y
los otros cuatro “guardas”, y son
dirigidos por el tamborilero que interpreta las diferentes marchas de las
danzas con los redobles del tambor, al que antiguamente también acompañaba la
gaita o dulzaina. La vestimenta de los danzantes es curiosa a la vez que
similar a la que usan otros danzantes de la provincia de Guadalajara e incluso
de otros puntos del país. Los danzantes de Majaelrayo visten calzón largo,
enagua y camisa blancas, y zapatillas blancas de esparto con cordones negros.
Esas prendas van decoradas con cintas y lazos de color rojo y verde. Sobre el pecho
llevan cruzadas dos bandas, a izquierda y a derecha, de color verde y rojo
respectivamente. Por debajo de los hombros y sobre el pecho, llevan cosidas dos
flores de tela en la camisa. A la cintura se anudan un mantón ricamente
decorado, dejando colgar el pico y los flecos del mismo por delante. Completa el
atuendo el característico y vistoso gorro en forma de mitra, decorado con
multitud de flores de tela de colores, y que se asemeja al que usan los
danzantes del cercano pueblo de Valverde de los Arroyos. Sobre la espalda
llevan sujeta una cinta colocada de forma horizontal de la que penden decenas
de cintas de llamativos colores. Llevan palos o castañuelas según la danza que
corresponda ejecutar. El tamborilero va vestido de calle y sobre su pecho cruza
una banda de color rojo.
También son
protagonistas los botargas, que en este caso son dos: el del año en curso y el
del próximo año. Dato curioso este puesto que normalmente suele ser un botarga
el que esté presente en la celebración, como ocurre en otros puntos de Guadalajara.
El traje del botarga del año en curso se compone de pantalón y chaqueta con
capucha que alternan los colores verde y rojo de manera contrapuesta. Sobre los
hombros lleva una especie de hombreras con vuelo de color azul y amarillo, de
las que cuelgan pequeños cascabeles. A la cintura lleva un cinto del que penden
por la parte trasera dos campanillas que advierten de su presencia. Del mismo
cinto cuelga un cuerno hueco en el que introduce las típicas gachas con las que
mancha la cara a la chiquillería y a todo aquel que se distrae durante la misa.
En la mano porta una porra con la que pone orden y amenaza a los que se burlan
de él. El botarga del año siguiente viste un traje de similares características,
que se diferencia del otro en el tipo de tela y los colores que la componen,
siendo en este caso rayas de colores amarillos, marrones, anaranjados y ocres. Lleva
un pequeño bolsillo cosido en la camisa en la parte izquierda del pecho. También
se diferencia en que éste se asemeja a los trajes de los bufones medievales,
compuesto por gran cantidad de picos en las mangas y la parte baja de los
pantalones y la chaqueta, de los que cuelgan varios cascabeles. Porta también
las campanillas, la porra y el cuerno.
La fiesta comienza con
la recogida de los danzantes y las autoridades a los que acompañan los dos
botargas y la música de las dulzainas. Una vez en la iglesia se colocan en el
altar mayor, a un lado los cuatro danzantes “guías” y al otro los cuatro “guardas”.
Durante toda la misa los dos botargas recorren la iglesia vigilando que nadie
se quede dormido ni se distraiga, y manteniendo el orden impidiendo que en la
puerta de la iglesia se forme alboroto. Al inicio de la misa, la rondalla de
Majaelrayo dedica unas jotas al Santo Niño. En el ofertorio los dos botargas
piden limosna con un cestillo para las Ánimas Benditas del Purgatorio. Acabada la
celebración, en la puerta de la iglesia, los botargas “cantan” la puja por el
estandarte del Santo Niño y el pendón, teniendo el privilegio de portarlos
quienes ofrezcan la cantidad más alta de dinero.
Cuatro danzantes
encabezan la procesión portando la cruz y los ciriales, y los otros cuatro
portan las andas sobre las que procesiona el Santo Niño. Delante de la imagen
se sitúa el “piostre”, que también tiene
un papel muy destacado en la fiesta, pues es el que a modo de mayordomo organiza
y prepara las fiestas, y las preside como una autoridad mas en el pueblo. Al llegar
la procesión a la plaza se detiene y los danzantes interpretan ante el Santo
Niño una de las danzas. Al llegar de nuevo a la iglesia, en la puerta, los
danzantes dirigen las pujas por los brazos y las cintas de las andas para
introducirlas dentro del templo. Una vez que se ha dejado la imagen del Niño en
la iglesia, de nuevo en la puerta, los botargas dirigen la puja por las
rosquillas y otros dulces típicos de Majaelrayo.
Los danzantes y las
autoridades se dirigen a la plaza donde tiene lugar la muestra de todas las
danzas. Como veíamos anteriormente, hay varias que se ejecutan con castañuelas
y otras con palos. Las más llamativas y curiosas son las de las espadas, la de
las fajas y la de las cintas. La de las espadas denota cierto carácter guerrero
y se ejecuta con palos a modo de espadas y pequeños escudos metálicos que
suenan al entrechocarlos unos danzantes con otros. La danza de las fajas se
realiza con fajas de tela negra y se compone de complicados movimientos y
vueltas que confieren a la danza gran vistosidad gracias a la destreza de los
danzantes. La de las cintas se ejecuta con un palo del que cuelgan varias
cintas de colores –una por cada danzante-, que van trenzando a medida que
danzan. El palo lo sujetan los dos botargas y los danzantes de manera magistral
lo trenzan y destrenzan.
En la última de las
danzas, al finalizar, los danzantes hacen una reverencia en señal de respeto
mirando a las autoridades que presencian las danzas. El domingo se volverá a
repetir el ritual de la misma manera que el sábado, manteniendo así una
tradición que Majaelrayo toma como su máxima seña de identidad.
Las cintas aportan gran vistosidad al atuendo de los danzantes |
Palos para la danza |
El cuerno con las gachas que portan los botargas |
Danzantes a la puerta de la iglesia |
Majaelrayo: Santo Niño y Danzantes |
Danzas en la plaza |
La destreza de los danzantes |
Danza de las Fajas |
Danza de las cintas |
Tradición que no muere |
Fuente consultada: Programa "Desde Antaño hasta Hogaño", dirigido por el etnógrafo Pedro Vacas.
*Todos los textos, así como las imágenes y los archivos de vídeo son propiedad del autor.
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